Con estos antecedentes los principales analistas económicos de instituciones como el Banco de México han mantenido, hasta ahora, su rango de crecimiento económico del PIB entre 1.7 y 2.7 por ciento; así, se anticipa un mayor dinamismo de la producción industrial en Estados Unidos, y efectos positivos más evidentes de las reformas estructurales sobre las condiciones para la inversión; dicho pronóstico supone que no se observa un deterioro de la relación comercial de México con Estados Unidos, al igual que presupone ajustes ordenados en los mercados financieros particularmente el cambiario. Lo anterior parte de la lógica de que el proceso de renegociación del TLCAN será muy suave, sin aspavientos y con resultados extremadamente alentadores para las tres naciones, en especial, para México. Existen serias dudas de que las premisas de este análisis se vayan a cumplir. Ya la delegación de Estados Unidos comenzó el proceso la semana pasada de una manera agresiva, reclamando el crecimiento del déficit comercial que se ha acumulado con México.
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El TLCAN permite un comercio bilateral con Estados Unidos que alcanza los 108 mdd al minuto, ello será motivo más que suficiente para que el resultado final sea positivo pese a las estrategias de negociación tomadas de libros de texto. No obstante, sí debe tenerse en cuenta que los próximos meses serán de agitación en tanto cada país tiene sus prioridades, y que el hecho de haber abierto el TLCAN por iniciativa de Estados Unidos, por cierto, deja el camino a que cualquier tema sea discutido incluida la corrupción, el Estado de derecho y los derechos de los indígenas, así como el medioambiente, todos temas en los que, desafortunadamente, México queda muy mal parado.
La inestabilidad puede ser inminente al igual que el freno a potenciales inversiones hasta no saber cómo va a quedar el que se deberá de llamar el nuevo TLCAN. La profundidad de esta inestabilidad y el freno a posibles inversiones estará determinada por el cómo vaya fluyendo la información sobre los avances de la renegociación. Al mismo tiempo, el ruido por los escándalos de corrupción que día con día se suman al cotidiano nacional siendo el nuevo más fuerte que el anterior, pero menos estridente como el que podría ocurrir mañana. La agitación pre y electoral también tomará un papel relevante al encontrarnos en el umbral de una elección de pronóstico.
En tanto, el Banco Mundial (BM) estima un crecimiento para el año entrante para el país de 2.2 por ciento, lo que representaría tan solo una cifra inercial sin mayor mérito. Por su parte, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico insiste en que al país le corresponde ya el fortalecer de verdad y de una vez por todas su mercado interno —gasto público eficiente, crédito bancario, compras en territorio nacional, logística, etcétera—, lo que le permitirá estar mejor preparado para eventuales episodios de inestabilidad en Europa o Estados Unidos. Los riesgos a la baja para la economía son: la postergación de inversiones dada la incertidumbre relacionada con el TLCAN, realización de políticas proteccionistas en Estados Unidos, remesas por debajo de lo previsto y nuevos episodios de turbulencia en los mercados financieros internacionales, estimulados por la crisis con Corea del Norte y en cualquier momento por la guerra contra el Estado Islámico.
Para los próximos meses México debe contar con solidez económica. Las negociaciones del TLCAN y otros factores externos relacionados con Estados Unidos llevarán a la imperiosa necesidad de contar con una base económica muy robusta para soportar el estrés de los mercados internacionales y el entorno de incertidumbre geopolítica mundial que se avecina en un contexto del incipiente proceso de superación de la recesión económica mundial, bajos precios del petróleo y de mayor incertidumbre alrededor de la integración comercial regional y global —brexit, TLCAN y APEC.
Desde hace ya algunos años México ha formado parte de los llamados países emergentes, aquellos que han dejado el subdesarrollo para estar a un paso de convertirse en naciones desarrolladas. Empero, la laxitud con la que se aplican las leyes en todos los campos, los escándalos de corrupción y la impunidad en torno a ellos, la pobreza y marginación, al igual que el abandono ancestral de la obra pública ponen al país no como emergente, sino al nivel más bajo de los países subdesarrollados. La nación no puede seguir siendo el país campeón de los contrastes y la impunidad que daña no solo la economía, sino la dignidad humana. Una nación que se olvida —como parece ser la mexicana— de los aspectos más elementales de la vida humana como la ética, la moral, la compasión por el más desprotegido, la justicia, pierde el rumbo y el sentido de cohesión y solidaridad.
El próximo año y medio bajo el paraguas de las negociaciones con Canadá y Estados Unidos, México buscará seguir siendo parte del mercado de 500 millones de personas, pero ello representa una oportunidad para que el país despegue no solo como un importante socio comercial de una de las regiones económicas más importantes del planeta, sino como una nación que dignifica la vida humana. Los niveles de pobreza extrema que tiene México, el abandono de la infraestructura, la falta de Estado de derecho, la marginación de millones de personas y, hoy, la escandalosa corrupción son asignaturas pendientes de resolver que dañan la economía. Estas asignaturas están en el mismo nivel que las materias económicas que comúnmente se analizan como la disciplina fiscal y monetaria, la desregulación de la actividad económica y la apertura comercial. Ya no se puede seguir solo del lado de las variables macroeconómicas y bajo los dictados de los organismos de gobernabilidad económica mundial como el BM, el Fondo Monetario Internacional o la Organización Mundial de Comercio, es la hora de la dignidad humana, y esta puede ser la oportunidad para comenzar, justo frente a naciones como Canadá y Estados Unidos, con quienes se quiere seguir sentados en la misma mesa.
En resumen, en los próximos meses se enfrentará el reto de mantener el crecimiento económico en el marco de las presiones de la renegociación comercial, inestabilidad cambiaria, elecciones federales muy competidas bajo escándalos de corrupción y enormes contrastes sociales. El reto está a la vista, México se enfrenta a los meses más difíciles en muchos años.