Si para ser policía hay que tener vocación, para mantenerse hace falta resistencia.
Lo vivió Rodolfo Baquedano cuando tenía 21 años y empezó a vestir el uniforme de la corporación tijuanense. Todos los días tomaba su pistola y salía a las calles convencido de que hacía lo que le gustaba.
Era el año 2005 y la ciudad estaba por convertirse en el campo de batalla de dos cárteles de las drogas donde quedarían más de 20 policías municipales asesinados por distintas razones.
Muchos más fueron detenidos, torturados en instalaciones militares y enviados a prisión acusados de colaborar con el crimen organizado; la mayoría quedó en libertad en pocos años, y algunos recuperaron su trabajo.
“Me gustaba andar armado, ayudar a la gente. Ahora llego allá y agarro un cuchillo; trabajo en cocina. A picar cebolla y tomate. Allí es donde sientes: no es lo mío” – Rodolfo Baquedano, expolicía.
Cinco años después, cuando la lucha parecía dar tregua, Rodolfo tuvo que renunciar a la policía. Su hermano estaba en la guerra de Irak y su madre preocupada por la vida de sus hijos, enfermó.
Como tijuanense con doble ciudadanía, miró en los Estados Unidos la oportunidad de ganar más dinero sin tener que arriesgar la vida.
“Me gustaba andar armado, ayudar a la gente. Ahora llego allá y agarro un cuchillo; trabajo en cocina. A picar cebolla y tomate. Allí es donde sientes: no es lo mío. Pero te acostumbras”, cuenta.
Así es como la policía municipal tiene dos frentes que atender: por un lado atraer hombres y mujeres para cubrir la falta de unos dos mil policías, y por otro cuidar a los que tiene para evitar deserciones.
Y si ni la mitad de la policía de Tijuana está integrada por bajacalifornianos (Newsweek en Español Baja California No. 38, 16 de abril 2018), resulta que tampoco son los de mayor permanencia en la corporación.
Los nacidos en esta región como Rodolfo tienen en promedio 13 años como policías. En cambio los hombres y mujeres que llegaron de Ciudad de México y Jalisco son los de mayor antigüedad con 16 y 15 años respectivamente.
Segmentados por su origen, los capitalinos son el tercer grupo de policías más grande de la corporación (6.5%) , y los jaliscienses el quinto (5%).
Los sinaloenses (10%), son el segundo grupo después de los bajacalifornianos (44%), y ambos tienen el mismo tiempo promedio en la corporación.
Las razones para dejar la policía municipal pueden resumirse en dos: renuncias y bajas por depuración.
La Secretaría de Seguridad Pública Municipal (SSPM), dice que en casi año y medio de esta administración salieron 147 elementos: 33 removidos por inclumplimiento de obligaciones y 114 por reprobar pruebas de control y confianza. Hasta el cierre de edición no pudo informar sobre el número de bajas voluntarias.
Y aunque el salario de la policía en Tijuana no aumenta desde hace unos 15 años, sigue siendo de los más altos del país. Por eso personas de otros estados donde los ingresos son menores se mantienen en este trabajo.
Aquí un policía recién contratado gana alrededor de 16 mil pesos brutos mensuales, cuando en otros estados reciben nueve mil o menos, según estadísticas del Secretariado Ejecutivo Nacional de Seguridad Pública (Sensp).
El detalle es que los bajacalifornianos tienen en la región lazos de amistad y familiares que abren puertas, muchas veces en Estados Unidos, para conseguir empleos con mejores condiciones y salario, por menos riesgos y presiones. Es el caso de Rodolfo Baquedano que antes patrullaba y hoy cocina en barcos turísticos.
Carrera corta. En el ‘top ten’ de los estados de origen de los policías de Tijuana, los provenientes de Ciudad de México y Michoacán son quienes más años de servicio tienen en la corporación. Los locales no duran más de 13 años en promedio. Fuente: Secretaría de Seguridad Pública Municipal
En esto coinciden el Consejo Ciudadano de Seguridad Pública de Baja California (CCSP), y la doctora Lorena Pérez Floriano, investigadora de El Colegio de la Frontera Norte (El Colef).
Pero difieren en algo: ella no aprueba que el gobierno del alcalde Juan Manuel Gastélum Buenrostro contratara a la empresa Innovatio Consultores S.C., para atraer a policías de otros estados del país y resolver la falta de uniformados.
La compañía es representada por Rodrigo Caballero Amor y comparte oficinas con la empresa Empleo Nuevo, dedicada a promover puestos de trabajo en distintos sectores.
El acuerdo es lograr 250 policías este año a cambio de 10 millones de pesos, y el municipio asegura que solo pagará el número de elementos graduados.
La convocatoria fue lanzada a nivel nacional y enfatiza el salario como uno de los mayores atractivos para ser policía en Tijuana.
Pero como profesora de psicología del trabajo, la investigadora Pérez Floriano sostiene que la permanencia laboral no solo depende del sueldo. Importa mucho el vínculo de la persona con la ciudad para impulsar un mejor desempeño de los agentes.
“Una persona que no tiene arraigo puede ser más vulnerable a caer en tentación, y con los tiempos de violencia que se viven, las personas necesitan un apoyo social y sobre todo familiar”, destaca.
Esa es una deuda de la sociedad y las autoridades con los policías comprometidos: reconocimiento y condiciones de trabajo a la par del nivel de exigencia.
Por ejemplo, los mecanismos de sanción pueden resultar endebles, inexistentes o arbitrarios. Un proceso puede resultar en la baja definitiva, una suspensión sin goce de sueldo que dure meses (cuando la resolución es favorable al policía, recupera sus salarios), o simplemente ser “asignados a punto”.
“Una persona que no tiene arraigo puede ser más vulnerable a caer en tentación, y con los tiempos de violencia que se viven, las personas necesitan un apoyo social y sobre todo familiar” – Lorena Pérez Floriano, investigadora de El Colef.
Esto quiere decir que el agente es confinado a un lugar para vigilancia, y lo privan de los patrullajes. Pero puede ser un problema menor comparado con la falta de jubilación, la pobreza de las prestaciones y el estigma del uniforme que al mismo tiempo genera orgullo.
En estas condiciones de trabajo, dice el presidente del CCSP, Juan Manuel Hernández Niebla, hombres y mujeres renuncian, no corren riesgos de la profesión, “o se nos echan a perder”.
“El gran reto es retenerlos y hacerlos mejores”, añade el también ex representante de la iniciativa privada en Baja California. Mira como “un esfuerzo positivo” la contratación de una empresa para el reclutamiento de policías de otros estados.
El tiempo dirá si fue o no la mejor medida, aunque la SSPM afirma que lo ha sido a pesar de más de cuatro mil entrevistas y apenas una veintena de aspirantes que aprobaron los estrictos filtros de selección.
Además de esto, los seleccionados ni siquiera han ingresado a la Academia de Seguridad Pública del Estado (ASPE). Se espera que lo hagan en julio o agosto.
El director de la academia, José Fernando Sánchez González, dice que hoy tienen 149 cadetes que pasaron las pruebas de control y confianza en 2017. Solo 17 de ellos iráen a la policía de Tijuana, y los demás al resto de las corporaciones municipales y estatales.
Ninguno fue preseleccionado por la empresa Innovatio, sino reclutados por la convocatoria permanente.
Sánchez González asegura que la academia podría graduar a mil elementos por año, pero en los últimos dos produjeron la mitad. No sabe cuánto dinero necesitarán para formar a los elementos que quiere Tijuana si reúne a todos los aspirantes aptos que busca.
“Nosotros trabajamos en base a una proyección, a una planeación, a una solicitud de las corporaciones y a las capacidades administrativas y presupuestales”, comenta.
Dice que el gobierno de Tijuana “ha solicitado hacer un esfuerzo extraordinario” para capacitar elementos de la Policía Comercial que aprobaron exámenes y serán integrados a la policía activa.
Pero no sabe cuántas personas originarias de otros estados son adiestrados como policías para Baja California cada año.
“Puedo decir que tenemos cadetes de todas las partes de la república. En todas las corporaciones, para todos los municipios (…) no lo hemos visto como una situación que suba, o que baje, o que sea una referencia”, dice.
“La capacitación le sigue haciendo falta a las corporaciones policiacas de todos los niveles de Baja California” – Melba Olvera Rodríguez, presidenta de la CEDH Baja California.
Pero la academia es todavía más importante porque de ella depende en parte la imagen de los policías ante la población. Cuando uno de ellos falla en el uso legítimo de la fuerza, abona a una confrontación que las redes sociales pueden consignar, magnificar y en ocasiones distorsionar.
La Comisión Estatal de Derechos Humanos (CEDH), insiste por eso en la urgencia de crear un protocolo homologado para el uso de la fuerza en el estado, porque hoy cada municipio tiene diferentes criterios.
La presidenta del organismo, Melba Olvera Rodríguez, dice que en sus capacitaciones encuentran agentes que no recuerdan la última vez que actualizaron sus conocimientos.
“La capacitación le sigue haciendo falta a las corporaciones policiacas de todos los niveles de Baja California”, y los nuevos policías más que en la academia, aprenden en la práctica, afirma.
Con la distancia que da el tiempo, Rodolfo cree que ha habido mejoras. Cuando quiso ser policía después de ser paramédico en Cruz Roja, no existía ni siquiera la academia del estado sino el Instituto de Capacitación y Adiestramiento Policial (ICAP), del municipio.
Pero si hay avances entre presente y pasado, es el futuro de los policías activos el que pide atención de emergencia.
Trabajando en la bahía de San Diego, Rodolfo tiene acceso a créditos para comprar un auto, una vivienda, y otros beneficios por la ciudadanía norteamericana.
“Acá no hubiera podido hacer eso, y en la policía menos. No hay ni jubilación. No hay futuro, pienso que allí no hay futuro. Los que están allí, es pura vocación”, dice.
Cuenta que entre los compañeros de su generación que dejaron la policía hay quienes abrieron un negocio propio, choferes de transporte público y algunos como él, que se fueron a Estados Unidos.
Un caso atípico puede ser el del tijuanense Edgardo Flores Campbell, elemento de la Policía Federal que encabezó el área de Asuntos Internos, órgano responsable de investigar y sancionar irregularidades de los agentes.
Es integrante de una antigua familia de la ciudad y además de haber ocupado distintos cargos de alto nivel, promovió su interés por convertirse en el Fiscal anticorrupción del país.
En entrevista, afirma que en México ser policía no es una opción real de vida, sino una alternativa frente a las pocas alternativas de empleo para salir adelante.
Encima de esto, comenta, los policías pueden ser piezas en el tablero de las ambiciones político partidistas.
“Los alcaldes muchas veces solo hacen lo que les da rentabilidad política dentro de su corto periodo de tres años: cortar listones, comprar patrullas y hacer eventos en la plaza pública”, asegura.
Flores Campbell estuvo en Tijuana como representante de la Comisión Nacional de Seguridad Pública en el foro “Si fueras gobernador, ¿qué harías para resolver la actual crisis de inseguridad y violencia en Baja California?”.
El foro fue organizado el pasado abril por el sector empresarial bajacaliforniano y el organismo que preside Hernández Niebla, quien mantiene aspiraciones políticas por la vía independiente.
“Nunca ha sido mi intención en estos puestos que he tenido, del sector empresarial o del sector social, brincar a un trampolín político. Ya lo hubiera tomado desde hace mucho tiempo porque ofertas, honestamente, me han sobrado”, responde.
Ahora en el VCSP impulsa una reforma policial en el estado para modificar y crear 13 leyes que atiendan las fallas institucionales. Una de las novedades sería la figura de un defensor de los agentes.
“Vamos suponiendo que el jefe del policía es corrupto. El jefe le pide que haga algo indebido. Si el policía se niega a hacerlo, seguramente el policía va a terminar en un crucero”, dice Juan Manuel Hernández.
Policías y ex policías consultados refieren que la corrupción que hoy cubre al país entra por muchas fisuras del cuerpo policiaco.
“El que dice que no miró eso, que no existe, no lo hizo, creo que es 100% mentira”, dice Rodolfo Baquedano.
La investigadora Pérez Floriano añade que se trata de un círculo vicioso donde muchos ciudadanos relacionan automáticamente al policía con la corrupción. Pero no lo considera decisivo para dejar el trabajo.
Su afirmación empata con el Diagnóstico Integral de la Policía de Tijuana del 2015, realizado entre otros por las universidades Autónoma de Baja California (UABC), de San Diego, y el Instituto para la Seguridad y la Democracia, A.C. (Insyde).
El estudio dice que el 67% de los policías se dijo dispuesto a luchar contra la corrupción; un 28% considera que la mayor parte de ella está en los mandos, y el 50% que la fomentan los ciudadanos.
Las recomendaciones del análisis incluyen reforzar órganos de control, mejorar salarios y fomentar la evaluación ciudadana.
Pero sobre todo desarrollar un sistema “para reconocer los derechos de la policía y para asegurar la permanencia, la estabilidad y la seguridad para los agentes policiales”.
67% de los policías se dijo dispuesto a luchar contra la corrupción; un 28% considera que la mayor parte de ella está en los mandos, y el 50% que la fomentan los ciudadanos – Diagnóstico Integral de la Policía de Tijuana del 2015 .
Cuando ese documento fue entregado al municipio, el Reglamento del Servicio Profesional de Carrera que regula algo de eso tenía dos años vigente.
En ese momento un tercio de los policía creía que podía ascender, el 54% que tenía pocas posibilidades, y el 9% que ninguna.
Rodolfo no duda que la renuncia haya sido la mejor opción. La adrenalina y el deseo de servir que despertó su vocación en la adolescencia, los alimenta como voluntario en la asociación civil Rescate Tijuana.
Duda unos segundos para responder si dejaría que un hijo suyo ingresara a la corporación, pero finalmente dice que sí. También cuenta que guarda entre sus recuerdos la última placa y uniforme de la policía municipal que vistió.
“Ahora ya no la extraño, ya pasó. Es como un desamor que el tiempo lo cura todo”, dice el ahora ayudante de cocina.
Lee la primera parte: La mitad de la policía de Tijuana ya es foránea. ¿Funcionará reclutar en otros estados?