Para los amantes del libro,
el segundo aniversario apenas merece mención.
En 2013, los lectores
prepararon sus hígados para entrar en las salas de cine y ver a Leonardo
DiCaprio en el papel del personaje principal de la novela. Aunque visualmente
impresionante, los prosaicos excesos del Gatsby
de Luhrmann fueron una aberrante desviación de las exquisitas visiones
neoyorquinas de los años veinte, con su plétora de fuegos artificiales, las
voces de Fergie y Beyoncé en la pista sonora, y Nick Carraway –quien con tanta
elocuencia comunicara la trágica belleza del Sueño Estadounidense- desfigurado
a manos del Hombre Araña (Tobey Maguire). En esencia, la película confirmó
nuestros peores temores y volvimos a preguntarnos porqué insistían en que esa
refulgente gema literaria tenía que existir fuera del papel.
Con todo, a la cinta no le
fue del todo mal, generando casi 145 millones en taquilla. Y cosa nada
sorprendente, lo mismo ocurrió con el libro. Según Scribner, Gatsby vende, en promedio, unas 500 mil
copias cada año, pero en 2013 se vendieron 1.9 millones de ejemplares. Sin
duda, las ventas fueron impulsadas por la nueva portada en la que figuraba
DiCaprio, sonriendo arrogantemente entre la desmañada estética industrial de Luhrmann.
Para muchos, esa intromisión es mucho más ofensiva que la propia película, pues
la incongruencia entre la celebridad de la portada y el texto sagrado del
interior es espantosamente chocante. Lo mismo digo de Keira Knightley en la
portada de Anna Karenina, James
Franco en Mientras agonizo y Kristen
Stewart en el forro de En el camino.
Pese a las reseñas negativas
y a que la taquilla nacional captó menos de tres cuartos de millón de dólares, En el camino de Stewart dio importante
impulso a la venta del libro, afirma el director de mercadotecnia de Penguin
Books, John Fagan. “La gente lee, de cualquier manera”, dice. “Veas o no la
película, es posible que compres el libro porque siempre has querido leerlo.
[La cinta] hace que pensemos en Kerouac y los Beats, y como que se convierte en
algo más grande”.
Fagan señala también que las
ventas de títulos con portadas vinculadas con un filme superan en cifras a la
cubierta tradicional por un margen “significativo”. “La película
definitivamente atrae a personas que, de lo contrario, no lo leerían”, asegura.
Pocas experiencias artísticas
son tan personales como identificarse con una novela poderosa, así que es fácil
entender porqué a veces percibimos como traición que alguien adapte nuestra
obra favorita al mercado de consumo masivo. Las críticas resultantes casi
siempre están justificadas en casos de literatura canónica, pero debemos
considerar aspectos ulteriores a nuestra necesidad (ciertamente egoísta) de
reforzar la autenticidad de nuestra experiencia con el material fuente, pues
otras personas reciben una oportunidad nueva y potencialmente emocionante de
descubrir una obra de arte inestimable; una posibilidad que es muchísimo más
importante que nuestra arrogancia intelectual. Si hace falta que Leo guiñe
desde un reluciente forro para llamar la atención, entonces pongan a funcionar
las prensas, porque una adaptación cinematográfica –incluso la más insufrible-
posee la singular capacidad de meter con calzador una obra clásica de la
literatura en la conciencia del público. Dar por sentada semejante oportunidad
es de lo más anti-intelectual, y la respuesta de la crítica es irrelevante.
Romeo + Julieta
de Baz Luhrmann recibió críticas mediocres en su lanzamiento de 1996, mas es
imposible saber cuántas adolescentes recurrieron al libro –y a su vez, a Shakespeare
y a su vez, a cualesquiera tributarios literarios que decidieran seguir
después- solo porque un profesor de inglés sustituto puso un VHS de la película
cuando DiCaprio disfrutaba de su época dorada en los años noventa.
Cuando ese mismo educador
sustituto olvidó cubrir la pantalla durante el breve momento en que Claire
Danes aparece sin su blusa, causando revuelo en el aula, es posible que
ocasionara que algunos púberos siguieran el mismo camino de sus compañeras. Porque
un instante así es de lo más emocionante para un bachiller. ¿Y quién sabe? Tal
vez detrás pueda haber un libro que transforme su vida.