La pornografía juega un rol muy importante en la cultura sexual de una sociedad. ¿Por qué no darle un toque feminista?
Es una queja común de las feministas que la pornografía hace de la mujer un objeto. En algún sentido están en lo correcto porque muchas películas porno lo hacen, la mayoría de estas ponen a la mujer como un simple objeto que no tiene deseos o sentimientos propios. La mayoría son películas en las que las mujeres cumplen fantasías que satisfacen a los hombres.
Y eso no es lo peor, una gran parte de los títulos que podemos encontrar en el mundo de la pornografía son misóginos. Las mujeres aparecen siendo insultadas, humilladas y usadas. ¿Algo que me asusta? Quienes ven pornografía ven esto como algo normal, es lo que esperan de una película de este tipo.
Así, en la pornografía “cotidiana” no se le pone atención al placer sexual de la mujer, a sus deseos. Quienes se han dado sus vueltas por el mundo de la pornografía están acostumbrados a ver a hombres dominando a mujeres en escenas que se han vuelto ya demasiado repetitivas, posiciones que se notan demasiado practicadas y orgasmos demasiado fingidos.
Pero la pornografía no tiene que ser así. No hay razones por las que una mujer no pueda ser presentada como un ser humano con deseos sexuales iguales a los de los hombres; no hay razones por las que las actrices porno no deban de ser tratadas con respeto. Tampoco hay necesidad de decir que la mujer debe de ser tratada mejor que el hombre, o que es él quien debe de cumplir los deseos y necesidades de las mujeres; la pornografía puede ser un lugar en donde hombres y mujeres sean presentados como iguales.
La crítica principal de las feministas hacia la pornografía radica en que, si presentamos el acto sexual como algo que los hombres le hacen a las mujeres (como un favor) y que las mujeres hacen para los hombres (como una obligación), fomentamos una cultura en la que las mujeres están al servicio de los hombres, una cultura en la que ellos pueden hacer lo que quieran con nosotras y nosotras debemos de hacerlo por ellos.
Por esta razón resulta tan complicado encontrar una manera positiva en la que las palabras pornografía y feminista estén en la misma oración; sin embargo, esas palabras son el nombre de una de las categorías pornográficas que más fama ha tenido en los últimos meses: la pornografía feminista, una categoría que presenta el sexo como algo que dos personas hacen juntas porque ambos quieren hacerlo. Pornografía que una pareja heterosexual puede disfrutar, sin que ninguno de los dos se sienta ofendido.
Lo primero que la pornografía feminista propone es que hombres y mujeres —en sus papeles— sean tratados por igual (no solamente por el director y los miembros del staff, sino entre ellos mismos); que durante la película se preste la misma atención al placer del hombre que al de la mujer y que el público pueda sentir que ambos actores están disfrutando la relación sexual y que ambos están preocupados por darle placer al otro.
En segundo lugar, este tipo de pornografía se presenta en escenas de cuerpo completo, ya que el sexo es algo que las personas hacen de esa manera. Una relación sexual real no es simplemente la interacción entre órganos sexuales. Para estas películas son importantes los gestos, las expresiones, los ojos, la boca, las manos; el publico tiene que sentir la conexión que hay entre los actores. Claro que están actuando y hay posiciones que se ven mejor a cuadro que otras, y esas —las que se ven bien— son las que hacen, pero las disfrutan.
Nada de esto significa que la pornografía feminista sea “pornografía para mujeres” o que sea “pornografía light”. Esta categoría incluye un poco de todo: la productora Jincey Lumpkin se dedica a filmar videos de lesbianas en su serie Crash Pad y tiene todo un sitio de internet —Juicy Pink Box—dedicado a este tipo de películas.
También hay directoras como Tristan Taormino —también es maestra de educación sexual y tiene una serie de pornografía titulada Rough Sex—, quien propone escenas que pueden ser consideradas como “rudas”. Lo que hace Tristan es que comienza la serie con una pequeña entrevista en la que los actores hablan de por qué les gusta ese tipo de acto sexual. Eso es todo, que sepamos que todos los participantes quieren y disfrutan estar ahí.
Eso es básicamente la pornografía feminista, un espacio en el que los actores pueden hablar entre ellos antes de la filmación y hacer lo que les gusta, un espacio en el que nadie es maltratado y en el que nadie se siente obligado a nada. Lo importante con este tipo de películas para adultos es que los actores disfruten cada momento de lo que están haciendo, que el sexo sea improvisado y que los orgasmos sean reales.
En 2006, la empresa Good for Her —que en su página de internet se define como una empresa que “vende productos sexuales para mujeres y otras comunidades marginadas”— llevó al cabo los primeros Feminist Porn Awards, en los que se premian categorías como dirección, actuación, página web, película y producción. Las bases para que una porno sea considerada feminista son: que alguna mujer haya participado en la dirección o producción de la película; que las escenas muestren placer y deseo genuino por parte de los actores, y que la obra vaya más allá de los estereotipos de cualquier otra porno (sobre todo en lo que se refiere al cuerpo de las mujeres).
Este año el premio a la mejor película fue para The Pleasure Professionals, de Joybear Pictures, y el premio para los mejores sitios de pornografía feminista por internet fueron para Wolf Hudson Is Bad y Pornographic Love. Paseando por estos sitios se puede ver cómo ambos tienen como objetivo mostrar a personas reales teniendo sexo real: actores que se ríen, hablan y se divierten mientras tienen relaciones sexuales.
Un estudio de Parametría muestra que el 66 por ciento de los mexicanos cree que la pornografía tiene un efecto en el comportamiento sexual de la sociedad, por eso creo que este tipo de pornografía es un gran avance para esa industria. Con ella podemos dejar atrás todos los abusos que la pornografía ha traído con anterioridad, como estudios de filmación sucios y condiciones de trabajo inhumanas.
La realidad es que la pornografía —de cualquier tipo— está demasiado cercana a nosotros, con solo un clic equivocado en la computadora podemos terminar en sitios muy oscuros. Si se crea una conciencia alrededor de la pornografía podemos al menos educar a una sociedad, enseñar que hombres y mujeres somos iguales y que ambos tenemos las mismas necesidades sexuales, que nadie le debe nada a nadie y que nadie puede obligarte a hacer nada que no quieras hacer.
Si vamos a ver pornografía, que sea una que respete los derechos humanos de quienes participan en ella, que sea pornografía feminista.
@CCamsanchezb