La campaña de Sobchak es más que simplemente política: es personal. Su difunto padre, Anatoly Sobchak, era alcalde de San Petersburgo a principios de la década de 1990, y uno de sus subordinados era un desconocido teniente coronel de la KGB llamado Vladimir Putin. El gobierno de Sobchak padre era un modelo de reformas de estilo occidental, y Putin era el solucionador tras bambalinas del gobierno de la ciudad más liberal de Rusia. “Es indiscutible que [Putin] traicionó el legado del padre [de Sobchak]”, señala un amigo cercano de esta última. “Su carrera política es, para ella, una manera de honrar su memoria”.
Sobchak conoce a Putin y a su familia desde que ella era muy pequeña. Aunque el persistente rumor de que Putin era su padrino no es cierto, ella es una de las pocas personas de la política rusa que han conocido a Putin desde que este era prácticamente un don nadie. Apenas en septiembre pasado, Sobchak pudo reunirse con Putin para entrevistarlo en un programa de televisión que está grabando acerca de su padre. Cuando la cámara dejó de grabar, habló con Putin acerca de sus planes para postularse como candidata presidencial, no para pedirle permiso, según su propio relato, sino porque “pensó que era correcto decirle cara a cara que planeaba postularme contra él”.
Muchos liberales rusos acusan a Sobchak de ser un títere, una candidata simbólica e inofensiva que le sigue el juego al Kremlin. A Alexei Navalny, el activista anticorrupción y verdadero líder de la oposición liberal rusa, se le han puesto trabas para postularse, ostensiblemente debido a una serie de acusaciones judiciales por organizar protestas no autorizadas. En realidad, el Kremlin consideró que Navalny era un candidato demasiado poderoso “no debido a que pudiera ganar, sino por lo que podría decir si se le daba un tiempo al aire” en la televisión, controlada por el Estado, afirma Mark Galeotti, investigador de alto nivel del Instituto de Relaciones Internacionales de Praga. “Debemos recordar que muchos de los miembros [del gobierno de Putin] recuerdan demasiado bien la glasnost, vieron lo que ocurrió cuando el Partido Comunista dio a la oposición la libertad de derribar los cimientos del régimen”.
De acuerdo con esa lógica, Sobchak es una candidata que representa un menor riesgo. “El Kremlin trata de hallar maneras más seguras de añadir interés a la campaña [presidencial], y Sobchak es ideal”, dice Galeotti. “Ha tenido suficiente contacto con la política de oposición. Pero no puedo verla… atacando a la corrupción, revelando nombres, analizando acuerdos corruptos. Ya sea que exista un acuerdo explícito o no, ella es un producto de la élite. Comprende las reglas del juego y puede permanecer precisamente en el lado correcto de la línea”.
Sin embargo, Sobchak ha tenido sus roces con las autoridades. Fue una prominente lideresa en la ola de protestas que siguieron al regreso a la presidencia de Putin en 2012: policías enmascarados registraron su apartamento, y varios investigadores la amenazaron con acusarla de evasión fiscal. Putin “es alguien que divide a las personas en ‘con nosotros’ y ‘contra nosotros’”, declaró Sobchak a Newsweek en ese momento. “Lo respeto como persona. Ha hecho mucho por Rusia… Pero probablemente cree que yo ya no estoy ‘con él’, y ahora estoy sufriendo las consecuencias de ello”.
EN DISPUTA CONTRA VLAD: Sobchak conoce a Putin y su familia
desde hace décadas gracias a su padre. Y algunas personas afirman que Navalny
es el verdadero líder de la oposición. FOTO: DMITRY SEREBRYAKOV/AFP/GETTY
La acusación de que Sobchak sigue estando en cierta forma “con” Putin ha sido impulsada por el Kremlin, y Dmitry Peskov, el vocero de Putin, la ha descrito como “una persona talentosa” que “cumple con todos los criterios” para postularse a la presidencia. Sobchak afirma que esos elogios son una táctica para perjudicarla. “Las autoridades han decidido sofocarme mostrándome su afecto”, declaró Sobchak recientemente al diario The Guardian. “Es una táctica muy inteligente. Están haciendo de todo para hacer que parezca que estamos juntos”.
En su video de campaña, no ofrece ningún indicio de que será suave contra Putin. Sobchak ataca “los decadentes sistemas de educación y de atención a la salud” de Rusia, así como su “monstruosa corrupción y propaganda” en un video cuidadosamente producido y grabado en su cocina de diseñador. “La gente en el poder sigue robando. Los sacerdotes y la policía nos dicen lo que debemos leer y lo que debemos pensar”, dice. “Si no hacemos algo, seremos arrestados por lo que pensamos… y nuestros hijos crecerán soñando con salir del país”.
La ventaja de Sobchak es su fama, tras varios años de presentar “reality shows” en la televisión, entre ellos, Dom-2, que era un clon de Big Brother, así como su constante aparición en las revistas del corazón. Las encuestas indican que disfruta de un índice de reconocimiento de nombre de 95 por ciento, afirma Anton Krasovsky, asesor de Sobchak y antiguo director de campaña del multimillonario Mikhail Prokhorov, cuya campaña presidencial de 2012 fue considerada ampliamente como aprobada por el Kremlin. “Nadie, además de Putin mismo, tiene ese tipo de reconocimiento. Ella es como Donald Trump: ha dedicado toda su vida a convertirse en una figura pública”. En comparación, Navalny tiene “oficialmente un reconocimiento de nombre de 5 por ciento, que probablemente está más cerca de 15 por ciento”, de acuerdo con Krasovsky.
Navalny tiene una relación poco cordial con Sobchak. Cuando ella lo entrevistó recientemente para TV Rain, el canal de televisión por internet de oposición, él la criticó sin misericordia por confundir un nombre. Navalny no ha apoyado la candidatura de Sobchak y todavía dirige su propia campaña. Aún sin su respaldo, Sobchak podría resultar ser una candidata más difícil de lo que Putin esperaba. “Sobchak ha roto la cuarta pared; ella puede dirigirse directamente a los votantes y mostrar la serie de componendas que constituyen la política rusa”, afirma Galeotti. “Podría ser más corrosiva de lo que el Kremlin espera”.
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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek