El exsecretario de Defensa en la administración de Obama, Leon Panetta, le ofrece al presidente Donald Trump consejos para optar gobernar con caos o liderazgo.
“SI ESTÁS PASANDO por el infierno, sigue andando”. Ese viejo dicho, a menudo atribuido a Winston Churchill, no es un mal consejo para una nación que trata desesperadamente de entender las políticas erráticas de un presidente que se niega a seguir las normas, las tradiciones o los procesos de la política exterior.
Cualquier otro presidente reciente de Estados Unidos se habría avergonzado por los errores cometidos en una semana reciente e infernal. Aún más, habría dudas serias con respecto a si esa presidencia —en este caso, la de Donald Trump— podría sobrevivir políticamente.
No hay un precedente moderno de que un presidente, en cuestión de días, socave el apoyo fiscal y militar para la alianza de la OTAN; critique a nuestro aliado más cercano, Gran Bretaña, y su primera ministra, Theresa May; etiquete a la Unión Europea de “enemiga”, y termine una cumbre con el presidente ruso Vladimir Putin con una conferencia de prensa en la que dice que confía en los rusos más de lo que confía en sus propias agencias de inteligencia y seguridad cuando se trata de quien fue responsable de interferir en la elección presidencial de 2016.
A todo esto le siguió una acción mal planeada de corregir lo que dijo. Y ahora hay una nueva invitación de Trump a Putin, para que visite la Casa Blanca, en algún momento del otoño (una invitación que tomó totalmente por sorpresa al director de inteligencia nacional, Dan Coats), aun cuando no está claro qué se discutió y concertó en Finlandia.
Como broche de oro, Trump sigue el ejemplo de Putin al tomar represalias en contra de los críticos de su reunión al considerar la revocación de sus pases de seguridad.
Desgraciadamente, la única persona que no considera todo esto como un desastre de política exterior e interior es el propio Trump. Al contrario, cree que todo fue un “éxito tremendo”.
¿Por qué? Porque estamos frente a un presidente que mide el éxito según su propia definición de lo que sucedió, en vez de según la realidad. Aun más, cree que solo él es capaz de cerrar un trato. Operó de esa manera como constructor en Nueva York, y usa las mismas tácticas como presidente de Estados Unidos.
El problema es que aun cuando cierta cantidad de caos táctico puede ser útil en diplomacia, a corto plazo el caos estratégico es peligroso porque nadie sabe adónde llevará al final.
Trump es bueno en derribar los puentes de la política previa, pero aún no ha construido alguna estrategia nueva o duradera para el futuro. Se retiró de la Sociedad Transpacífica, el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, el acuerdo climático de París y el acuerdo nuclear con Irán, y también impuso tarifas nuevas que amenazan con una guerra comercial, todo ello sin una estrategia clara para resolver estas controversias. Incluso después de proclamar como un éxito la cumbre con Corea del Norte, aún no ha dado una ruta aplicable para la desnuclearización.
Y ahora, con Rusia, hay confusión con respecto a qué exactamente aceptó el presidente en su reunión privada con Putin y si entiende realmente que Rusia trata de socavar la democracia estadounidense e interferir con el proceso electoral del país.
En todo este caos y confusión, para Estados Unidos es importante, en pablaras de Churchill, “seguir andando” y hallar un camino que lleve a una política exterior y una relación de seguridad nacional más estable con el mundo. Las instituciones de nuestra democracia necesitan dar mayor certidumbre de que Estados Unidos no abandonará su responsabilidad en la seguridad y con nuestros aliados. Entonces, ¿qué se necesita para calmar las aguas de nuestro errático barco de Estado?
1. EL CONGRESO DEBE LIDERAR
Las dirigencias republicana y demócrata necesitan hallar maneras legislativas para forzar una acción contra Rusia, reforzar nuestras alianzas y apoyar a nuestras agencias de inteligencia y seguridad.
2. OTROS EN LA ADMINISTRACIÓN DEBEN DECIR LA VERDAD
Es crucial que las personas en nuestras áreas de diplomacia, seguridad nacional, inteligencia y aplicación de la ley continúen siendo honestas con respecto a lo que traman nuestros adversarios y cómo podemos defendernos mejor y a nuestros aliados.
3. AL FISCAL ESPECIAL ROBERT MUELLER SE LE DEBE PERMITIR COMPLETAR SU INVESTIGACIÓN
Esta es la investigación principal que determinará lo que tramaban los rusos y por qué, si el presidente o alguien en su campaña se coludió con ellos, y qué acciones legales se tomarán para hacerlos responsables ante la ley. Sería bueno para todos, incluido el presidente, el permitir que el fiscal especial haga su trabajo y lleve hasta el final su investigación.
4. EL PRESIDENTE DEBE DECIDIR ENTRE EL CAOS Y EL LIDERAZGO
Tal vez sea imposible que este presidente cambie sus modos, pero necesita percatarse de que el flujo constante de palabras sin precedentes, tuits, mentiras y errores debilitará tanto a su presidencia como a la nación. Por supuesto, fue elegido para meter cizaña y provocar cambios, pero también fue elegido para gobernar. Si está dispuesto a aprender, a escuchar a sus asesores clave en seguridad nacional y a trabajar para desarrollar un liderazgo estable y racional para el futuro, quizá sea capaz de “seguir andando”.
Churchill sabía cómo hacer eso. Que Trump aprenda esa lección nos dirá mucho sobre cuánto durará por lo que estamos pasando.
Leon Panetta, exdirector de la CIA y exsecretario de Defensa del presidente Barack Obama.
—
Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek