Una imponente estatua del ingeniero soviético Mijail Kalashnikov, inventor del legendario fusil de asalto que lleva su nombre, fallecido en diciembre de 2013, fue inaugurada este martes en Moscú, mientras que las autoridades aludieron a una “marca cultural de Rusia”.
En pleno centro de la capital, la escultura de metal, de más de 7 metros de altura, representa a Mijail Kalashnikov portando un AK-47, el arma que diseñó en 1947 y de la que se han fabricado, según ciertas estimaciones, más de 100 millones de ejemplares en todo el mundo.
Kalashnikov “encarnaba los mejores rasgos del hombre ruso: un talento natural extraordinario, la simplicidad, la integridad y la organización”, declaró durante la ceremonia el ministro de Cultura, Vladimir Medinski, que calificó al rifle de asalto que inventó de “verdadera marca cultural de Rusia”.
Kalashnikov murió el 23 de diciembre de 2013 tras una larga enfermedad, a los 94 años, y fue enterrado con honores en un gran monumento militar cerca de Moscú, en presencia del presidente Vladimir Putin y otros altos responsables rusos.
Nacido el 10 de noviembre de 1919 en un pueblo de Siberia, Mijail Kalashnikov se mantuvo en activo hasta un año antes de morir.
El kalashnikov, un arma robusta y barata, se convirtió en el símbolo de la lucha armada por la independencia, y decora varias banderas, incluyendo la de Mozambique y la del movimiento chiita libanés Hezbolá.
Kalashnikov no ganó ningún dinero con la venta de los AK-47, utilizados por los ejércitos de más de 80 países.
La empresa Kalashnikov, en declive cuando falleció el ingeniero, atravesó una profunda modernización orquestada por los poderes públicos, que anunciaron este año que cedían la mayor parte del capital a inversores privados.
La compañía se concentró en las exportaciones y en la mejora de su imagen, abriendo tiendas en las que se venden productos derivados.