“Yo vengo de una oscura provincia, de un país separado de todos los otros por la tajante geografía. Fui el más abandonado de los poetas y mi poesía fue regional, dolorosa y lluviosa. Pero tuve siempre confianza en el hombre. No perdí jamás la esperanza. Por eso tal vez he llegado hasta aquí con mi poesía, y también con mi bandera”.
Cuando Neruda pronunció estas palabras en su discurso de aceptación del Premio Nobel, no imaginaba, seguramente, hasta dónde iba a llegar con bandera y por supuesto, con su poesía. Existen poetas que en su época fueron grandiosos y que con el paso del tiempo resultan cada vez menos vigentes. En contraste, existen también aquellos que cada año afianzan más su lugar en el círculo de la influencia cultural. Tal es el caso de Pablo Neruda.
Perpetuo experimentador y trabajador de su arte, Neruda fue considerado por el mismo Gabriel García Márquez (y por muchos más) como el más grande poeta del siglo XX. El 23 de septiembre se conmemoran 40 años de su muerte, y a 40 años también del golpe de Estado en su país natal, su voz parece más viva que nunca.
Con tan solo trece años Neruda publicó —aún con su nombre de nacimiento Neftali Ricardo Reyes Basoalto— su primer artículo titulado Entusiasmo y Perseverancia en el diario La Mañana, de la ciudad de Temuco, que fuera por mucho tiempo su fuente de inspiración. Durante su juventud conoció a la escritora Gabriela Mistral, quien lo introdujo a la literatura rusa y apoyó su talento desde adolescente.
El poeta comenzó a firmar sus trabajos con el seudónimo Pablo Neruda, esencialmente para evitar el descontento de su padre por dedicarse a la poesía. Y hacia 1924, ya radicando en Santiago, publicó su famoso Veinte poemas de amor y una canción desesperada. El genio de Neruda recién comenzaba a abrirse paso y explorarse a sí mismo, por lo que emprendió su renovación intelectual en la corriente vanguardista.
Sin embargo, la vida del autor no se habría de limitar a las letras, y a finales de la década de 1920 comenzó su también larga carrera como diplomático. Fue cónsul alrededor del mundo, en Birmania, Sri Lanka, Java, Singapur, Buenos Aires, Barcelona y Madrid, lo que le permitió conocer a distintas personalidades de la literatura que lo influenciarían como escritor; entre ellas destacan Federico García Lorca en Buenos Aires y Rafael Alberti en Barcelona. Neruda difundió su concepción poética de entonces, la cual llamó “poesía impura”, y experimentó con el poderoso y liberador influjo del surrealismo.
En 1933, publica Residencia en la Tierra, que se distingue entre su obra, por su poesía impregnada de tragedia y desesperación ante la visión de la existencia en un mundo que no tiene solución.
El año en que estalló La Guerra Civil Española (1936) su amigo García Lorca fue asesinado a causa de la misma, y ambos eventos tuvieron un profundo impacto en Neruda. Desde ese momento se comprometió con el movimiento republicano en España, y posteriormente en Francia en donde empezó a escribir España en el Corazón. Durante la Guerra Civil conoció también al escritor mexicano Octavio Paz, con quien entablaría una relación un tanto tumultuosa. Un año después regresa a Chile, en donde su poesía adquirió una fuerte orientación hacia las cuestiones políticas y sociales.
En 1939, el presidente Pedro Aguirre Cerda designa a Pablo Neruda como cónsul especial para la inmigración española en París, y poco tiempo después se convierte en cónsul general en México. Aquí se dedica a reescribir Canto General de Chile, transformándolo en un poema de Sudamérica, mismo que fue publicado en 1950 en México, y clandestinamente en Chile. Canto General constituye la parte central de su producción artística, y se compone de unos 250 poemas escritos en circunstancias particularmente difíciles. Poco después de su publicación fueron traducidos a alrededor de 10 idiomas.
De regreso en Chile recibe el Premio Nacional de Literatura y en ese año, 1945, es electo senador por las provincias de Tarapacá y Antofagasta. Neruda se habría de unir al Partido Comunista en donde militaban los poetas Pablo de Rokha y Vicente Huidobro, dos de sus más obstinados rivales literarios, con quienes protagonizaría acerbas riñas de por vida.
En 1948, bajo el gobierno de Gabriel González Videla, se da paso a la prohibición del Partido Comunista. Dadas las circunstancias, Neruda se convirtió en el más fuerte opositor del presidente, dictando discursos en el Senado y publicando críticas y artículos contra el Gobierno en el extranjero, debido a que el diario comunista El Siglo estaba bajo censura. La crisis democrática de Chile es una advertencia dramática para nuestro continente, fue uno de sus artículos más famosos (más tarde conocido como Carta íntima para millones de hombres), publicado en el diario El Nacional de Caracas. El Gobierno exigió a los tribunales un desafuero del senador Neruda por “denigrar a Chile en el exterior y por calumnias e injurias al Primer Mandatario”. Posteriormente se procedió a dictar una orden de detención contra él, forzándolo a la clandestinidad en Santiago, Valdivia y la comuna de Futrono, y finalmente al exilio.
Después de huir por meses llega a París en 1950, protegido por amigos como Pablo Picasso, y reaparece públicamente en la sesión de clausura del Primer Congreso del Movimiento Mundial de Partidarios de la Paz, en donde es nombrado miembro del Consejo Mundial de la Paz. Emprende una travesía a través de Europa, y recibe junto con Picasso y otras personalidades más, el Premio Internacional de la Paz por su poema Que despierte el leñador.
Neruda regresa a su país natal en 1952, y ese mismo año publica anónimamente Los Versos del Capitán. En 1953 recibe el Premio Stalin para la Consolidación de la Paz entre los Pueblos, y al año siguiente publica Las Uvas y el viento, y Odas elementales. En 1958 publica el famoso Estravagario, y tiempo después sus Cien Sonetos de Amor. Para 1965 la calidad de su poesía le hizo merecedor del título de doctor honoris causa por la Universidad de Oxford, Gran Bretaña.
Es nombrado miembro honorario de la Academia Chilena de la Lengua en 1969 y ese año, durante las campañas para la candidatura presidencial, el Partido Comunista lo elige como precandidato; Neruda decide renunciar en favor de Salvador Allende, quien se convierte en el candidato único de la Unidad Popular y eventual presidente de Chile. Poco tiempo después, el gobierno de Allende habría de designarlo embajador en Francia.
En ese momento la evolución artística de Neruda se volvió más notoria que antes, y la relevancia de su obra poética era ya indudable. Hacia 1971, el mundo sabía que el genio de Neruda no era frecuente, ni mucho menos circunstancial; por lo que fue galardonado con el Premio Nobel de Literatura en Estocolmo. Con motivo de la ocasión preparó uno de los discursos más bellos en la historia del galardón.
Su última aparición en público fue el 5 de diciembre de 1972, donde el pueblo chileno le realizó un homenaje en el Estadio Nacional. Pocos meses después, debido a su delicado estado de salud renuncia a su cargo como embajador, y muere apenas 12 días después del inicio del Golpe Militar en Chile, el 23 de Septiembre de 1973.
La casa de Neruda, en Santiago, fue saqueada después del golpe y su biblioteca incendiada. El funeral del poeta fue realizado en el Cementerio General, al cual asistieron miembros del Partido Comunista, a pesar de estar perseguidos por el régimen. Fue en 1992, cuando sus restos y los de su esposa fueron enterrados, siguiendo sus propios deseos, en su casa de Isla Negra. Este lugar y todas sus demás pertenencias son ahora parte del Museo administrado por la Fundación Neruda, junto con sus otras dos casas-museo “La Sebastiana” en Valparaíso y “La Chascona” en Santiago.
Neruda siempre quiso hacer de su oficio más que solo libros que unos cuantos leyeran, y con seguridad podemos decir que ningún otro autor antes que él había logrado, en vida, poner tan alto la profesión de poeta en Chile. Con más de 30 publicaciones en vida, y un número similar publicado póstumamente, su obra navega desde el modernismo hasta vanguardias como el surrealismo y el realismo, y su grado de influencia en la literatura universal es incalculable. Harold Bloom, un destacado crítico literario, afirmó sobre Neruda que “Ningún poeta del hemisferio occidental de nuestro siglo admite comparación con él” en su libro The Western Canon: The Books and School of the Ages, en donde lidia con otros 26 autores principales que han definido el canon de la literatura occidental a lo largo de la historia.
A pesar de que se ha considerado que su poesía no es fácil de traducir al inglés, hoy en día ya existen excelentes recopilaciones de su obra en muchos idiomas, así como traducciones que él mismo hizo a poetas como William Blake y William Shakespeare.
Neruda, que a su vez se vio influenciado por escritores como Walt Whitman y Arthur Rimbaud, ha infligido un peso indiscutible
—tanto en ideología como en estilo y temática— a autores posteriores a él, de entre los que destacan Gabriel García Márquez, Alberto Vázquez Figueroa, Isabel Allende, José Saramago, Ana María Matute, Ángeles Caso, Roberto Bolaño, Elia Barceló, etc.
Pero su influencia no se reduce a la literatura, se extiende también a otras esferas culturales y hasta políticas. Su inclinación por el comunismo también lo han hecho objeto de estudio de las doctrinas filosóficas, y su misma historia de vida ha inspirado decenas de novelas, obras de teatro, documentales, películas e incluso música: El compositor chileno Sergio Ortega trabajó con el mismo Neruda escribiendo la obra musical Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta (1967), que después habría de convertirse en una ópera. El músico Paco Ibáñez le dedicó todo un álbum titulado Paco Ibáñez canta a Pablo Neruda, en 1977. El compositor griego Mikis Theodorakis musicalizó su famoso poema Canto General. En el cine, el poeta fue personificado en la película Ardiente Paciencia (1983) de Antonio Skármeta, en dónde se ficcionaliza la relación entre Neruda y su cartero en sus últimos años de vida; en 1985 el filme italiano Il Postino llevó esta obra a la pantalla grande, y en 2010 el mexicano Daniel Catán la convirtió en una exitosa ópera. Un documental dirigido por Manuel Basoalto se titula Neruda, Diario de un Fugitivo, y se adentra en la fuga del poeta y la persecución a los comunistas durante 1948.
La forma en que logró explorar lo ordinario y glorificar la experiencia dentro de su obra, aún no encuentra rivalidad en Latinoamérica, ni quizás en el resto del mundo. De igual forma su vida como latinoamericano, militante político, exiliado, y testigo de las transformaciones de su natal Chile, ha sido inagotable fuente de inspiración para todos quienes se encuentran con su historia.
El poeta siempre se inclinó hacia el dinamismo y la continuidad, tanto en la literatura como en la vida; y es indudable que él mismo dotó de continuidad a su obra, permitiéndoles a otros artistas continuar con su legado. Concluyó su discurso de Premio Nobel afirmando, con la pasión que lo caracterizaba, que “Solo con una ardiente paciencia conquistaremos la espléndida ciudad que dará luz, justicia y dignidad a todos los hombres. Así la poesía no habrá cantado en vano.”
Resulta evidente afirmar que a cuatro décadas de Pablo Neruda, aún le restan muchos años más de influencia cultural, porque su verso y su voz siguen más vigentes que nunca. Y, al menos su poesía, no ha cantado en vano.