¿Qué significa ser mexicano? es la interrogante que el músico y cineasta inglés Duncan Bridgeman se plantea a través de su más reciente producción, Hecho en México, un documental definido por él mismo como una vibrante odisea musical en la que entreteje acordes musicales y voces para mostrar ese lado de México que a tantos se les ha olvidado detrás de sus problemas.
“Justamente, en esos momentos en que la confusión reina terriblemente en la atmósfera, como extraños microbios venidos de otras galaxias que mandan mensajes telepáticos haciendo ver realidades que no corresponden a las dimensiones adecuadas, el profeta del nopal se presenta de una manera u otra y me dijo, una noche de oníricos sueños y arquetípicos símbolos, que tenían que recetarles por las trompas de Eustaquio a toda la banda de estos mensajes del maestro de la cactácea”, susurra Rubén Albarrán, el vocalista de Café Tacuba, al compás de un violín y un cuatro con el que un dúo huichol marca el inicio del documental.
Dos años atrás Duncan Bridgeman inició, a petición del productor Bernardo Gómez, el viaje que realizó a lo largo y ancho del país con un grupo de cineastas que como él querían redescubrir aquel país que por sus colores, olores y sabores lo cautivó ya hace algunos ayeres. Su trabajo como productor, director y escritor consistió desde un inicio en “buscar y recolectar el mayor número de joyas creativas posibles y pintar un cuadro visual único”, el cual pudo cumplir a cabalidad al haber encontrado, más que una joya, un tesoro fundido en la diversidad y los contrastes. Según Bridgman, tan pronto llegó a México percibió que los mexicanos siguen estando orgullos de ser mexicanos.
Y es precisamente ese orgullo el que el espectador puede percibir a través de las voces de raperos, roqueros, artistas populares, intelectuales y poperos que, lejos de cegarse a la realidad que vive su país, la encaran de frente con críticas agudas teñidas de ironía y gracia, pero sin olvidar que México también tiene un rostro que se pinta de colores para celebrar el ser hijos del maíz y el estar cobijados por el manto de la Virgen de Guadalupe.
Bridgeman siguiendo la misma fórmula que utilizó para realizar su también documental What about me?, en el que junto a Jaime Catto exploró a través de la música las complejidades de la naturaleza humana a escala global, utiliza la música como hilo conductor de una pieza cinematográfica que no se realizó a partir de un guión, sino de una idea original aferrada al deseo de encontrar sorpresas en el camino.
Según dijo a Newsweek en Español en entrevista el director de fotografía de Hecho en México, Lorenzo Hagerman, cuando se filma un documental no se puede tener nada seguro, pues entre las cosas que se imaginan que van a suceder y las que en realidad suceden hay un gran abismo, “siempre hay un objetivo inicial, pero solo te sirve como punto de partida para despegar hacia un viaje que es mucho más de descubrimiento, de sorpresas y de percepciones”.
Es así como, en más de un año de filmación, tanto Bridgeman como Hagerman, la productora Lynn Fainchtein, el también fotógrafo Alexis Zabé y el sonidista Andrew Donaldson encontraron un sinnúmero de sorpresas, descubrieron y redescubrieron México, y sus percepciones los dejaron volar a través de Monterrey, Tijuana, Jalisco, Chiapas, Yucatán, Oaxaca, Veracruz, Mazatlán, Zacatecas y la sierra huichola, entre otros lugares, para hallar talento musical y pasión.
Para responder a la pregunta inicial de ¿qué significa ser mexicano?, el documental se divide en ocho capítulos: “¿Qué es ahora?”, “Libertad”, “Fronteras”, “¿Quién lleva los pantalones?”, “Resistencia”, “Me gusta mi medicina”, “¿Alma?” y “¿Quién soy?”.
En “¿Qué es ahora?”, Albarrán da pie con un “era un rancho electrónico con Marías ciclotrónicas, tragafuegos supersónicos y su campesino sideral…”, a la también cantante Carla Morrison, quien entre imágenes de la marcha “No más sangre” invita al público a mirar su vida con los brazos abiertos, con los brazos al cielo; mientras, Juan Villoro camina por la calle reflexionando: “Ahora estamos viviendo un momento particularmente difícil en México, yo diría que por dos razones, por un lado tenemos una situación de violencia inimaginable en otros años, una sensación de que el país se nos escapa, de que hay una gran descomposición, inseguridad, entonces hay un acercamiento de una violencia que nos parecía ajena a una violencia que de pronto es extrañamente propia”.
Chavela Vargas por su parte asegura que México es demasiado fuerte, pero que está dormido: “Yo pienso que el gigante está dormido, déjenlo pasar su fiesta y vuelve a resurgir con una fuerza brutal”. A ella se le une con su rock Sergio Arau.
“Libertad” invita con imágenes del supermercado, productos, masas deambulando por las calles; los testimonios de personajes como el actor Daniel Giménez Cacho y la publicista Ana María Olabuenaga; y la música de Molotov acompañando a Residente Calle Trece a cuestionarse acerca del significado
de libertad en un país en el que las leyes no se respetan y los gobernantes abusan del poder. En el Reclusorio Sur los presos tocan instrumentos para rehabilitarse, mientras que afuera los voladores de Papantla colorean los cielos y el músico y actor Adanowski canta en los vagones del metro.
El muro que divide por el lado de Tijuana a México y Estados Unidos, atestado de cruces blancas en símbolo de los que han muerto en su intento por llegar al otro lado, da lugar al capítulo “Fronteras”, un retrato de la travesía de los migrantes en el tren camino al norte. El grupo Ali Gua Gua, Machete, Los Tucanes, Amandititita y el Meme les cantan a los poderosos que “o te cogen por delante o te cogen por detrás” y a los gringos que, “aunque refuercen bien sus fronteras, nos meteremos a su nación, pues viajaremos con la de Dios”. Alejandro Fernández recuerda ser “el campo que atraviesas tú, el cielo que te ve crecer”.
El cuarto capítulo, “¿Quién lleva los pantalones?”, da voz a un grupo de música popular que canta en lengua indígena la canción de La Cucinella, al ritmo de la cual baten manos y pies en la sierra entre coloridos vestidos y cielos azules. Diego Luna habla de que la necesidad del hombre y
la mujer de querer entenderse es “una carrera perdida”, mientras que a la orden de “levanta la mano si eres mandilón” decenas de hombres de todo el país la alzan sin dudarlo. Gloria Trevi refuerza el poder femenino al tiempo que el payaso Brozo y el comediante Ponchito tratan de opacarla con chistes machistas de los que ellos mismos se ríen.
Como no podía ser de otra manera, en “Resistencia” las imágenes del movimiento zapatista se roban la pantalla y la escritora Ángeles Mastretta habla de lo absurdo de criar a los niños con la idea de que deben de sufrir para corresponder con su fe a un dios, como por ejemplo con la celebración de
la crucifixión de Cristo de Iztapalapa. Los cantantes Natalia Lafourcade y Meme cantan en el bosque “cuándo llegaré, cuándo llegarás, cuándo encontré la orilla del río…”.
“Me gusta mi medicina” retrata el gusto de los mexicanos por sus bebidas típicas, sus dulces tradicionales, la fiesta y las drogas. En contraste, “¿Alma?” recuerda las tradiciones ancestrales de México retratando el Día de Muertos con sus flores de cempazúchitl, calaveras de azúcar, altares de muertos y platillos típicos. La cantante Julieta Venegas observa el eco del hijo que espera y canta prendida de su vientre.
Finalmente, en “¿Quién soy yo?” la pantalla se llena de colores con los distintos trajes típicos que utilizan en las comunidades para celebrar sus días de fiesta. Las mariposas monarcas vuelan por los cielos, las tortugas recorren el océano y los mexicanos van y vienen por las calles de estrechos caminos de piedra y asfalto.
Un recorrido que en 100 minutos intenta mostrar toda la inmensidad de un país que es rico por su diversidad y complejo por sus contrastes, y que a través de esas voces representativas y aquellas desconocidas permite descubrir ese México que en tiempos de grandes cambios refleja que si algo une a los mexicanos son sus ganas de salir adelante.
¿Será que, como dice Juan Villoro, los que tienen que salir de su escondite son los individuos, los mexicanos singulares, los distintos, los que encuentran una manera totalmente propia de asumir su pertenencia y su sentido de identidad para acabar con esa invisibilidad?