La mayor diferencia entre las dictaduras y las democracias es que las democracias están regidas por leyes, y las dictaduras son gobernadas por dictadores.
El “estado de derecho”, como suele denominarse, representa leyes que surgen de un proceso que responde a la mayoría, que se aplican de manera consistente y son aplicables a todos, independientemente de su posición o poder.
Donald Trump no parece entender esto. En cuestión de días, Trump ha bombardeado a Siria y a un grupo de combatientes en el este de Afganistán.
El 12 de abril, Trump autorizó al Pentágono lanzar una Bomba Aérea Múltiple GBU-43 / B (MOAB) de casi 10 toneladas a personas descritas como “efectivos del Estado Islámico” en el este de Afganistán, cerca de la frontera paquistaní.
Es la primera vez que esta bomba – apodada la “madre de todas las bombas” y la mayor munición arrojada por aire en el inventario militar estadounidense – ha sido usada en un combate.
Es el dispositivo explosivo más grande que Estados Unidos ha utilizado desde que lanzó las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki en la Segunda Guerra Mundial. (En comparación, los aviones estadounidenses suelen lanzar bombas que pesan entre 113 y 907 kilogramos).
¿Por qué, exactamente? No está claro. ¿Y cuál era la autoridad de Trump para hacer esto? Aún es menos claro.
Todavía no sabemos exactamente por qué Trump bombardeó Siria. Dijo que era porque el presidente de Siria, Bashar al Assad, usaba armas químicas contra civiles inocentes, incluidos niños.
Pero no fue la primera vez que Assad utilizó armas químicas. Cuando lo hizo en 2013, Trump aconsejó no bombardear a Siria en respuesta.
¿Y de dónde obtuvo Trump la autoridad para bombardear Siria? Assad es un brutal dictador que hace cosas terribles a su pueblo. Pero la ley de los Estados Unidos no autoriza a los presidentes a ir a la guerra contra dictadores despiadados que hacen cosas terribles a su pueblo.
La Constitución confiere al Congreso, no al presidente, declarar la guerra.
En 2014, el presidente Barack Obama inició hostilidades contra el Estado Islámico, argumentando que la aprobación hecha por el Congreso de las guerras de George W. Bush contra Afganistán en 2001 e Irak en 2002 le proporcionó suficiente autoridad.
Está bien, quizás. Pero no hay manera de que Trump pueda confiar en la aprobación del Congreso de estas guerras para bombardear Siria.
Y es una distorsión argumentar que un grupo que reclama o que supuestamente está conectado con el Estado Islámico, pero que está localizado en el este de Afganistán lejos de donde el EI está tratando de establecer un estado islámico, es el mismo que el Estado Islámico.
En una democracia, el estado de derecho significa que nosotros, el pueblo, debemos estar a cargo, a través de nuestros representantes electos en el Congreso.
Puede ser una gran responsabilidad. Pero es especialmente importante cuando se trata de la guerra, la destrucción y la aniquilación de los seres humanos.
Como Comandante en Jefe, un presidente está facultado para manejar el poder militar de la nación. Pero él no está facultado para iniciar la guerra por su cuenta. Ese es nuestro trabajo.
El mundo de acuerdo con Trump es cada vez más peligroso, en parte porque no estamos haciendo nuestro trabajo.
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Este artículo apareció por primera vez en RobertReich.org.
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Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek