Para la periodista argentina, el camino de la mujer rumbo al éxito es largo y complejo; y a quien llega le cuesta sangre, sudor y lágrimas.
Se define a sí misma como librepensadora y feminista. Nació en Posadas, Misiones, Argentina, y su nombre se lo pusieron en homenaje a su abuela paterna, Olga Pokorny, una checoslovaca dura y valiente que padeció haber nacido mujer en medio de la hostilidad y la cerrazón de la Europa de 1904.
Se llama Olga Wornat y hoy es una periodista y escritora que goza de reconocimiento y prestigio internacional debido, “pura y exclusivamente, a mi fuerza de trabajo y a mi perseverancia. Nadie me regaló nada, no le debo nada a nadie, tuve que luchar de muy abajo para llegar a donde estoy”.
En su largo peregrinar por las salas de redacción, Wornat ha padecido todos los sinsabores del oficio periodístico, el cual sigue privilegiando a los reporteros varones. Ha trabajado en diarios y revistas, entre otros, de España, Argentina, México y Estados Unidos como Interviú, Noticias, Gatopardo y Poder, y cubrió la invasión a Panamá y las guerrillas en Centroamérica de la década de 1980, así como los conflictos armados de Bosnia, Israel, Gaza, Líbano, Siria, Pakistán y Afganistán.
“Aún hoy mi batalla continúa, es de todos los días”, añade la periodista. “Sufrí maltrato, humillación y discriminación, nada diferente a lo que viven y vivieron otras mujeres como yo, que son periodistas.
“Este es un camino en soledad, en esta profesión hay mucho machismo y misoginia, y no lo imagino de otra manera. No por ahora. Miremos los grandes medios de comunicación de México y del resto de América Latina y fijémonos en cuántas mujeres ocupan cargos de dirección, poquísimas. Y no me refiero a la que heredó el sillón porque es la mujer de o la viuda de… Es increíble, pero es así, y en pleno siglo XXI. Por ejemplo, me pasó, la mujer que logra una primicia o una entrevista superexclusiva es mirada con sospechas por sus pares. Y no pocos se preguntan: ‘¿Qué hizo para que le den la entrevista? Seguro que se fue a la cama con el tipo, pero algo hizo…’. No te imaginas cuántas veces escuché esto en una redacción”.
Un cambio interesante
De muy joven se mudó de su natal Misiones a estudiar a la Universidad La Plata, en Buenos Aires. Ingresó a la Facultad de Derecho y luego se cambió a la de Periodismo. En esa época militaba en una organización guerrillera de la izquierda del peronismo, Montoneros, y por seguridad vivió en la clandestinidad y deambulando durante varios años por toda Argentina.
En entrevista con Newsweek en Español, Wornat considera que, en el tema de la igualdad entre hombres y mujeres, los mayores logros están en la educación:
“Según datos de la ONU, en la educación terciaria y universitaria las mujeres superamos a los hombres. El 53 por ciento de los universitarios son mujeres. Este dato es importante porque estas mujeres ingresarán al mercado laboral, a las empresas o a la política.
“En los países gobernados por mujeres el cambio es interesante. Por ejemplo, cuando en Chile gobernaba Michelle Bachelet se estableció el derecho al divorcio y el uso de la píldora del día siguiente, sobre todo para reducir la muerte por embarazos no deseados y embarazos adolescentes. Y durante el gobierno de Cristina Kirchner [en Argentina] se sancionó el feminicidio como violencia de género, se le juzga penalmente, y en su primer mandato sancionó la Ley Universal por Hijo, que amplió el piso de seguridad económica de las familias y favoreció directamente a las mujeres solas que están al frente de sus hogares”.
Wornat es una fervorosa creyente de que el ser humano nunca debe bajar los brazos, ni frente al peor de los escenarios. Los escépticos lo nombran voluntarismo, pero ella prefiere llamarle perseverancia y terquedad. La misma que tenían las mujeres de su familia, un espíritu que las empujaba a seguir vivas, a luchar y a no sentirse vencidas frente a las dificultades del destino.
El camino de la mujer aún “es largo y complejo. Por ejemplo, entre las mujeres de los que se llaman ‘países del primer mundo’ y nosotras, de América Latina, África, países árabes y Asia, hay un abismo. Cualquier estudio serio prueba que a las mujeres profesionales que hemos alcanzado ser exitosas nos ha costado sangre, sudor y lágrimas. Lo hemos logrado solas y a fuerza de prepotencia de trabajo, más allá de que permanentemente tenemos que demostrar y probar que nos merecemos el cargo, y la exigencia hacia nosotras es mayor que hacia nuestros pares masculinos”.
Vivimos en sociedades machistas
“Y los sueldos que ganamos —continúa la periodista— no se igualan de ninguna manera al que cobra un hombre en la misma circunstancia. Pero si nos remitimos a las mujeres que viven en la pobreza, que se han quedado solas con sus hijos, que tienen que salir a trabajar para mantener su hogar y que carecen de tiempo para formarse, que sufren de violencia doméstica o son víctimas de la violencia de la calle, la situación es infinitamente más grave.
“No hay que olvidar que en nuestros países uno de los impedimentos mayores que sufrimos las mujeres es el poder de la Iglesia y la alianza de esta con el poder político. Esto explica por qué en países gobernados por mujeres cuesta tanto legislar sobre el derecho al aborto y para evitar las miles de muertes de mujeres pobres por abortos clandestinos. Esta alianza perversa y retrógrada es un yugo que llevamos sobre nuestras cabezas: no poder decidir sobre nuestro cuerpo”.
En su larga carrera periodística Wornat asimismo ha destacado como escritora. Algunos de sus libros son Menem, la vida privada; Nuestra santa madre, historia pública y privada de la Iglesia católica argentina; y Reina Cristina, vida pública y privada de la mujer más poderosa de Argentina.
Otros títulos son La jefa, biografía no autorizada de Martha Sahagún de Fox, y Crónicas malditas, desde un México desolado, libros que tuvieron mucha relevancia en México, pues en ellos denunció a detalle el presunto tráfico de influencias de los hermanos Bribiesca, hijos de Marta Sahagún, esposa del entonces presidente de México, Vicente Fox. Según lo relatado, debido a este tráfico de influencias los hijos de la primera dama amasaron una cuantiosa fortuna. Esas revelaciones propiciaron una investigación del Congreso de la Unión a las empresas de los Bribiesca.
¿Existe un camino que la mujer deba recorrer para alcanzar el éxito? Contesta Olga Wornat: “No hay caminos establecidos porque vivimos en sociedades machistas, casi misóginas, marcadas por la desigualdad, la violencia de género y la discriminación. Y es curioso porque, salvo pocas excepciones, en casi todos los países de América Latina hay mujeres en los cargos más altos del poder político. Pero son en estos mismos países en donde se registran las tasas más altas de crímenes por violencia de género y hay mayores índices de embarazos adolescentes
y muertes por abortos clandestinos”.
“Nos merecemos mucho más”
Sin embargo, “hemos avanzado inmensamente y es fantástico, pero esto no tiene correlación con la situación que viven las mujeres de cada uno de estos países. Por ejemplo, en México, donde contendió y perdió las elecciones presidenciales Josefina Vázquez Mota, las mujeres son, junto con los niños, las víctimas principales de la violencia del narcotráfico, de la trata de personas y, en algunos estados, son encarceladas y condenadas penalmente por abortar. Esto sin contar la brecha inmensa que separa a las mujeres indígenas de las otras: la discriminación por el color de la piel es atroz y lo podemos ver a diario en cualquier sitio público”.
Ante este panorama, “el único consejo que puedo dar es: no se dejen, no se callen, no toleren el maltrato de nadie. Es un consejo muy elemental y primario que le di a una señora de Durango [México], muy humilde, que en el 2011 acudió a mí para denunciar que su esposo, un cabo del regimiento de la zona, había desaparecido en el cuartel, y ella estaba sufriendo el acoso y el maltrato de los jefes de su marido. Era una mujer muy valiente que, además de sufrir el dolor terrible que significa la desaparición de su compañero, tuvo que hacerse cargo de sus hijos sola y, como si fuera poco, enfrentar a los militares para exigirles la verdad”.
El mensaje final de Wornat —quien en estos días se halla en Caracas, Venezuela, realizando una cobertura periodística sobre la polémica presidencia de Hugo Chávez— para las mujeres del mundo es “participen y no se queden. El poder que nos deben nuestros países nos lo tenemos que ganar solas. La participación en todos los ámbitos, en el barrio, en la escuela, en la universidad, en el trabajo o en la política, es la única manera de que nos escuchen y nos tengan en cuenta. Y la única manera de lograr avanzar. Quedarnos en la queja permanente no sirve. Y, sobre todo, ser solidarias con las otras mujeres porque muchas veces las mujeres somos muy crueles con nuestras pares, y esto enloda el alcance de mayores logros.
“Creo que las mujeres no son conscientes del inmenso poder que tenemos cuando nos decidimos a participar. Somos el 50 por ciento de la humanidad y trabajamos el triple que los hombres. Nuestro rol no solo es estar en la cocina y criar a nuestros hijos. Nos merecemos más, mucho más”.