A pesar de que muchos de nosotros amamos a Apple, Alphabet (antes Google), Facebook y Amazon, es cada vez más frecuente que escuchemos a políticos, activistas e, incluso, a veteranos de la tecnología que dicen que dichas compañías se han convertido en monopolios amenazadores. Son demasiado poderosas, saben demasiado, pueden aplastar intencionadamente a industrias enteras y, aparentemente, pueden ser embaucadas fácilmente por los rusos.
Todos estos temores y aversiones significan que esas empresas tan poderosas como Sansón deberían ponerse a temblar, pues ciertas nuevas tecnologías marginales están a punto de llegar a ellas con enormes tijeras de peluquero. En 1998, cuando el Departamento de Justicia de Estados Unidos presentó cargos antimonopolio contra Microsoft, la empresa de Bill Gates dominaba abiertamente la industria de las computadoras de escritorio. En 2001, cuando se llegó a un acuerdo extrajudicial en la demanda antimonopolio, las primeras aplicaciones de internet comenzaban a correr la supremacía de los paquetes Windows, Office y Explorer de Microsoft. Resulta que Microsoft habría sido humillada si el gobierno no hubiera hecho nada.
Al igual que entonces, actualmente sería difícil imaginar cómo nuestras poderosas superpotencias podrían ser amenazadas. Apple reina como la empresa estadounidense más valiosa, y Alphabet, Facebook y Amazon se encuentran entre las seis primeras. A los gobiernos les preocupa su poder: Google y Facebook fueron obligadas a comparecer ante el Congreso estadounidense para testificar sobre la forma en que sus servicios pudieron haber sido usados para inclinar la elección pasada en favor de Donald Trump. Google combate los reglamentos antimonopolio de la Unión Europea. Amazon es acusada de llevar a la quiebra a minoristas como Sears y Macy’s. Mientras tanto, enWorld Without Mind (Un mundo sin mente), el nuevo libro de Franklin Foer, se capta la creciente sensación de que los cuatro “monopolios del conocimiento”, como denomina el autor a esas empresas, están a punto de subyugar a la humanidad. “Somos los tornillos y los remaches de su gran diseño”, escribe.
Ninguna empresa va a desafiar de frente a ninguna de las cuatro grandes. Microsoft demostró la insensatez de un acto así cuando gastó alrededor de 10,000 millones de dólares para tratar de convencernos de usar Bing, su motor de búsquedas. Dime si has escuchado que alguien haya dicho que puso fin a una discusión “bingueando” el tema. En lugar de ello, la respuesta siempre surge de alguna desconcertante tecnología favorecida por los másnerdsde entre losnerds. Ahora, esa tecnología parece ser las blockchains.
Durante los últimos seis meses, los expertos en tecnología han llegado a creer que la blockchain, que es una versión de la tecnología que nos dio el bitcoin, puede utilizarse para construir tipos de plataformas en red completamente nuevos, y en esas plataformas se pueden incorporar incentivos que podrían atraer en masa a usuarios, desarrolladores y socios, alejándolos de las enormes órbitas de Apple, Alphabet, Facebook y Amazon.
Jeff Stewart, uno de los socios de Urgent, la empresa de inversión de blockchain, me pide que lo considere de este modo: esencialmente, Apple, Alphabet, Facebook y Amazon crearon una economía. Los usuarios aportaron algo, como contenidos, dinero (comprando cosas), información personal o pedacitos de su alma, y obtuvieron a cambio un producto o servicio. Los desarrolladores construyen aplicaciones en la economía; los minoristas venden cosas; las marcas se anuncian.
Hay muchas cosas que permiten el comercio dentro de esa economía, pero la empresa que la construyó establece las reglas, decide las aplicaciones o los socios que viven o mueren, revela solo lo que quiere o lo que las leyes le obligan, y luego, recoge casi todas las recompensas. En cierto sentido, estas economías son fantásticas. ¿Quién de nosotros desea renunciar a los artilugios, a las respuestas instantáneas, a los amigos perdidos desde hace mucho tiempo y a las cosas con gastos de envío baratísimos que nos dan esos cuatro gigantes? Y, sin embargo, este modelo superconcentra el poder y la riqueza, y eso puede resultar perjudicial, por ejemplo, si deseamos una clase media saludable.
Las blockchains mantienen la promesa de construir economías similares que sean más como cooperativas, es decir, que sean propiedad de todos aquellos que participen o inviertan en ellas. Una blockchain (cadena de bloques) es un conjunto de reglas de operación, codificadas en forma desoftware. Las reglas pueden manejar transacciones y contratos, establecidas de tal manera que, si yo hago algo para contribuir, automáticamente obtengo algo a cambio. La blockchain es operada en computadoras de todo el mundo, coordinada por las reglas delsoftware y no está atrapada en los centros de datos de una empresa. Así es como funciona el bitcoin. Nadie es el propietario o el controlador del ecosistema del bitcoin. Elsoftware funciona en máquinas distribuidas por todas partes y da seguimiento a todas las transacciones.
Digamos que tú quieres crear una red social de blockchain para rivalizar con Facebook. Algunas personas podrían utilizar sus computadoras para ayudar a hacer funcionar el sistema, y se les pagaría por ello. Si tú subes contenido, se te pagaría por ello. Si compras anuncios, pagarías por ellos con una moneda digital que fluiría hacia los colaboradores. “Ahora tendríamos a un montón de personas incentivadas para hacer que ese ecosistema funcione y para contribuir a él, lo que fomentaría la innovación”, dice Stewart. Ah, y si tú creas alguna aplicación o servicio que tiene éxito, no hay ningún cacique que pudiera decidirse a ofrecer lo mismo para destruirte.
Según este razonamiento, esta versión colectiva de Facebook daría un mayor control a usuarios y desarrolladores. Tú puedes establecer tus propias reglas sobre a cuánta privacidad renunciar, o cuánto te pagaría cada persona que escuche la música que publicas. En un momento dado, alguien creará una red social de blockchain que tenga las mejores reglas y que se convierta en una atractiva opción para Facebook.
¿Puede funcionar un colectivo en línea? Así es como se construyó Wikipedia. Si hubiera sido establecida en la era de las blockchains, podría haber tenido reglas que permitieran que los editores y los escritores recibieran un pago, quizá cobrando a los usuarios un centavo por cada artículo leído y distribuyendo automáticamente los fondos.
Este año ha habido mucha más actividad alrededor de las economías de blockchain. Stewart y otros han establecido fondos para invertir en ellas. En octubre, una empresa llamada Steemit puso en marcha un sistema basado en blockchains para contenido publicado. Cada nota tendrá su propio conjunto de reglas con respecto a la cantidad que se le pagará al autor, así como otras recompensas, por ejemplo, por mantener o compartir el contenido. Existen más proyectos como Steemit que están por venir. Si googleas “noticias sobre blockchains” verás cómo ha surgido experimentos en Ucrania, Baréin, China, Malta y en industrias que van desde la banca hasta los deportes.
Ninguno de ellos va a hacer que ninguno de los directores ejecutivos de las grandes empresas tecnológicas se convierta en un vagabundo sin hogar de Market Street, San Francisco. Después de todos esos años de ser castigado por acciones antimonopolio y por la internet, Bill Gates sigue siendo un multimillonario, y Microsoft sigue siendo una de las empresas más valiosas de Estados Unidos. Sin embargo, en la tecnología, la hegemonía nunca dura, y en alguna parte del universo de las blockchain, la revolución se está incubando.
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Publicado en cooperación conNewsweek / Published in cooperation withNewsweek