En la transmisión se mostraban imágenes del prelado vestido de civil bebiendo cerveza en un bar de Montesinos, para luego recorrer el malecón con el objetivo de encontrarse con menores de edad que pernoctaban en la zona. Presuntamente les ofrecía dinero a cambio de que se masturbaran.
Dada la gravedad de las acusaciones, el cardenal dominicano Nicolás de Jesús López Rodríguez informó personalmente al papa Francisco, quien ordenó el inicio de las investigaciones contra el obispo nacido en Polonia en 1948 y ordenado sacerdote en 1972.
Paralelamente, la periodista logró conversar con el exseminarista Francisco Javier Occis, de veintiocho años, quien fungía como diácono de una iglesia de El Seibo, al este de ese país. El joven declaró desde la cárcel de San Pedro Macorís que Wesolowski se habría convertido en un “depravado sexual”.
Confesó que se dedicaba a reclutar los menores que supuestamente eran abusados por el representante papal, “a los que pagaba hasta 36 dólares por favores sexuales”. Prefería ante todo a adolescentes de catorce a dieciséis años, y si eran ‘blanquitos’, “mucho mejor”. No sólo eso: aceptó que fueron amantes, que duró unos ocho meses y que, incluso, llegaron a tener sexo en la sede de la Nunciatura Apostólica.
Javier Occis confesó que el obispo de la provincia La Altagracia, Nicanor Peña, lo entrevistó en relación a sus vínculos con Wesolowski, lo que confirmaba que la Iglesia católica dominicana sospechaba de la conducta del diplomático.
Y así era. El 2 de agosto de 2013, el exnuncio dimitió al cargo y se trasladó a Roma, donde fue apartado del sacerdocio y puesto bajo arresto el 22 de septiembre de 2014, acusado de corromper sexualmente a menores, recibir pornografía infantil, causar daño psicológico y “mantener una conducta que ofende los principios morales y de la religión”.
El 6 de junio de este año, el fiscal de la Santa Sede, Gian Piero Milano, pidió al presidente del Tribunal del Estado Vaticano, Giuseppe Dalla Torre, que iniciara el juicio contra Wesolowski.
“El exprelado está acusado de varios delitos cometidos, lo mismo durante su estancia en Roma desde agosto de 2013 hasta el momento de su arresto, que en el periodo transcurrido en República Dominicana, durante los cinco años en que desempeñó el cargo de nuncio apostólico”, se precisa en el texto con el que se dio a conocer la determinación.
La primera audiencia del proceso se realizará el 11 de julio y se estima que la condena sea de seis a doce años de cárcel, además de obligarlo al pago de una multa.
Así, el caso Wesolowski puede ser considerado histórico no sólo porque será la primera vez que el tribunal vaticano procese a un jerarca de la Iglesia por delitos tan graves desde el punto de vista penal y moral, sino porque el verdadero fiscal del proceso es el propio pontífice.
ROMPER EL SILENCIO
El papa Francisco decidió romper el silencio que por siglos reinó en la Iglesia católica sobre la pedofilia y ha dado señales claras de que actuará con mano dura contra estos abusos.
La primera de esas señales se registró el 11 de abril de 2014 cuando se reunió por primera vez con un grupo de víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes, a quienes dedicó más de cinco horas y pidió perdón.
Seis víctimas, tres mujeres y tres hombres procedentes de Inglaterra, Irlanda y Alemania, acompañadas por algunos familiares, participaron en una misa privada en la capilla de su residencia.
“Ante Dios y su pueblo, expreso mi pesar por los pecados y crímenes graves de abuso sexual clerical cometidos. Y pido humildemente perdón. Pido perdón, también, por los pecados de omisión por parte de los líderes de la Iglesia que hicieron no responder adecuadamente a las denuncias de abuso de los miembros de la familia, así como por las propias víctimas de abuso”, les dijo.
Una segunda señal fue la introducción de un nuevo delito canónico, propuesto por la Comisión para la Tutela de los Menores, presidida por el cardenal Sean Patrick O’Malley y en la que estaban incluidas varias víctimas de abusos sexuales.
El delito fue definido como “abuso de oficio episcopal” y se refiere al comportamiento de los obispos que hayan ignorado o no hayan dado un seguimiento adecuado a las denuncias de abusos sexuales por parte de religiosos.
Una tercera muestra de su convicción para combatir este problema fue la creación de un tribunal específico para juzgar estos casos, que dependerá de la Congregación para la Doctrina de la Fe.
Por si quedara duda de su convicción para hacer frente al problema, el pontífice argentino envió en febrero pasado una carta dirigida a los presidentes de las conferencias episcopales en la que subrayaba que lo importante era erradicar de la Iglesia la violencia sexual y “no evitar los escándalos”.
“Es necesario continuar para hacer todo lo posible para erradicar de la Iglesia la plaga de los abusos sexuales sobre los menores y abrir una vía de reconciliación y de curación en favor de aquellos que han sido víctimas de abusos”, escribió el pontífice.
Simultáneamente al anuncio del juicio contra Wesolowski, el papa aceptó la renuncia de dos obispos estadounidenses. Se trata del arzobispo de Saint Paul y Minneapolis, monseñor John Clayton Nienstedt, y de su adjunto, monseñor Lee Anthony Piche, quienes dimitieron después de que su diócesis fue acusada por autoridades de Estados Unidos de no haber protegido a menores de un sacerdote que fue encarcelado por abusos sexuales.
Está claro que el papa Francisco no quiere que quede ninguna duda de su determinación para erradicar la pederastia del seno de la Iglesia, a pesar de que los sectores más conservadores siempre prefirieron el silencio y negar la existencia del fenómeno. Callar y ocultar no te lleva al cielo. Pedir perdón podría ser un paso, sólo un paso a él.