Desdeque el expresidente Felipe Calderón emprendió la guerra contra los carteles del narcotráfico, 209 militares han fallecido en enfrentamientos armados y 1760 más, desde soldados rasos hasta cabos, sargentos segundos y primeros, tenientes y coroneles han sido heridos durante tiroteos. En algunos casos, por la gravedad de las lesiones, no han continuado activos en el Ejército Mexicano.
Del 11 de enero de 2007 —apenas 41 días después de que el exmandatario panista tomara el control del país tras relevar a Vicente Fox— al pasado 2 de octubre de 2014, se han registrado 3520 enfrentamientos contra miembros de organizaciones criminales dedicadas al tráfico de drogas, la extorsión, el secuestro y la explotación de personas con fines sexuales y laborales.
Tan solo en los primeros 10 meses de este año, de acuerdo con información de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), se registraron 234 combates en los que perecieron 15 elementos castrenses. Los últimos fueron un deceso en San Martín Hidalgo, Jalisco, el 24 de septiembre, cuando un convoy con personas armadas abrió fuego y en el intercambio de disparos también fallecieron cuatro de los agresores; otro en Mier, Tamaulipas —donde hay disputa por el control de esa plaza entre el Cartel del Golfo y Los Zetas—, el 17 del mismo mes, y dos en Tepehuanes, Durango, el día 1º, cuando se registró una emboscada y posterior enfrentamiento entre militares y probables narcotraficantes, en el camino vecinal de Guanaceví.
En este mismo lapso resultaron heridos 240 elementos del Ejército. De estos, la Sedena reporta 22 durante el caso Tlatlaya, en el Estado de México, el 30 de junio.
Aunque en un principio la dependencia federal informó que civiles armados dispararon contra militares cuando estos ubicaron una bodega en el municipio mexiquense y al “repeler la agresión” mataron a 22 civiles, el pasado 7 de noviembre un juzgado dictó una orden de formal prisión en contra de siete militares acusados de participar en el tiroteo, pues, presuntamente, tres de ellos dispararon contra un grupo de supuestos delincuentes que ya se habían rendido.
Entre los cargos están “homicidio calificado”, abuso de autoridad, alteración ilícita del lugar y vestigios del hecho delictivo, así como por ejercicio indebido del servicio público.
También a uno se le fincó “encubrimiento en la hipótesis de no procurar impedir la consumación de un delito”.
Estos siete militares procesados están recluidos en una prisión castrense del Campo Militar 1-A, en la ciudad de México.
En total, del 1 de enero al 2 de octubre de 2014, fueron puestas a disposición de la autoridad ministerial 220 personas por agredir con armas de fuego a las Fuerzas Armadas y delitos relacionados con la delincuencia organizada.
Desde la llegada de Enrique Peña Nieto —quien ha continuado con el combate militar contra los carteles del narcotráfico—, el 1 de diciembre de 2012, y hasta la fecha que reporta la Defensa Nacional, han muerto en tiroteos 39 militares y 759 más han resultado heridos (61 ese mes de diciembre, 458 durante 2013 y 240 en lo que va del año).
Incluso, el día de la sucesión, mientras Felipe Calderón le entregaba la banda presidencial a Peña Nieto, la alternancia en el poder comenzó con un enfrentamiento en Valle Hermoso, Tamaulipas, con saldo de cuatros soldados lesionados.
Con Calderón, cerca de 3000
enfrentamientos
Cuando el exmandatario panista dejó la residencia oficial de Los Pinos también dejó como estadística una marca de 2774 combates entre el Ejército y los carteles del narcotráfico. Algunos de ellos, como Los Zetas, integrados precisamente por exmilitares de elite, desertores de las Fuerzas Armadas Mexicanas. Entre ellos se encontraba Heriberto Lazcano Lazcano, el Lazca, quien fue presuntamente abatido en Progreso, Coahuila, en los últimos meses del sexenio calderonista. Esa fue la máxima conquista durante esos seis años de combate al crimen organizado.
En ese período, según el reporte de la Sedena obtenido vía Infomex, fallecieron 170 elementos del Ejército y 1001 resultaron heridos. El año con más enfrentamientos fue 2011, con 1009. Más de dos por día.
Los estados donde más choques se registraron fueron Tamaulipas, área de influencia de Los Zetas y el Cartel del Golfo; Michoacán, con La Familia y Los Caballeros Templarios; Baja California, con disputas entre el Cartel del Pacífico y Los Arellano Félix; así como Durango y Sinaloa, este último con dominio de la organización delictiva del mismo nombre ahora probablemente liderada por Dámaso López, el Mini Lic, tras la reaprehensión de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo.
Tanto con Calderón como con Enrique Peña han sido puestos a disposición del ministerio público 3321 presuntos responsables de homicidio y lesiones en contra de militares.
Los decesos únicamente corresponden a agresiones por arma de fuego en enfrentamientos, pues también hay elementos que han fallecido por accidentes automovilísticos, 92 hasta inicios de 2014 y percances aéreos, 45, respectivamente.
Los familiares de los soldados caídos o heridos pueden acceder al Seguro de Vida Militar, que tan solo de 2008 a 2012 destinó 2258 millones 197 914 pesos, según un documento del Instituto de Seguridad Social para las Fuerzas Armadas Mexicanas (ISSFAM) publicado en el Diario Oficial de la Federación (DOF).
Aunado a ello, está la deserción de 43 827 soldados de distintos rangos, el 20 por ciento del total de efectivos con el que contaba el Ejército durante el sexenio de Felipe Calderón. Esto lo revelan informes de la Sedena.
El reacomodo de los cArteles…
Aunque la guerra emprendida por el gobierno mexicano para combatir las organizaciones que controlan diversas actividades ilícitas, principalmente el tráfico de drogas, dejó el pasado sexenio más de 60 000 muertos (tanto civiles, narcotraficantes y soldados) con base en las cifras de la actual administración, el número de carteles y células que estos mismos controlan para la distribución de estupefacientes a lo largo del país —así como a Estados Unidos, Sudamérica y otras regiones, pues según investigaciones internacionales existen nexos entre narcos mexicanos y las mafias italiana, japonesa, peruana e hindú para trasegar decenas de toneladas de drogas en América Latina, Europa y Asia—, no ha disminuido.
Cuando comenzó esta estrategia de seguridad, en México solo había cuatro grandes carteles de narcotráfico: Sinaloa, Juárez, el Golfo y la Familia Michoacana. Actualmente la Procuraduría General de la República (PGR) identifica nueve organizaciones que controlan 49 pandillas y tienen presencia en 23 entidades. A los que ya existían se sumaron el del Pacífico, los Arellano Félix (debilitado por la caída de los integrantes de esta familia y abatimiento de cabecillas), La Familia Michoacana, Carrillo Fuentes, Beltrán Leyva, Los Zetas, Los Caballeros Templarios y el Cartel Jalisco Nueva Generación. Algunos son escisiones que se han producido tras batallas sangrientas, marcadas por la enemistad, por el control de plazas. Otras se lograron tras reacomodos en el interior de estos grupos delictivos.
Sin embargo, pese a que los militares han recibido aumentos salariales de más de 100 por ciento para que sigan en el combate contra el narcotráfico, pues según el tabulador de sueldos de la Sedena actualmente el salario máximo de un militar es de 124 000 pesos y el mínimo de 8820, según el escalafón, los carteles no ceden y la guerra sigue.
El gobierno mexicano destaca que entre los capos fallecidos en operaciones de las fuerzas de seguridad nacional se encuentran Arturo Beltrán Leyva, Nazario Moreno, Ignacio Coronel Villarreal, Antonio Ezequiel Cárdenas Guillén y Heriberto Lazcano, pero desconoce el número de asesinatos en enfrentamientos de personas que no tenían ninguna relación con actividades delictivas, las llamadas “víctimas colaterales” de la narcoguerra.