Diversos sectores de la sociedad y principalmente los padres de los 43 desaparecidos de Ayotzinapa, dudan de la versión presentada por la Procuraduría General de la República el pasado 7 de noviembre, donde se argumentó que se privó de la vida a más de 40 personas y, posteriormente, fueron quemadas en un basurero municipal de Cocula, Guerrero.
Pero ¿la especulación se da por la negación ante el dolor de los familiares o realmente hay elementos para dudar de esta teoría?
El principal hecho que hace dudar de la probable incineración es que el día que elementos de la policía municipal de Iguala se llevaron a los jóvenes, el viernes 26 de septiembre, se presentaron lluvias constantes entre las 23 horas y las cuatro de la mañana del día siguiente con precipitaciones de hasta de 25 mm.
Hernán Dinorín Estrada, director general de la Academia Internacional de Formación en Ciencias Forenses, explica a Newsweek en Español que en condiciones de lluvia, “al hacer una fogata con los cuerpos encimados sí varía la temperatura ligeramente entre la de los cuerpos que estén al exterior y las del centro del fuego, y si tiene elementos incendiarios o carburantes, precisamente por sus características químicas, son mas difíciles de apagarse con lluvia mínima; sin embargo, ante lluvia torrencial sí pudieran apagarse”.
Por su parte, Mari Paz Utrera Rivera, encargada de crematorios en la agencia funeraria Jardín Guadalupano, explica a este medio que la incineración de un cuerpo tarda de dos a tres horas, “dependiendo de la complexión, y entre 300 y 500 grados en el horno previamente calentado”. Sin embargo, “considero que al aire libre y con elementos carburantes, como de ocho a 10 horas”.
De igual forma, una vez preparado el cadáver “quedan únicamente los huesos en una condición como si tuvieran osteoporosis, por lo que después de la incineración se pasan por una trituradora”, señala Utrera Rivera.
En la versión presentada por los tres detenidos, Jhonatan Osorio Gómez, el Jhona; Patricio Reyes Landa, el Pato, y Agustín García Reyes, el Chereje, en la conferencia del procurador Jesús Murillo Karam, estos relatan que poco después de la medianoche llevaron a más de 40 jóvenes, que declararon ser estudiantes, al basurero municipal de Cocula, llamado El Hoyo del Papayo, cuyo poblado más cercano se encuentra a siete kilómetros.
Según sus declaraciones, las más de 40 personas fueron transportadas en dos camionetas a este lugar y en el trayecto perecieron 15 personas por “asfixia”, y a los restantes los privaron de la vida, y posteriormente los arrojaron en una pendiente de aproximadamente 30 metros.
Una vez abajo, según sus afirmaciones, hicieron un círculo de piedras, lo rellenaron con llantas y leña, entre estas acomodaron los cadáveres en forma de símbolo de gato y les prendieron fuego con diésel, gasolina y plásticos, para luego tomarse turnos para avivar el fuego.
Sin embargo, al preguntarle a uno de los involucrados cuánto había durado la quema, señaló, “sin meterle mano, duró como unas seis o siete horas”, lo que es muy impreciso, ya que con lluvia un fuego incluso con carburantes no podría mantenerse por tantas horas.
Otro de los declarantes aseguró que la “fogata” se había apagado entre las 15 y 16 horas del sábado 27 de septiembre y que esperaron aproximadamente dos horas para arrojarle tierra y enfriar las cenizas, para luego meter los restos en ocho bolsas negras doblemente reforzadas e ir a tirarlas “a Estaquitas, al puente de San Juan”, en el río donde vaciaron seis y dos las arrojaron íntegras, pero una de ellas se rompió en el acto.
Los expertos consultados indican que las cenizas de un cuerpo calcinado pesa entre un kilo y medio y dos kilogramos aproximadamente.
Dos días después de la declaración de la PGR, es decir, el domingo 9 de noviembre, una comisión de seis padres de familia, acompañados por promotores de la Unión de Pueblos y Organizaciones del estado de Guerrero (UPOEG), realizó un recorrido en el basurero donde presuntamente se cometió el crimen y por la noche ofrecieron declaraciones a reporteros en la explanada de las Tres Garantías, donde la UPOEG mantiene su campamento.
Y señalaron que ellos se mostraban incrédulos: “Sabemos que esas piedras cuando se calientan demasiado con la lumbre truenan, se revientan o deshacen, y las piedras que están ahí están casi intactas, por lo que es ahí donde nosotros no creemos esa versión de que nuestros hijos estuvieron ahí, no se ve nada”, protestó el padre de uno de los desaparecidos, de igual forma expresó que habían encontrado solo huesos bovinos.
El director general de la Academia Internacional de Formación en Ciencias Forenses considera que el análisis mitocondrial que se está llevando a cabo en Innsbruck, Austria, podría arrojar la verdad resolutiva ante estos hechos.
“Es factible y confiable que se localice información genética en esos restos, ya solo dependerá de la confianza que se tenga en el laboratorio que se ingrese; en opinión personal, debería designarse una comisión de padres de los desaparecidos con expertos mexicanos en el área para que la cadena de custodia sea única y verificable”.