Una de las unidades de las fuerzas de seguridad jordanas de las que más se ha hablado es la Patrulla Real del Desierto.
Llena de tradiciones que se remontan a los días del Mandato Británico después de la Primera Guerra Mundial, los exploradores beduinos de la unidad, usando las distintivas kufiyas rojas y blancas en la cabeza y bandoleras en cruz sobre sus pechos, todavía montan camellos junto con vehículos militares Humvee de color arena mientras rastrean a los infiltrados que entran a través de las vastas extensiones del desierto del Reino Hachemí.
Al decir de muchos, son muy efectivos para vigilar las fronteras de Jordania, mientras que los 110 000 militares del rey Abdulá se enfocan en mantener el orden interno y, por supuesto, a su monarquía pro estadounidense.
Pero conforme se alarga la guerra encabezada por Estados Unidos contra el Estado Islámico [ISIS, por sus siglas en inglés] en los vecinos Irak y Siria, se ha sugerido que los militares de Jordania pudieran tener una participación más amplia. Después del espeluznante video en que se muestra a militantes del Estado Islámico [EI] quemando vivo a un piloto jordano capturado previamente este mes, Abdulá ha clamado por su sangre, enviando sus F-16 para bombardear campos de entrenamiento y depósitos de municiones del EI y otros objetivos sin pausa. Y funcionarios jordanos dicen que esto es solo el comienzo de las operaciones para erradicar a los yihadistas. “La historia de Jordania es testigo de que no olvidamos vengarnos, sin importar cuánto tardemos en hacerlo”, dijo el teniente general Hussein al-Majali, ministro del interior del país.
Esto es un giro notable de 180 grados, y que algunos en Washington ven como un apoyo tremendamente necesario para la guerra del presidente Barack Obama contra el EI de parte de un valioso aliado árabe. Antes de la muerte de su piloto, la mayoría de los jordanos no quería formar parte de la coalición contra el Estado Islámico encabezada por Estados Unidos, y un número considerable simpatizaba con el grupo. Pero desde la inmolación, ha decidido unirse a la campaña aérea, que ya lleva siete meses, de la coalición contra el grupo, y sus súbditos tribales están dispuestos a apoyarlo. La respuesta del joven monarca ha sido tan feroz que algunos en Washington ahora especulan que Jordania podría convertirse en el nuevo líder de una alianza suní árabe en contra del EI e, incluso, introducir soldados de pie a la batalla. Mientras tanto, Egipto se unió a la batalla en otro frente a mediados de febrero, enviando sus aviones de guerra a bombardear objetivos del Estado Islámico en la vecina Libia después de que el grupo hizo público un video que mostraba las decapitaciones de 21 trabajadores egipcios, todos cristianos coptos, en una playa mediterránea.
La adición de las tropas jordanas a la refriega sería un evento bien recibido en Washington, donde las fuerzas de tierra siguen siendo un tópico altamente delicado. Expertos militares dicen que las tropas de tierra de alguien —sean estadounidenses, iraquíes o árabes— son necesarias para imponerse al Estado Islámico. Hasta ahora, los kurdos iraquíes y las milicias chiitas han sostenido la línea frente al Estado Islámico en tierra, asistidos por ataques aéreos encabezados por EE. UU.
La propuesta de Obama
Tras meses de retraso, Obama finalmente ha revelado una propuesta de resolución que codificará su actual uso de la fuerza militar en contra del EI. El Congreso de Estados Unidos ahora debate la resolución, con los demócratas oponiéndose a soldados estadounidenses en tierra y los republicanos dispuestos a darle al presidente poderes de guerra más amplios. Obama enfatiza que él no busca una autoridad para una guerra en tierra no concluyente, pero ha advertido a los legisladores en contra de crear una legislación que restrinja sus opciones. Algunos funcionarios estadounidenses también han sugerido que una resolución balanceada de guerra podría animar a los miembros árabes de la coalición contra el EI para que aceleren su involucramiento en las acciones de guerra. Al principio de la campaña de bombardeos en agosto, las fuerzas aéreas árabes hicieron varias incursiones de bombardeo, pero hoy sus contribuciones consisten principalmente en apoyo logístico para los estadounidenses y, ahora, Jordania.
En su furia por la inmolación del piloto, los funcionarios jordanos no han descartado enviar algunas de las fuerzas especiales del país a la lucha en contra del Estado Islámico. Ellos se entrenan con sus pares estadounidenses y tienen experiencia de combate en Afganistán. Pero es poco probable que una caballería jordana considerable cabalgue al rescate de la lenta y pesada guerra de Obama en contra del EI. El Rey Abdulá puede amenazar con erradicar al Estado Islámico, pero su presupuesto y su pueblo solo le permitirán entablar hasta cierto punto su reyerta familiar tribal con los militantes.
Una ilustración reveladora de las restricciones presupuestales de Jordania apareció recientemente en Foxtrot Alpha, un acreditado sitio militar en la red que examinó detenidamente un video del gobierno jordano donde mostraba cómo sus aviones de guerra F-16 eran cargados de artillería y luego rugían al despegar para atacar objetivos del EI en Siria. Tyler Rogoway, el periodista experto en defensa que mantiene el sitio, señaló que Jordania usó principalmente bombas de caída libre, las cuales provocan extensos daños colaterales cuando se usan en áreas urbanas y posiblemente ayuden a fortalecer el apoyo popular al EI en la región. (No está claro si, como afirma el Estado Islámico, las bombas jordanas mataron a Kayla Mueller, la última rehén conocida del grupo.)
Si tales municiones no se usan contra objetivos urbanos, escribió Rogoway, entonces los aviones de guerra jordanos solo están atacando objetivos de baja prioridad en medio de la nada. La falta de municiones con precisión guiada estaba en la mente del rey Abdulá durante su visita reciente a Washington. Obama aumentó la ayuda a Jordania en 340 millones de dólares y hasta 1000 millones, pero el aumento cubre tanto la asistencia militar como fondos adicionales para pagar el alojamiento de más de un millón de refugiados sirios e iraquíes. Y eso plantea preguntas con respecto a si Jordania puede sostener una campaña aérea efectiva.
#estanoesnuestraguerra
Pat Lang, exanalista de Oriente Medio para la Agencia de Inteligencia de la Defensa, señala que cualquier uso extensivo de las tropas regulares jordanas contra el EI costaría mucho más de lo que el país puede solventar y requiere de un apoyo logístico considerable de un aliado ricachón como Estados Unidos. Entonces, se duda de que vean acción, incluso con el apoyo popular todavía fuerte con el aceleramiento en la campaña de bombardeo del rey Abdulá. El rey sabe que hay límites en el entusiasmo público por la venganza, y que cuanto más se alargue la lucha en contra del EI habrá más probabilidades de que resurja la mezcla de apoyo y ambivalencia que muchos jordanos sienten por el Estado Islámico.
Vale la pena recordar que antes de la inmolación del piloto, el hashtag de moda en los medios sociales jordanos era #estanoesnuestraguerra. En septiembre pasado, un grupo de casi dos docenas de miembros del Parlamento envió una carta al monarca, en la cual argumentó que Jordania no tenía razón para estar en esta lucha. Los Hermanos Musulmanes y los líderes salafistas más conservadores del país se opusieron públicamente a la participación de Jordania en la coalición en contra del EI, tildándola de otra acción encabezada por Occidente en contra del islam. Incluso los moderados argumentaron que el involucramiento de Jordania en la guerra solo provocaría represalias y llevaría la guerra a su país.
Una encuesta de septiembre muestra que un mero 62 por ciento de la población general consideraba el Estado Islámico como un grupo terrorista. La misma encuesta descubrió que solo 31 por ciento de los jordanos consideraba a Jabhat al-Nusra, la filial siria de Al-Qaeda, como un grupo terrorista. Tales cifras reflejaron una fuerte identificación sectaria suní entre los jordanos y su antipatía profunda por el chiita Irán y sus agentes alauitas y de Hezbolá en Siria.
Lo que aumenta las posibilidades de que las calles jordanas se pongan a favor del EI y Jabhat al-Nusra es la inestable situación económica del país y la matanza continua de suníes en Siria. Con la excepción de algunas exportaciones de potasa y fertilizantes, Jordania subsiste en gran medida con la ayuda y remesas extranjeras. Desde que la guerra civil siria empezó, hace cuatro años, casi un millón de sirios han buscado refugio en Jordania, además del casi cuarto de millón de iraquíes que ha huido de la lucha en su país. Su presencia combinada en Jordania ha disparado el precio de las viviendas y la competencia por los empleos. El desempleo en Jordania se registró por última vez en 25 por ciento. Y eso deja a muchos hombres jóvenes —y cada vez más algunas mujeres— susceptibles al llamado de los reclutadores yihadistas.
Jordania ha estado en una situación similar antes. Una encuesta de 2005 mostró que 61 por ciento de los jordanos apoyaba a Osama bin Laden. Más tarde, ese año, la filial de Al-Qaeda en Irak hizo estallar bombas en tres hoteles occidentales en Amán, matando e hiriendo a 175 personas. Para 2010, el apoyo a Bin Laden se había desplomado a 13 por ciento. Pero para 2014, cantidades significativas de jordanos habían pasado sus simpatías al EI y Jabhat al-Nusra.
Algo es seguro: haber quemado al piloto jordano ha detenido esas simpatías por el momento. Pero si el pasado sirve de guía, los jordanos sí, de hecho, pierden su sed de venganza, pero tales simpatías podrían resurgir, poniendo de nuevo en duda a su país.