Después de intercambiar insultos por años, los dos países entierran sus diferencias cuando sus dos presidentes se abrazan mutuamente para darse seguridad.
La visita de estado de esta semana del presidente francés François Hollande a la Casa Blanca enfatizó una transformación notable: Estados Unidos se está afrancesando rápidamente, mientras Francia cada vez se asemeja más a EE UU.
El líder del Partido Socialista de Francia, Hollande, por estos días habla de una economía que enfatice la “oferta”, mientras que el presidente Obama revoluciona el sistema de salud de EE UU de una manera que sus detractores temen, y algunos partidarios esperan, que lleve a la medicina socializada.
En su campaña por la presidencia, Hollande prometió que aumentaría los impuestos a los más ricos de su país en hasta un 75 por ciento. Ahora él habla de reducir impuestos y promete racionalizar el gasto público. Uno de los temas centrales de Obama en este ciclo electoral es la necesidad de que el gobierno aborde la desigualdad en los ingresos.
Francia envía tripas para combatir a los terroristas islamistas en algunas de las zonas de riesgo del mundo. “Nada de soldados en el lugar”, es el estribillo de EE UU al abordar las crisis globales.
“Con Hollande, hay la sensación de participación activa”, en áreas donde el país tradicionalmente ha tenido cierta influencia, dice el almirante retirado James Stavridis, decano de la Escuela Fletcher de Leyes y Diplomacia de la Universidad Tufts.
Stavridis, un ex Supremo Comandante Aliado en Europa, dice que conforme “ambas naciones se percaten de que hay límites para sus capacidades militares”, Francia y EE UU, junto con otros aliados, tendrán que cooperar más y más en el futuro.
En el pasado, ya desde la época colonial, dice Stavridis, los países poderosos solían ir a la guerra solos, pero ahora “la época de la acción unilateral se ha terminado en esencia”.
Un sentimiento similar se expresó previamente en el nuevo milenio por el entonces ministro francés del exterior, Dominique Villepin, quien solía sermonear a Naciones Unidas sobre cómo EE UU y Gran Bretaña debían evitar entablar la guerra en Irak sin la aprobación previa del Consejo de Seguridad.
Luego él añadía que Francia, una potencia con poder de veto en el consejo, nunca autorizaría tal acción. “Éste no es el momento” para la guerra, dijo. “Estamos tratando de darle una oportunidad a la paz”. EE UU, Gran Bretaña y muchos otros aliados entonces se percataron de que podían explotar otras vías en la ley internacional, y de todas maneras entablaron la guerra.
Este año, cuando surgieron las crisis en África, Francia envió tropas a Mali y luego a la República Centroafricana. En ambos casos, débiles gobiernos locales le pidieron a París que interviniese. Estas solicitudes, en vez de resoluciones del Consejo de Seguridad, fueron la base legal para las intervenciones.
En el caso de Mali, Francia recibió la bendición del Consejo de Seguridad, en la forma de una autorización para una fuerza de paz, pero solo después de que la mayor parte de la exitosa incursión francesa se había completado.
El año pasado, después de encabezar una intervención de la OTAN en Libia con Gran Bretaña y que tuvo apoyo de EE UU, París de nuevo revolucionó los motores de sus reactores caza Mirage. Hollande estaba listo para actuar militarmente, junto con EE UU, para acabar con la amenaza química en Siria.
Fue EE UU quien enfrió los ánimos de Hollande esta vez. Obama siguió el ejemplo de Gran Bretaña y acudió al Senado para que le autorizase la guerra. En vez de una resolución del Consejo de Seguridad, tal vez este haya sido su única vía legal para lanzar el ataque. O él sabía que el Senado nunca daría luz verde a una acción en Siria.
De cualquier forma, varias fuentes en París han descrito a Hollande como “frustrado” porque su aliado estadounidense lo paró en seco después de que él puso su prestigio (o, con su muy bajo índice de aprobación, lo que sea que le quede) en juego.
Más bien, los aliados optaron por la incertidumbre de un acuerdo diplomático con el presidente sirio, Bashar al-Assad. Con Rusia respondiendo por él, Assad aceptó firmar la convención de armas químicas y deshacerse de sus reservas químicas.
Hollande, hablando con Obama a su lado esta semana, aceptó que extraer las armas químicas de Siria todavía no está resultando tan bien como se había imaginado. “Es un proceso que tiene cuerda para rato”, dijo él. “Solo es una destrucción parcial y no ha sido ni remotamente suficiente”.
Según diplomáticos de la ONU, hasta ahora Siria solo ha enviado 5 por ciento de sus reservas químicas fuera del país, y está muy por detrás del itinerario apretado que se estableció para suprimir todo el arsenal químico del régimen.
Los dos presidentes también expresaron su “enorme frustración” con la situación humanitaria en Siria, donde más de 130 000 personas han muerto durante los tres años de guerra civil y millones fueron obligados a abandonar sus hogares.
“Al momento, no pensamos que haya una solución militar per se para el problema”, dijo Obama, añadiendo, no obstante, que “seguimos explorando toda vía posible para resolver este problema”.
En cierto momento del año pasado, tanto Francia como EE UU estuvieron “muy cerca” de lanzar una acción militar en Siria, dice Stavridis. No sucedió, dijo él, pero “a fin de cuentas, Hollande podría conseguir su acción” después de todo.
Desde que Charles de Gaulle fundó la Quinta República en 1958, los políticos en París han enfatizado la independencia de Francia en los asuntos globales, llevando a un mundo francófono libre de la influencia angla. Pero esta semana, durante una conferencia de prensa conjunta en la Casa Blanca, un reportero francés le preguntó a Obama si “Francia se ha convertido en el mejor aliado europeo de EE UU y ha remplazado a Gran Bretaña” en ese papel.
Obama respondió diplomáticamente, diciendo que así como nadie espera que elija entre sus hijas Sasha y Malia, él no escogerá un aliado europeo favorito. “Todos ellos son maravillosos a sus maneras particulares”, dijo.
En cualquier caso, la demostración de amistad de la semana pasada,.- les sirvió a ambos presidentes, quienes sufren de un apoyo decreciente en sus países. Ellos trataron de presentar la nueva alianza franco-estadounidense como el “comienzo de una hermosa amistad”, como la que hubo entre el estadounidense por excelencia, Rick Blaine, y el capitán francés Louis Renault en la Casa Blanca.
En un editorial conjunto, publicado simultáneamente en The Washington Post y Le Monde, ellos escribieron que solo en “los últimos años”, durante sus períodos en sus cargos, se reparó la alianza entre EE UU y Francia, y en cierta forma eso no se hubiera podido imaginar “hace una década”.
Sin embargo, la realidad es que, aun cuando los presidentes George W. Bush y Jacques Chirac, a decir de todos, no se agradaban mutuamente, Francia luego eligió a Nicolas Sarkozy, quien fue uno de los presidentes franceses más pro estadounidense en la historia reciente.
Bush y Sarkozy se las arreglaron para hacer que el Consejo de Seguridad obligase a Siria a salir de Líbano, donde Francia sigue teniendo una influencia sólida. Pero, a pesar de muchos casos de cooperación y una colaboración muy mejorada entre los dos países, el público francés se aferró a la imagen del EE UU de Bush como la nación del “vaquero solitario”, mientras que muchos estadounidenses continuaron mirando con desagrado a los traidores franceses que seguían ordenando pan francés para desayunar.
La actitud parece haber terminado, ahora que Francia lentamente se americaniza y los líderes estadounidenses flirtean con las sensibilidades francesas. Pero el idilio podría verse interrumpido por algunas diferencias serias que, aun cuando ahora están latentes, todavía persisten.
En la conferencia de prensa conjunta, Obama mencionó compañías que quieren empezar a hacer negocios con Irán “más temprano que tarde”, creyendo que las sanciones internacionales contra la república islámica pronto podrían ser retiradas.
La mención fue para una delegación de líderes empresariales franceses de las principales compañías de energía, autos y demás que visitaron Teherán días antes, buscando lazos comerciales con los iraníes. Estas empresas “lo hacen bajo su propio riesgo”, dijo Obama, prometiendo que “caerían sobre ellas como una tonelada de ladrillos”.
Hollande, el socialista que hizo campaña con la promesa de hacer más estricto el control gubernamental sobre la economía, dijo que tratará de presionar a las empresas francesas y les pedirá que esperen un acuerdo nuclear amplio con Irán antes de firmar nada. Pero él añadió que no puede obligarlas a actuar así.
“El presidente de la república no es el presidente de la unión de empleadores de Francia. Y ciertamente no desea serlo”, dijo él.
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