El problema de los videojuegos radica en la adicción.
Los videojuegos son juegos electrónicos en los que una o más personas interactúan por medio de diferentes dispositivos que pueden ser computadoras, televisiones, máquinas arcade, teléfonos o tablets. Este tipo de entretenimiento comenzó a ganar popularidad a finales de la década de 1970 y el día de hoy es la forma de entretenimiento favorita de millones de niños, adolescentes y adultos alrededor del mundo que pasan horas en mundos y situaciones de fantasía.
Internet no servía y la consola la tenían castigada. Jerónimo y sus amigos se encontraron obligados a ver el noticiario de las tres de la tarde mientras comían; el conductor hablaba sobre los últimos atentados en Siria y la pantalla mostraba imágenes devastadoras de la guerra:
—¡Guau! ¿Ya viste las gráficas?
—Sí, ¡toda esa sangre parece de verdad!
—Ay, sí, nunca has visto tanta sangre en la vida real.
——Ja, ja, ja…
Los niños reían y comentaban la escena como si estuvieran viendo el anuncio promocional de un nuevo videojuego. Ninguno entendía que lo que en ese momento veían en la pantalla estaba pasando en verdad, que esas personas que lloraban a sus muertos e intentaban proteger a sus niños en la televisión sufrían en realidad. Ellos no podían entenderlo porque no lo conocían, lo más cerca que han estado de una guerra es al jugar Call of Duty.
Pasar demasiado tiempo frente a una consola jugando videojuegos puede afectar la capacidad de juicio de los adolescentes, sobre todo por el tiempo que no aprovechan; generando relaciones y conexiones en la vida real, cuando una persona encuentra su vida inmersa en el interior de una pantalla le es muy difícil entender lo que pasa en el mundo real, que para él es más falso que el mundo de fantasía en el que pasa sus tardes al salir de la escuela o de la universidad. Pareciera que los videojuegos fomentan la violencia que está gráficamente presente en muchos de ellos y que —ya sea por casualidad o por pérdida de humanismo— son los más populares.
Llegó la hora de comer; los niños, hambrientos, esperaban la comida frente a la televisión. Cuando trajeron las hamburguesas Jerónimo y Ander peleaban por quién usaría primero la salsa de tomate:
—Dámela, Anderocho98; soy OrcodeBatalla69 y te estoy dando una orden, debes de cumplirla.
Los demás niños reían ante el uso que Jerónimo hacía del avatar que él y Ander utilizan en Gears of War.
La manera en que te representas en el mundo virtual de los videojuegos puede afectar la forma en que te comportas en el mundo real; según un estudio de la revista Psychological Science, tan solo cinco minutos de juego en un mundo virtual bajo un avatar de fantasía —ya sea como héroe o como villano— pueden causar que premiemos o castiguemos a extraños. Lo que pasa es que estos avatares nos dan la oportunidad de ser otra persona, podemos adoptar una personalidad con la que muchas veces estamos más satisfechos que con quien somos en realidad, principalmente porque el “yo” que se encuentra del otro lado de la pantalla tiene una vida mucho más interesante que la mía: él tiene una lujosa armadura y está peleando contra gigantes y dragones intentando salvar al mundo, mientras que yo me encuentro sentado en un sillón frente al televisor comiendo frituras y controlando a un muñequito que salta en la pantalla.
Los pequeños invitados se fueron a sus casas después de comer y Jerónimo se quedó solo, desesperado y sin saber qué hacer—tenía castigado el Xbox—. Pateó por unos minutos el balón de fútbol que tenía aventado en el jardín y se encontró completamente aburrido. Una hora después (una hora que sintió como la más larga de vida) su mamá pasó por él para llevarlo al dentista e inevitablemente se encontraron atrapados en el tránsito que todos los días a las seis de la tarde inunda la ciudad:
—Atropéllalos, mamá, ja, ja, ja… Si trajera mi AK47 ya hubiéramos llegado.
La pérdida de percepción de la realidad es algo muy común en los niños o adolescentes que hacen de los videojuegos lo más importante de su vida. En estos casos no solo se ve afectada su manera de entender la realidad o de distinguir entre el bien y el mal, sino también su percepción del tiempo. Muchas veces los jóvenes que pasan horas frente a la pantalla completamente sumergidos en su mundo fantástico lo prefieren que bañarse, lavarse los dientes o incluso comer.
La adicción a los videojuegos es algo que crece a pasos agigantados, y no es algo que solamente tenga que ver con el fácil acceso que tenemos hoy en día a las consolas o a internet, está más bien relacionada al escape a otros mundos que estos juegos ofrecen a quienes creen que este mundo no tiene nada que ofrecerles. El Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos ha alertado a los padres de familia sobre el número de horas que sus hijos pasan jugando videojuegos, ya que esta adicción puede llevar a los jugadores a sufrir estados de fatiga, incomodidad y falla en su desarrollo social cotidiano, manteniéndolos en tensión constante —incluso en estados de depresión o ansiedad— por regresar a casa y retomar su vida cibernética.
Jerónimo y su mamá platicaban, haciendo lo posible porque el tránsito se les pasara más rápido:
——Yo solo sé que ya quiero que sea mañana, acabo de conocer a una maga en World Of Warcraft y la voy a invitar a salir.
——¿Encontraste en tu juego a una niña de México?
——No, mamá, no sé de dónde es, solo la voy a invitar a salir dentro del juego.
Jugar en línea puede ser un buen método de establecer relaciones de amistad con personas alrededor de todo el mundo, pero hay incluso quienes tienen relaciones amorosas con otros avatares en diferentes videojuegos e, incluso, algunas veces simulan tener relaciones sexuales dentro del juego. Los sentimientos que estas relaciones generan pueden ser reales para uno o ambos jugadores, pero las consecuencias llegan a ser terribles, pues son relaciones que hacen creer a los jóvenes que están teniendo una vida social sana cuando en la realidad esa vida social no existe, ya que no podemos saber si esa poderosa elfa de la que estamos perdidamente enamorados es en realidad un gamer de 53 años sentado frente a su computadora en el sótano de la casa de su madre.
Los videojuegos son increíbles como forma de entretenimiento y, en algunas ocasiones, de aprendizaje, el problema radica en la adicción que se ha creado en torno a ellos y en la manera en que los conocidos progamers dejan a un lado el mundo real para prestar toda su atención y tiempo a un mundo de fantasía, aislándose del exterior y haciéndose sumamente difícil cualquier tipo de interacción con las personas que en la vida real están a su lado.
Al salir del dentista, Jerónimo vio que la cartera de su madre estaba abierta. De ella se asomaban dos verdes billetes. Jerónimo tomó uno sin pedirlo. Al final a eso es a lo que se dedica su personaje en Grand Theft Auto.
Twitter: @CCamsanchezb