Algunas de las escuelas de élite para muchachos en Gran Bretaña se ven obligadas a enfrentar sus pasados sórdidos.
Cuando John Rolfe tenía 12 años, era un jugador estrella de rugby en Caldicott, una escuela católica para muchachos cerca de Londres cuyos exalumnos famosos incluyen al viceprimer ministro británico, Nick Clegg.
En Caldicott, ser bueno en deportes significaba caer en las manos de Roland Peter Wright, un profesor carismático que llegó a ser director.
Desgraciadamente para Rolfe, el éxito en el campo de rugby llegó con un alto precio: abuso sexual. “Peter Wright metía su mano en mis pantalones y jugueteaba con mis genitales”, dijo Rolfe a Newsweek. “Me gustaban la atención y el alboroto por ser bueno en los deportes, pero no me gustaba su mano dentro de mis pantalones”. Su abuso solo terminó cuando él abandonó Caldicott cuando tenía 13 años.
Rolfe, ahora de mediana edad y con un buen empleo, una esposa y dos hijos mayores, ha suprimido los malos recuerdos, pero estos no han desaparecido. En años recientes, este hombre de voz suave se ha hallado en el centro de un escándalo por abuso sexual infantil que abarca a muchas escuelas privadas.
Rolfe no fue el único muchacho de quien Wright abusó. Tampoco Wright fue el único pedófilo en Caldicott. Y aun cuando Caldicott pueda encabezar la lista de escuelas con profesores convictos, investigaciones y juicios recientes han revelado un abuso generalizado en varias de las escuelas de élite de Gran Bretaña.
Los profesores convictos enseñaban en la St. Paul’s Cathedral Choir School, Wellington College, Haberdashers’ Aske’s, King’s School Rochester y Downside Abbey, administrada por monjes benedictinos.
Previamente este año, Wright, de 83 años de edad, fue sentenciado a ocho años en prisión por abusar de cinco muchachos de entre ocho y 13 años. Un exprofesor de apoyo de Caldicott, John Addrison, fue condenado a cinco años por abusar de dos muchachos allí y de cinco en Moor Park.
El profesor Hugh Henry, hallado culpable de abuso a seis muchachos en Caldicott y a tres en Gayhurst, se lanzó bajo un tren el mes pasado, dos días antes de que lo sentenciaran. A la fecha, más de 70 profesores de escuelas privadas británicas han sido condenados por abusar de unos 300 muchachos.
Pero estas sentencias tal vez sean solo el comienzo.
Liz Dux, una abogada del despacho jurídico Slater & Gordon, dijo a Newsweek que ella representa a “más de 17 víctimas” de supuesto abuso legal en Ashdown House, cuyos exalumnos incluyen al alcalde de Londres, Boris Johnson. “En los últimos dos años, he visto un gran aumento en demandas contra escuelas privadas”, dijo Samantha Robson, una abogada de Slee & Blackwell, quien se especializa en casos de abuso infantil. Pannone, otro despacho legal que representa a víctimas de abuso sexual, está manejando las acusaciones de pupilos de 32 escuelas.
Eso es un gran cambio en relación con el pasado, según Richard Scorer, ejecutivo de Slater & Gordon para casos de abuso, quien dijo: “En la década de 1990, la mayoría de los casos tenían que ver con casas de asistencia administradas por el Estado”. De hecho, hasta hace poco el abuso sexual en Gran Bretaña era visto como el dominio de la Iglesia católica y los hogares para niños desamparados.
El hecho de que los pupilos de escuelas privadas estén reportando abusos representa un nuevo acontecimiento; después de todo, estas escuelas educan a los hijos de la élite. De hecho, la calidad de la educación que dan motiva a los padres adinerados de todo el mundo a pagar cuotas que pueden alcanzar las 30 000 libras por año.
“La atmósfera ha cambiado, en parte debido a la investigación a Jimmy Savile [la cual involucra a un DJ de la BBC que abusó de varios cientos de muchachos, muchachas y adultos] y en parte debido a la publicidad de los juicios recientes que involucran a profesores en escuelas de paga”, dijo Scorer. “También se ha vuelto más aceptable para la gente acomodada el hablar sobre haber sido víctimas de abuso sexual. El tabú se ha desvanecido”.
“Tuve una de las educaciones más privilegiadas”, dijo “Jack Smith”, quien entre los 10 y los 12 años fue abusado en repetidas ocasiones en Aldwickbury. Su profesor de inglés “jugueteaba con mi pene y lo ponía erecto y jugueteaba con su propio pene a la vez. Lo que hacen [los abusadores] es acariciar y toquetear y obtener su placer al ver las primeras excitaciones de los muchachos”.
El hermano menor de Rolfe, Alastair, fue violado en repetidas ocasiones en Caldicott por Martin Carson, un profesor que pasó un solo año en prisión por violarlo a él y a otro muchacho. De manera desconcertante, los cargos por violación han sido excepcionales, ya que los muchachos a menudo interactuaban voluntariamente con su abusador.
“Si eras exitoso en los deportes, podías ir al cuarto de Peter Wright o a su cabaña por las tardes”, explicó Rolfe. “Ibas aun cuando sabías que el abuso se iba a dar, porque no querías ser quien se perdiera la diversión”.
Nadie conoce la depravación en Caldicott mejor que el detective sargento Joe Banfield de la Policía del Valle del Támesis, quien ha investigado más de 20 casos allí.
“Había abusos que sucedían cuando los muchachos estaban en la cama”, dijo Banfield. “Los profesores entraban al dormitorio y masturbaban a los muchachos mientras se acostaban en sus camas, y en algunas ocasiones los profesores les practicaban sexo oral. La segunda categoría es el abuso que sucedía cuando Peter Wright llevaba muchachos de los dormitorios a su cuarto, donde practicaban una masturbación mutua”.
La tercera categoría era el sexo simulado. “Él se recostaba detrás del muchacho y lo masajeaba hasta que él eyaculaba”, explicó Banfield.
“Se cree que él dejó de abusar en la década de 1970 cuando se casó”, dijo Rolfe. “Pero en esos 20 años, digamos que abusó de cinco muchachos cada año. Eso suma 100 muchachos”.
A las víctimas se les preparaba para que guardaran silencio. “Es sorprendente con cuánta rapidez él me pudo controlar”, dijo Rob Hastings, quien fue abusado por su profesor de geografía, cuando tenía 11 años de edad, en Downside. “Empezó con él invitándome a sentar en su regazo. Luego, él empezó a toquetearme”.
Al poco tiempo, Hastings le practicaba actos sexuales al profesor, Richard White, quien le pagaba 50 peniques (83 centavos de dólar) cada vez. Pero no era el dinero lo que le aseguraba la lealtad de Hastings. Hijo disléxico de un académico de Oxford y empresario, anhelaba el afecto que no recibía de sus padres.
“¿Me lastimó? No. ¿Me acuchilló y estranguló? No. De hecho, a veces se sintió muy bien. Cuando eres niño, no entiendes lo que te están haciendo. Además, yo estaba confundido. Me estaban mostrando amor”, dijo Tom Perry, quien fue abusado por Wright y se ha vuelto la fuerza impulsora de las peticiones de justicia por parte de las víctimas de abuso.
“Algunas víctimas se excitarán sexualmente, lo cual ellos confunden con consentimiento”, dijo el psicólogo Elie Godsi. “Ello incluso podría distorsionar la percepción del perpetrador. Él pensará para sí: ‘¡Vaya, lo está disfrutando!”.
Desde 1986, ha habido una línea telefónica de ayuda sin costo, ChildLine, y la mayoría de las escuelas hoy han designado personal a quienes los pupilos pueden reportarles abusos con confianza. Hace una generación tales opciones no existían, y reportar el abuso a los padres hubiera sido demasiado vergonzoso. Rolfe le aseguró a su padre que no había abusos en Caldicott.
En Caldicott, decirle a la enfermera jefe de la escuela —contratada para asistir como guía espiritual a los muchachos— tampoco era una opción. Como lo contó Mark Payge, una víctima de Wright, en el documental Chosen, una vez su enfermera jefe lo vio salir del cuarto de su abusador y le dijo: “Eres un niño sucio”.
Según Godsi, el alto estatus social de las víctimas dificulta el reportar los abusos. “En la sociedad de clase media alta, se ve más la cultura de la flema inglesa”, dijo él. “Te dicen que te sobrepongas a las cosas. Y cuando llegan a la adultez, estas víctimas se enfrentan a barreras muy altas. Son médicos, abogados, directores ejecutivos. Si eres un director ejecutivo, ¡no quieres que la gente sepa que abusaron de ti!”.
Anne Carpenter, una psicóloga forense y clínica del Centro de Traumatología de Glasgow, Escocia, señala que los niños que tienen una vida hogareña estable y tienen un buen rendimiento académico pueden sobreponerse al abuso sexual. Otros reportan relaciones dañadas permanentemente. Perry quedó tan traumado que ni siquiera besa a sus propios hijos.
Debido a que el profesor de Smith, Mulcahy Brown, está muerto y Aldwickbury se negó a disculparse, él presentó una demanda civil en contra de la escuela que todavía no se resuelve. “La escuela ha reportado las acusaciones a las autoridades competentes y ha sido informada de que estas no tienen intención de llevar a cabo más acciones”, escribió Vernon Hales, director de Aldwickbury, en un correo electrónico.
Según Scorer, en las décadas de 1960, 1970 y 1980, “había una actitud muy laxa en la selección de profesores en las escuelas de paga, sin que se exigiera la verificación de antecedentes criminales. Como resultado, a los pedófilos les era relativamente fácil encontrar empleos”.
En vez de reportar a los abusadores a la Policía, los directores a menudo simplemente los despedían. Henry y Addrison pasaron a abusar niños en otras escuelas. Downside omitió reportar el abuso. White pasó a molestar a Hastings. Pero también había gente buena. Un profesor de música en Caldicott le dijo al pastor local del abuso a Alastair Rolfe y firmó una declaración jurada que se usó en la Corte.
Los profesores y el personal todavía no tienen la obligación legal de reportar los abusos. “Necesitamos una agencia que funcione como medio de priorización y encauce las acusaciones creíbles a la Policía y los servicios sociales”, argumenta Perry, autor de la campaña Obligatorio Ahora, la cual busca que el reportar el abuso infantil sea obligatorio.
Un portavoz del Departamento de Educación dijo a Newsweek: “El gobierno no está considerando introducir la obligatoriedad de reportar. La guía ya es absolutamente clara”.
Considerando el dolor que conlleva identificarse públicamente como víctima de un abuso sexual, Hastings es notablemente equilibrado. Aun así, él se disculpa por sonar furioso. “No trato de joder con lo de Richard White”, dijo. “Solo trato de decir que me pudieron haber salvado. Y quiero asegurarme de que todos nuestros niños estén a salvo”.