En 1995, mientras estudiaba leyes en la Universidad Bar-Ilan de Israel, Nitsana Darshan-Leitner y unos condiscípulos se enfurecieron porque Muhammad Abbas, uno de los palestinos que participó en el secuestro del crucero Achille Lauro en 1985, se le iba a permitir regresar a Israel. Los estudiantes decidieron presentar su propio caso a la Suprema Corte israelí.
Sin posibilidades de costearse un abogado, el grupo eligió a Darshan-Leitner para que los representase y llevase su caso. “La razón de que me eligieran fue simple”, explica ella. “Porque soy mujer. Si perdía, ellos pensaban que la corte sería amable y no me abofetearían con aranceles judiciales”.
Darshan-Leitner nunca antes había llevado un caso. “Estaba loca de miedo”, dijo ella. Pero su retórica fue intensa, evocando los apuros miserables de Leon Klinghoffer, el anciano discapacitado judío-estadounidense en silla de ruedas a quien los terroristas le dispararon y empujaron sobre la borda cuando no les cumplieron su demanda de liberar a 50 palestinos presos en cárceles israelíes. “Yo dije que la voz de Klinghoffer podía oírse desde el fondo del océano”, dice ella. “Fue muy dramático”.
Darshan-Leitner perdió el caso, pero el jurado quedó tan impresionado con su actuación y su pasión, que citó su recapitulación mientras leía su veredicto. “Tampoco tuve que pagar aranceles judiciales”, dice ella. Pero el caso le dio a la joven abogada el apetito de perseguir otras causas aparentemente imposibles; en especial, demandar a los terroristas por indemnización.
Previamente este mes, Darshan-Leitner y su equipo de Shurat HaDin, Israel Law Center —algunos de los cuales son los estudiantes de leyes originales de Bar-Ilan— comenzó una investigación importante y una demanda contra el grupo terrorista Estado Islámico, también conocido como EI. Ellos dicen que si pueden rastrear el dinero que EI recibe por las ventas de petróleo, pueden parar sus operaciones. La ruta de esto, dice Darshan-Leitner, es seguir a los bancos que todavía hacen negocios con EI.
“La pregunta es: ¿cómo obtiene EI el dinero?”, dice Darshan-Leitner, de cuarenta y tantos años, desde su despacho en Tel Aviv. “Técnicamente no podemos ir por EI. Pero podemos ir por los bancos árabes que lo financian. La fuente del dinero. No hablamos de cacahuates; hablamos de varios millones de dólares al día que EI obtiene de los campos petrolíferos. Debe haber bancos que ayudan a EI a recibir ese dinero. En esto es en lo que debemos poner el dedo”.
Aun cuando no puede dar detalles específicos de la investigación en marcha —por ejemplo, si la CIA le ayuda y qué bancos tiene en la mira— ella dice que su equipo tratará de entrevistar a trabajadores que son empleados en los campos petrolíferos. “Tenemos expertos en terrorismo, y definitivamente tenemos pistas”, dice ella
“El mercado negro sólo significa precios. El dinero debe pasar por un sistema bancario. Y allí es donde estamos observando”. Ella dice que EI obtiene alrededor de US$1.2 millones “por campo petrolífero, al día. Y tienen siete campos petrolíferos”. Los bancos, dice ella, son principalmente de Qatar y Turquía. “Los saudíes aprendieron su lección. No estamos observándolos”.
“Recuerde que cuando EI tomó el control de los campos petrolíferos, conservaron a los mismos trabajadores locales y le venden a la misma gente”, dice ella. “Ellos cambiaron la administración —pusieron a su propia gente— pero le venden a la misma gente, las mismas gasolineras. Ellos venden en Turquía e Irak —y he aquí la verdadera ironía— al gobierno de Assad en Siria”.
En cuanto a recibir asistencia de EE UU o el gobierno israelí, “le puedo decir por casos anteriores, que en cuanto se tocan los nervios de los servicios de seguridad, en cuanto ellos saben que vas por terroristas, ellos caen en cuenta de que tienes un artilugio para combatirlos. Ellos se involucran y te ayudan”.
Su estrategia para atacar los bolsillos de los terroristas es usar tecnicismos legales para bloquear su financiamiento. Si los bancos que ellos usan tienen filiales en EE UU o Canadá, ella puede procesarlos bajo la Ley Patriótica estadounidense o la Ley Antiterrorismo canadiense. Citando casos anteriores, ella explica que cada vez que sucede un ataque terrorista, su equipo empieza a revisar quien ha sido arrestado y luego empieza a desarrollar un caso”.
“El caso te dice quién cometió el crimen. Pero la meta es ir por quien financió el terrorismo”, dice ella. “No el terrorista en sí, porque eso no lo disuadirá. Nada lo disuadirá, ciertamente no las demandas legales”.
“Todos los bancos [que usan los terroristas] tienen transacciones en efectivo. Por lo general usan un banco estadounidense correspondiente. Entonces puedes presentar un caso en EE UU”. Todavía puede hacerse si el banco tiene una filial en otro país, dice ella. “Por ejemplo, presentamos una demanda contra Hezbolá al rastrear un banco libanés que tenía nexos con Canadá. La corte usó su prórroga de jurisdicción y la aplicó a ese banco”.
“Entonces, seguimos el dinero. Seguimos cualquier pista que conecte al perpetrador con la fuente. La otra manera de investigar es pescar a toda la organización, lo cual es más difícil. Usamos a una víctima y presentamos una demanda civil”. Esta, dice ella, es su manera de llegar al corazón de las organizaciones terroristas, su recurso más vital: su dinero.
La idea de “ir por EI” se dio durante el verano, cuando la guerra de Gaza estaba en marcha. “Íbamos por Hamas”, dice ella. “La razón por la cual estalló la guerra fue que Hamas se quedó sin fondos, aun cuando Qatar aceptó darles dinero. El problema fue que ningún banco se lo transferiría. Y esto fue gracias a nosotros. Los bancos tienen miedo de ser demandados si operan en zonas terroristas”.
Al principio, dice ella, el dinero para Hamas era contrabandeado en maletas, en efectivo, a través de los túneles que unen a Gaza con Egipto. Luego los túneles fueron destruidos. En el curso de revisar el caso de Hamas, el equipo de ella se percató de que eran bancos qataríes los que proveían transacciones especiales a Hamas. El equipo empezó a vincular nombres de cuentahabientes con grupos terroristas. “Ampliamos la operación cuando caímos en cuenta de que ellos transferían a otras organizaciones terroristas, como EI”.
Ir por EI es “un reto”, admite ella. Aparte del hecho de que su estructura es turbia, opera desde Siria e Irak, dos países cuyos sistemas bancarios no son accesibles. “Incluso Al-Qaeda y sus comandantes tenían cuentas bancarias que podían rastrearse”, dice ella. “Pero con EI, se pierde el rastro”.
Sin embargo, ella afirma que su equipo no se amilana. El despacho, que ahora está conformado por 10 abogados, abrió en 2003. Desde entonces, Shurat HaDin ha presentado acciones civiles contra numerosos bancos e instituciones financieras acusadas de “instigar y asistir a grupos islámicos y árabes dedicados a ataques terroristas”.
Se han llevado a cabo casos en contra de la OLP, la Autoridad Palestina, Hezbolá, Hamas, la República de Irán, Corea del Norte y el Banco de China. Unos son más exitosos que otros. Darshan-Leitner dice que su despacho ha recibido con éxito más de US$1,500 millones en juicios, congelado más de US$600 millones en recursos terroristas y asegurado más de US$120 millones en pagos reales para las víctimas y sus familias.
Ella no sólo representa israelíes. “Tenemos muchos árabes, cristianos y musulmanes, y drusos; por ejemplo, ahora tenemos un caso en contra de American Express en el Norte”. (Esto implica una demanda en la cual Darshan-Leitner y un abogado de Nueva York, Robert Tolchin, argumentan que el Banco American Express y el Banco Libanés Canadiense efectuaron transferencia por millones de dólares a Hezbolá entre 2004 y 2006, y que el dinero luego fue usado para llevar a cabo ataques con cohetes contra ciudades israelíes.) Ella también lanzó una campaña pública para salvar la vida de Imad Sa’ad, un policía palestino acusado de ayudar a los servicios de inteligencia israelíes en la caza de fugitivos. Él fue sentenciado a muerte por un tribunal militar palestino. “Al final, él no murió. Fue sentenciado a trabajos forzados en una prisión”, dice ella.
Pero ella dice que no representaría a la familia del adolescente asesinado, Mohammed Abu Khdier, quien fue secuestrado, torturado y quemado vivo el verano pasado en un ataque por venganza cometido por colonos israelíes de línea dura en represalia por el secuestro y asesinato de tres adolescentes israelíes. Fue un caso horrendo que conmocionó las consciencias de los israelíes y los obligó a revisar su trato y represalias contra los palestinos.
¿Por qué? Ella lo piensa por un momento, luego dice: “Muchos grupos representan a los palestinos. Pero somos los únicos que representan a los israelíes víctimas de terrorismo como una organización. Hay algunos abogados que toman un caso aquí, un caso allá, pero no de la forma masiva en que lo hacemos”.
Ella presentó recientemente una propuesta para acusar a Hamas por crímenes de guerra, para tratar de llevarlo ante la Corte Criminal Internacional, lo cual, incluso para los términos de Darshan-Leitner, es improbable.
Pero hubo otros igual de improbables. En 2002, su equipo fue por el ex ministro de defensa sirio, Mustafa Tlass, uno de los hombres más famosos en Siria después de Bashar Assad, en representación de la familia Shatsky, cuya hija murió en una pizzería de la plaza comercial del asentamiento Karnei Shomron en la noroccidental Samaria, al este de Kfar Saba, por un grupo terrorista que ella dice fue financiado por Siria.
Ella presentó la demanda en Washington contra Siria, arguyendo que ésta dio un apoyo crucial al grupo miliciano Frente Popular por la Liberación de Palestina, cuyos miembros llevaron a cabo el ataque suicida. El caso sigue pendiente de resolución.
Darshan-Leitner lleva un estilo de vida frenético. Está casada con un profesor de leyes de Miami, Ariel Leitner, y tiene seis hijos, que van de los 6 a los 15 años. “Es una locura, es demencial”, dice ella. “Viajo mucho. A veces llego al despacho a las 6 a.m. y me voy a medianoche. Pero atiendo mucho a los niños los fines de semana y soy estricta con sus tareas”.
Sus padres, quienes nacieron en Irán y llegaron a Israel en 1948, cuando surgió el nuevo estado, la ayudan con su hogar al norte de Tel Aviv, al igual que una niñera. Ella no vive en un asentamiento ilegal y dice que es “religiosa; ortodoxa, pero no ultra-ortodoxa”. Aun así, ella admite que sus posturas son en gran medida de línea dura. Ella está convencida de que nunca habrá una solución de dos estados en su país. “No pienso que podamos vivir juntos”, dice ella con franqueza.
En cuanto a su caso actual —EI— el cual consume la mayor parte de su tiempo, ella lo toma con filosofía. Ella dice que no lo está haciendo sólo por los israelíes y su protección, sino por toda la comunidad internacional que está en riesgo por los modos asesinos de EI.
“Por supuesto que es un reto; uso mucho esa palabra. No sólo por la naturaleza del caso sino por el peligro que representa para el resto del mundo. Esto no es terrorismo local; no es Hamas o Hezbolá o el PKK [el partido de los Trabajadores de Kurdistán] amenazando a los kurdos”.
“Si bloqueamos su financiamiento, será extremadamente importante en la lucha contra el terrorismo”.
@janinedigi