¿Por qué China de repente está quedando bien con su némesis?, ¿Se están preparando para una guerra?
¿Recuerda la Cortina de Bambú? Se está viniendo abajo.
Después de décadas de hostilidades, China comunista está observando mejores relaciones con su viejo rival y resistencia democrática Taiwán.
Esta acción amistosa contrasta marcadamente con las tensiones que surgen entre China y muchos de sus otros vecinos, incluido Japón. Ha habido miedos de que esos desacuerdos pudieran llevar a una confrontación armada.
Una semana después de una reunión sin precedentes entre funcionarios de Pekín y la capital de Taiwán, Taipéi, una portavoz del ministerio del exterior chino, Fan Liqing, sugirió a los reporteros el lunes que el presidente Xi Jinping incluso está considerando una reunión personal con el presidente taiwanés, Ma Ying-jeou.
Esta cumbre presidencial se daría casi inmediatamente después de la sorpresiva reunión de la semana pasada en Nanjing, en la que funcionarios de los dos países, que por décadas se han negado a reconocer la legitimidad del otro, se reunieron por primera vez en 60 años.
“Compatriotas de ambas costas del Estrecho [de China] tienen la esperanza de que los líderes se puedan reunir”, dijo Fan. “Hemos dicho muchas veces que esto es algo que hemos apoyado por muchos años, y siempre hemos tenido una actitud abierta y positiva al respecto”.
Ella se negó a discutir una fecha posible para tal reunión, pero la sola mención de una posibilidad indica una tendencia que preocupa a algunos en la región.
“La situación actual es una inversión de la década de 1990”, dice Vincent Wang, un profesor de ciencias políticas en la Universidad de Richmond. En las últimas dos décadas, Pekín adoptó una postura cada vez más agresiva hacia Taiwán. Al mismo tiempo, trató de hacer crecer su economía mediante, entre otras maneras, reducir las tensiones con vecinos como Japón, Corea del Sur y las Filipinas.
“Ahora la política de China es más agresiva con esos vecinos, pero más conciliadora hacia Taiwán”, dice Wang.
Aun cuando es poco probable que esta nueva distensión lleve a la meta máxima de China de zamparse a la isla autónoma —un destino al que, según las encuestas, se opone la gran mayoría de los taiwaneses—, Wang dice que los vecinos de China tal vez tengan razones para preocuparse.
“Las aguas de la costa oriental de Taiwán son muy profundas”, señala Wang. Próxima a las costas de Japón y sin barreras importantes en toda la distancia hasta Hawái, la costa oriental de Taiwán podría ser “un muy buen puerto para los submarinos chinos”, dice él. Aun cuando no se discute al momento un acuerdo para tal uso, China podría utilizar sus nuevos lazos con Taiwán para buscarlo, lo cual constituiría una amenaza militar estratégica que necesita ser observada con cautela.
Por el momento, los otros países vecinos no están preocupados. “Taiwán nunca le permitirá a China usar sus instalaciones militares”, dijo un funcionario del ministro del exterior japonés, quien habló con la condición del anonimato. No obstante, añadió él, “Pekín ahora ve una mayor importancia en tener a Taiwán completamente dentro de su esfera de influencia, política y económicamente hablando”.
Desde que los nacionalistas de China fueron obligados a retirarse de la parte continental hacia la isla de Taiwán en 1949 y establecer un país autónomo que ha evolucionado en una democracia hecha y derecha, las dos Chinas no han podido entenderse. En 1971, Naciones Unidas reconoció a la República Popular de China de Mao Zedong como la única propietaria del asiento del país en la Asamblea General, prácticamente echando a la República de China de Chiang Kai-shek, que había sido uno de los miembros originales de la ONU.
La membresía en la ONU y otros órganos internacionales ha sido una fuente enorme de fricciones desde entonces, ya que China oficiosamente prohíbe la participación de Taiwán en cualquier foro mundial, temiendo que ello pudiese indicar un reconocimiento tácito de la independencia de Taipéi. Cuando periodistas taiwaneses tratan de entrar a las oficinas centrales de la ONU en Nueva York, los diplomáticos chinos rápidamente se ponen al teléfono para asegurarse de que no reciban un pase de entrada.
Con más intensidad para Taiwán, Pekín sigue bloqueando cualquier intento taiwanés de unirse a los tratados internacionales. Esto podría poner en riesgo las esperanzas de Taiwán de suscribir la Asociación Transpacífica (TPP, por sus siglas en inglés), la gigantesca nueva zona regional de comercio propuesta por el presidente Obama como parte de su política de “reequilibrarse” hacia el Pacífico. Taiwán, que encabeza al mundo en la producción de tarjetas madre y laptops y es una potencia en muchas otras industrias de alta tecnología, está ansiosa por unirse al nuevo tratado comercial.
Varias fuentes en la región dicen que funcionarios de EE UU han indicado en conversaciones privadas recientes que Washington ayudaría a Taiwán a unirse a la Asociación, la cual uniría a EE UU y 11 países en ambas costas del océano en un acuerdo de libre comercio. El director del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Representantes de EE UU, Edward Royce, quien visitó Taipéi el jueves, expresó su esperanza de que Taiwán también sea incluida. El gobierno taiwanés ha creado una oficina especial para promover la membresía de la TPP.
La economía de Taiwán depende en 70 por ciento de las exportaciones, y en años recientes muchos de esos acuerdos y negocios se han ido a la parte continental. En 2010, 29 por ciento de las exportaciones de la isla fueron hacia China. Ahora es el 40 por ciento, y China se ha convertido en el mayor socio comercial de Taiwán.
Ma, el presidente de Taiwán, ha aumentado sus lazos con China continental, estableciendo vuelos regulares que permiten a turistas y empresarios visitar y hacer negocios en ambas costas del estrecho. Los grandes fabricantes taiwaneses operan en la parte continental, aprovechando —como todos los demás alrededor del orbe, pero con mayor razón aun por sus lazos íntimos de cultura e idioma— la fuerza laboral de China, también conocida como la “fábrica del mundo”.
Pero “Taiwán no será obligada a reducir su comercio con el resto de Asia Oriental y Occidente”, dice Brian Su, subdirector general de la Oficina Económica y Cultural de Taipéi en Nueva York. “China es el principal socio comercial de Taiwán”, dice él, “pero diversificar los mercados de exportación es nuestra meta máxima”. Por lo tanto, añade él, unirnos a la TPP es “nuestra política económica prioritaria”.
Sin embargo, la TPP podría interferir con la gran estrategia regional de China, según creen algunos vecinos. “Pekín no puede soportar el tener a Taiwán completamente del lado de EE UU”, dice el funcionario de Japón. “Ello afectaría su ‘interés principal’ y también sería un enorme problema local”.
El predecesor inmediato de Ma, Chen Shui-bian, ahora encarcelado, era un nacionalista que nunca ocultó su deseo de declarar la independencia. En contraste, Ma ha sido más conciliador hacia Pekín, estando de acuerdo con el concepto de “un país, dos interpretaciones”.
Mientras tanto, al otro lado del estrecho, Xi ha decidido relajar las hostilidades también, tal vez porque necesita reducir las preocupaciones urgentes en Asia y en Washington con respecto a las acciones agresivas de China en otras partes de la región.
Durante una visita a Pekín la semana pasada, el secretario de estado de EE UU, John Kerry, advirtió a China en contra de establecer una zona de identificación de defensa aérea en áreas del Mar del Sur de China también reclamadas por las Filipinas y otros. “Es importante resolver estas disputas de una manera pacífica y sin confrontaciones”, dijo Kerry.
Las tensiones por el anuncio de China en noviembre de una zona similar en el Mar del Este de China, sobre áreas que son reclamadas por Japón y Corea del Sur, siguen siendo fuertes. Aun cuando Washington les asegura a los vecinos de China que sostendrá sus varios tratados de defensa para evitar una agresión china, también trata de asegurarle a Pekín que no quiere enfrentarse a China.
La apertura sorpresiva de China hacia Taiwán podría verse como parte de su estrategia regional mayor de corresponder mediante reducir las tensiones, pero aun cuando la reunión en Nanjing la semana pasada, así como el espectro de la cumbre Ma-Xi, podría dar lugar a todavía más normalización en las relaciones, es poco probable que los dos países se unan en el corto tiempo, según Wang, el observador de Asia para la universidad de Richmond.
“China nunca ha desistido de su meta máxima” de anexionarse la isla como parte de un proceso de unificación, dice Wang. No obstante, añade él, según las encuestadas realizadas por la Universidad de Taipéi, “más de 80 por ciento de los taiwaneses está a favor del status quo y no de la independencia o la unificación inmediata”.
Lo cual podría explicar por qué, mientras China corteja a su otrora coco Taiwán, todavía no suenan las campanas de alarma en Japón ni en los otros países vecinos que son cada vez más prudentes con respecto a chocar con China.
“Con el fin de tener más espacio vital en la comunidad internacional, Taipéi necesita mantener buenas relaciones con Pekín”, dice el funcionario del ministerio del exterior japonés. Sin embargo, él añadió que, finalmente, “Taiwán seguirá de nuestro —el de Japón y EE UU— lado”.
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