Los países BRICS no pasan por su mejor momento, pero pueden influir si concretan las alianzas estratégicas pertinentes.
El Campeonato Mundial de Fútbol terminó con una noticia atractiva para los interesados en temas de política y finanzas. Los países BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) aprovecharon su Sexta Cumbre en Brasil para anunciar que crearían el Nuevo Banco de Desarrollo, una institución cuyo objetivo será financiar proyectos de infraestructura de sus miembros, y quizá de algunas otras naciones emergentes.
El anuncio es sumo noticioso, pues para fines prácticos, se visualiza como una institución paralela al Banco Mundial; por ello, y más allá de lo financiero, analistas de la geopolítica lo atendieron de inmediato. El proyecto también incluye un Fondo de Reservas para posibles contingencias de los integrantes, es decir, su propio Fondo Monetario Internacional.
Los mandatarios del BRICS lo dieron a conocer con gusto y afirmando que no buscan confrontarse con las instituciones existentes, pero que sí desean que les sea reconocido su peso económico en los órganos financieros internacionales. Recordemos que este bloque impulsó fuerte al planeta en la década previa, sobre todo China y Brasil. Y por eso la inquietud.
Ciertamente, en grupo, el BRICS alberga 20 por ciento del PIB mundial, 17 por ciento del comercio global, 40 por ciento de la población del orbe y, claro, también el 50 por ciento de la pobreza en el mundo, unos 1700 millones de personas sin recursos. Empero, igual debe decirse que las cifras no pasan de la mera suma aritmética, pues son países muy poco articulados como bloque, nunca han operado juntos.
Las características de los cinco países integrantes son poco homogéneas, sirva de ejemplo que la economía de China es casi 30 veces la de Sudáfrica, o que en Rusia la mitad de la población es de clase media, mientras que en India solo lo es el 10 por ciento. Igual, salvo Brasil y China, los demás no tienen nexos relevantes entre sus mercados. Algunos tampoco tienen gobiernos del todo democráticos.
Son datos de dominio público, pero creo que relevantes a la luz de esta lance financiero. ¿En verdad podrán gobernarse entre ellos, incluso de manera proporcional? ¿Les alcanza para fijar postura ante Estados Unidos, Alemania, Japón y otros? Considero que el esfuerzo atiende a una necesidad verídica de reajustar el orden económico, pero que está pobremente encaminado.
Tanto el Banco Mundial como el Fondo Monetario Internacional son entes creados para un contexto económico y geopolítico que ya no existe. Hoy los actores económicos destacados no son los mismos de antes. En general, los países en vías de desarrollo se quejan de no encontrar eco a sus necesidades en estas entidades financieras. Y por eso la iniciativa del BRICS.
Sirva de muestra, que en estos órganos financieros, China tiene menos votos que Luxemburgo u Holanda, naciones que hace décadas sí superaban al gigante asiático, pero que actualmente no se asemejan ni compiten en nada. China es la segunda economía del orbe, y por supuesto que se merece un mejor lugar y trato. Y lo mismo aplica para Brasil e India, al menos.
Modificar el diseño del gobierno económico global no es cosa sencilla, y por ello le decía que advierto el esfuerzo poco orientado. Hoy los países emergentes construyen la economía del día a día, son ellos quienes mueven la locomotora mundial y quienes requieren de políticas financieras estratégicas, con objetivos que agreguen valor, como este de la infraestructura.
Es el punto, hoy se requiere una reestructuración de fondo; proporcional y equitativa; donde se reconozca a cada nación la contribución económica y comercial que está teniendo en el orbe. No solo es justo, sino necesario, pero no solo para los países BRICS, sino para muchos otros en vías de desarrollo que están destacando. Es un tema de sumas y de promedios ponderados.
En tal sentido, este aviso de las naciones BRICS resulta útil, pues ya se atrevieron a levantar la mano y reclamar el cambio. No obstante, también está la Alianza del Pacífico, con México, Perú, Colombia y Chile; o Israel, Finlandia y Singapur, con su gran capacidad de innovación; o Panamá, Indonesia y Turquía; ¿por qué no incluirlos? Vaya, de a poquitos es más difícil influir.
La presidenta de Brasil afirmó que los BRICS serán un eje de política internacional, y también que de momento no admitirían nuevos integrantes en el bloque. El discurso suena a aislamiento, lo que es suicida y no abona a la necesidad de cambio; es preciso que se sumen más países al tema. Además, al ver las cifras, se genera inquietud de que solo vayan a estar cambiando de jefe.
El Nuevo Banco de Desarrollo podrá capitalizarse con hasta 100 000 millones de dólares (mdd), aunque de inicio se comenzó con la mitad y aportando cada Estado un 20 por ciento. Para el Fondo de Reservas, el presupuesto igual es de 100 000 mdd, pero allí China aporta 41 por ciento, Sudáfrica 5 por ciento y, Brasil, India y Rusia 18 por ciento por igual. ¿Acaso es un reflejo de quién tomará las decisiones?
China es un país que creció boyante no solo en la década pasada, sino en los últimos 50 años. Sustentó su expansión en el desarrollo de infraestructura, lo que le permitió generar abundante empleo y liquidez para su mercado interno. Y también importó mucha materia prima, lo que hizo muy fuerte a Brasil. Empero, este tipo de crecimiento tiene un nivel de nulidad que ya les llegó.
Cuando se desarrolla tanto sin la planeación adecuada, en algún momento la infraestructura queda ociosa y deja de ser productiva. En China esto ya sucedió, y de ahí se ha derivado un alto endeudamiento de las empresas, cercano al 150 por ciento del PIB; y otros problemas estructurales, como la presión inflacionaria y la necesidad de encarecer el costo del dinero. Una bola de nieve.
Esta situación de China deja como damnificado a Brasil, país que creció a sus expensas y que hoy sufre por los flujos de exportación que ya no llegan, además de tener problemas de desempleo, inflación e inestabilidad social creciente. India igual sufre inflación y grandes atrasos en infraestructura. Y Rusia es caso similar, más el agravante del reciente problema con Ucrania.
Como se puede apreciar, este bloque de países BRICS son un grupo que no pasa por sus mejores momentos, pero que sí pueden aspirar a influir si concretan las alianzas estratégicas pertinentes. En aras de democratizar el orden económico actual, de lograr más equidad y relevancia, creo que deben adherirse a la Alianza del Pacífico y los bloques asiáticos más destacados.
Quizá esta idea del nuevo banco ayude un tanto a sus miembros para proyectos específicos y para amortiguar un poco los esquemas tan rígidos e intervencionistas que el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional buscan imponer a los países cuando les solicitan ayuda financiera. Y bueno, sin duda el mayor beneficiado será China, el dueño mayoritario pues.
La necesidad es latente, urge que se modifique la composición que impera en los entes financieros internacionales. Es menester que los países en vías de desarrollo tengan mayor número de votos en las mesas donde se toman las decisiones financieras del orbe, solo así podrán posicionar su agenda y conseguir apoyo financiero creciente para sus necesidades.
Bien entonces por el esfuerzo de los países BRICS, ponen el tema sobre la mesa y generan sinergias para atenderlo. No obstante, deben fortalecer la forma y sumarle fuerzas al proyecto, so pena de que quede en la lista de las buenas ideas.
Amable lector, recuerde que aquí le proporcionamos una alternativa de análisis, pero extraer el valor agregado le corresponde a usted.
Óscar Armando Herrera Ponce es un profesional de las finanzas. Ejerce como columnista y analista financiero para varios medios en México y Latinoamérica. Destaca como docente en posgrado y conferencista. @oscar_ahp.