En ocho décadas de vida se ha convertido en un referente obligado para la cultura a nivel internacional.
Erguido a las afueras de la concurrida calle peatonal Madero, sobre el Eje Central Lázaro Cárdenas de la capital mexicana, está uno de los símbolos más perdurables de la ciudad de México. Un santuario que ha visto pasar ocho décadas de vida cultural, cotidiana y extraordinaria. Para muchos que viven y transitan en la ciudad de México quizás el Palacio de Bellas Artes (PBA) no se exhiba como lo sublime que es, pero tan solo hace falta ver que es una parada obligada para los extranjeros para percatarse de su innegable relevancia histórica.
Su construcción se inició en 1904, aun bajo la presidencia de Porfirio Díaz, quien, como cuenta la historia, era un auténtico aficionado del arte francés. Parte de su proyecto de traer a México esa cultura incluyó obras públicas que aún existen en la ciudad, como el Paseo de la Reforma (modelado a semejanza de los Campos Elíseos parisinos) y el mismo Palacio de Bellas Artes, cuya arquitectura de estilos art déco y art noveau estuvo a cargo de Adamo Boari.
Este año, el Instituto Nacional de Bellas Artes ha dedicado sus esfuerzos a celebrar el aniversario número 80 del PBA, el cual festeja no solo ocho décadas de vida, sino su permanencia en la historia cultural de México, su reconocimiento a nivel mundial y su renovación constante para albergar las expresiones artísticas más relevantes de cada época.
Newsweek en Español entrevistó a la directora del INBA, Cristina García Cepeda, para que precisara más sobre dicha celebración.
“El Palacio de Bellas Artes, además de ser el foro cultural por excelencia de México, es uno de los principales símbolos de México, ya que constituye un puente entre siglos, un vínculo entre pasado y presente. En él se refleja la historia de la cultura y las artes, el siglo XX mexicano y la vida cotidiana. A 80 años de su inauguración y más de un siglo del inicio de su edificación, el Palacio de Bellas Artes es una clase de historia viva”, comenta García Cepeda.
A nivel internacional es el único teatro en México que puede ser comparado con algunos de los más emblemáticos del mundo; convirtiéndose entonces en nuestra “Ópera de París, en Francia, en Italia con la Scala de Milán, en Nueva York con el Metropolitan Opera House o el Lincoln Center, y en Londres con el Covent Garden”.
Además de esto, agrega la directora del INBA, “el valor arquitectónico del edificio y las obras artísticas que ornamentan su estructura exterior e interior son elementos que llevaron a la Unesco a otorgarle la declaratoria de Monumento Artístico en 1987”.
Desde su inauguración, en 1934, el Palacio de Bellas Artes fue concebido no solo como un teatro, sino como una institución cultural que debía acercar las artes a la sociedad.
“Durante los primeros años sus programas, conciertos, obras de teatro, montajes operísticos y galerías, estuvieron encaminadas a la construcción de una institución y, en diciembre de 1946, la idea finalmente se materializó.
“En 1946 se abrió la Escuela de Arte Teatral bajo la dirección del ya entonces conocido Andrés Soler. Grandes generaciones de artistas se formaron en las aulas del Palacio, y entre los primeros egresados aún se recuerda a Carlos Ancira y Silvia Pinal”.
Además de su sala de conciertos, en noviembre de 1934 el Palacio de Bellas Artes abrió el Museo de Artes Plásticas. Y fue el primer museo en México dedicado a exhibir exclusivamente obras de arte. Su acervo tenía piezas que iban desde el siglo XVI hasta las primeras décadas del siglo XX, esculturas mesoamericanas y arte popular.
Menciona Cristina García Cepeda que, además, “resguarda murales mexicanos famosos, entre los que destacan Catarsis, de José Clemente Orozco; Apoteosis de Cuauhtémoc, de David Alfaro Siqueiros, El hombre controlador del Universo, de Diego Rivera, y Nacimiento de nuestra nacionalidad, de Rufino Tamayo, además de obras de Manuel Rodríguez Lozano y Roberto Montenegro”.
En 1968 cambió su nombre por el de Museo del Palacio de Bellas Artes y es considerado como el origen del sistema de museos de arte en México.
Aún así, el PBA conservó lugar para su propia historia, y en 1984, al cumplirse medio siglo de su inauguración, fue creado el Museo Nacional de Arquitectura en el tercer piso del edificio.
“En su espacio se encuentra el proyecto arquitectónico original de PBA de Adamo Boari y su modificación llevada a cabo por el arquitecto Federico Mariscal. Con más de 15 000 visitas al mes y 122 exposiciones, desde que abrió sus puertas, el recinto explica la arquitectura mexicana, su historia, tendencias, transformaciones, así como las manifestaciones de la arquitectura universal”.
A pesar del auge que durante la década de 1930 tuvieron la radio y el cine, el Palacio de Bellas Artes llenó su sala con una oferta cultural distinta. Y a través de los años ha sido testigo de muchas de las representaciones culturales más destacadas y relevantes del mundo. Por ejemplo, explica la directora, “la primera función de danza fue montada por el Ballet Russe de Monte Carlo; la primera función de ópera fue Tosca de Puccini en 1935 y, ese mismo año, se estrenó la primera temporada de teatro nacional”.
Asimismo, existen obras de teatro como El gesticulador, considerada la obra cumbre del dramaturgo mexicano Rodolfo Usigli (estrenada en el Palacio de Bellas Artes en 1947). Don Juan Tenorio, la famosa obra de Zorrilla, que ha pisado el escenario del Palacio con distintos montajes desde 1935. La primera temporada de teatro infantil se inauguró en marzo de 1942, con Pinocho en el país de los cuentos y, desde entonces, generaciones de niños han transitado por el recinto.
Por si esto fuera poco, hay algunos momentos que el PBA ha vivido que se han quedado para siempre en la memoria de México. “De 1950 a 1952, nadie pudo superar a la llamada ‘diva del siglo’: María Callas. En una de sus presentaciones en Bellas Artes, con Lucia di Lammermmoor, la Callas recibió una ovación de 15 minutos ininterrumpidos. En 1957, México y el Palacio recibieron por primera vez a Marcel Marceau con su tradicional programa de pantomima.
“A partir de la década de 1970, comenzó a escucharse en México la llamada canción popular. En 1972 se presentó Joan Manuel Serrat, el folclorista argentino Atahualpa Yupanqui y el sitarista hindú Ravi Shankar. Un año más tarde, la ‘nueva trova’ se ganó su lugar en el gusto del público y la música folclórica llegó al foro con la presentación del grupo Los Folkloristas, Mercedes Sosa, María Dolores Pradera, Paco Ibáñez, Óscar Chávez y el conjunto Los Calchakís. Aunque ya se habían escuchado voces como la de Pedro Infante y Tito Guízar en Bellas Artes (1944), en 1976 Lola Beltrán fue la primera cantante de música ranchera en ofrecer un recital completo”, expresa Cristina García Cepeda.
De igual manera, en la danza, el Palacio ha albergado a figuras emblemáticas tanto de ballet como pioneros de la danza contemporánea. Pina Bausch, Alicia Alonso, Julio Bocca, Maurice Béjart, Rudolph Nureyev, el ballet de la Ópera de París, el Bolshoi y el Ballet Nacional de Cuba son solo algunos de los que han engalanado el foro principal de cultura en México.
Pese a esto, es interesante recordar que no todo ha sido festejo en la historia del PBA, también ha enfrentado momentos difíciles, incluso desde que comenzó su construcción.
“Se tenía la idea de terminarlo para el centenario de la Independencia; sin embargo, el inicio de la Revolución Mexicana provocó que pasaran casi tres décadas para que fuera inaugurado. Desde entonces, debido al peso de su estructura y a las condiciones del subsuelo, el edificio ha requerido varias intervenciones para mitigar su proceso de hundimiento”, asegura la entrevistada.
Otro ejemplo de los relatos de controversia de los que ha sido testigo se dio el 13 de junio de 1954, cuando se recibieron los restos de Frida Kahlo. Diego Rivera ordenó colocar sobre el féretro una bandera del partido comunista, provocando un escándalo sin precedentes que propició la salida del entonces director del INBA, Andrés Iduarte. Discursos, sonetos y canciones resonaron en Bellas Artes para despedir a Frida.
Sin embargo, ahora el PBA se encuentra en un momento privilegiado. Testigo y parte de la historia mexicana, conmemora 80 años de vida, no sin dificultades, pero con más goces y proyectos que lo han sostenido como eje de la vida cultural de México. El programa conmemorativo se conformó con una perspectiva lo más plural posible, que dio cabida a las diversas manifestaciones escénicas, así como a la participación de artistas nacionales e internacionales.
Cuenta la directora del Instituto que el programa se inició en marzo pasado y “ha contado con la presencia del Ballet Lausanne de Maurice Béjart, la violinista Sara Chang, el pianista Lang Lang, el Ballet de Zurich, la compañía suiza de teatro de la transformación Mummenschantz, una Gala Internacional de Ballet con la participación de las principales figuras de la danza encabezados por los mexicanos Elisa Carrillo e Isaac Hernández, una Gala con el tenor Javier Camarena y la soprano Rebeca Olvera, la Orquesta Filarmónica de San Petersburgo, el Trío Guarneri de Praga, el Cuarteto Arditti del Reino Unido, la Royal Philharmonic Orchestra también del Reino Unido, la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro de Madrigalistas, Concertistas de Bellas Artes y Solistas Ensamble del INBA”, solo por mencionar algunos.
Para el 29 de septiembre, fecha oficial del aniversario, se preparó una gala especial con la Orquesta Sinfónica Nacional, el Coro del Teatro de Bellas Artes, Solistas del MET de Nueva York y el pianista Jorge Federico Osorio, con la interpretación de la Fantasía coral y la Novena sinfonía de Ludwig van Beethoven, y ese mismo día se canceló una estampilla postal conmemorativa.
“En octubre se realizará una Gala Operística con el tenor Francisco Araiza, la soprano María Katzarava, el barítono Alex Lawrence, el bajo Eric Hallfvarson y Christopher Franklin como director; dos conciertos a cargo de la Orquesta Revolucionaria y Romántica del Reino Unido, dirigida por Sir John Elliot Gardiner. También se presentarán, de Francia, el Ensamble Intercontemporáneo y Les Arts Florissants”, asegura García Cepeda.
Aclara que igualmente las artes visuales siguen formando parte importante de los festejos, con las muestras de Picasso revelado por David Douglas Duncan, Ángel Zárraga. El sentido de la creación, Historia arquitectónica del Palacio de Bellas Artes y El siglo XX visto a través del Palacio de Bellas Artes, así como En esto ver aquello. Octavio Paz y el arte, enmarcada a su vez en la conmemoración por el centenario del natalicio del Premio Nobel de Literatura mexicano.
Sea cual fuere la celebración, casi podría decirse que queda corta para homenajear la majestuosidad del Palacio de Bellas Artes, la historia que alberga y las figuras emblemáticas que ha visto pasar por sus pasillos. El gigante de mármol de Carrara de la ciudad de México luce fastuoso y hasta intimidante por su legado histórico, pero antes que nada, continúa siendo sin duda un hogar cálido y con las puertas abiertas a la cultura universal.