El jefe de la policía de Dallas, David Brown, confirmó este viernes que un francotirador aún no identificado, que fue abatido después de un tenso cerco policial, afirmó que no pertenecía a ningún grupo organizado y solo quería “matar policías blancos”.
La policía abatió al desconocido utilizando un robot con explosivos, dijo Brown, quien formuló un dramático llamado a la unidad alegando que “esto tiene que terminar, esta división entre nuestra policía y nuestros ciudadanos”.
El estallido de violencia ocurrió cuando la ciudad de Dallas era escenario de una protesta antirracista, motivada por la muerte de dos ciudadanos negros a manos de policías en Luisiana y Minnesota esta semana.
El centro de Dallas se convirtió este viernes en un gigantesco escenario de investigaciones por parte de agentes, escuadrones antiexplosivos y expertos en balística.
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“No hay una justificación posible a este tipo de ataques o cualquier tipo de violencia contra las fuerzas del orden”, añadió.
De acuerdo con la prensa local, el saldo de la jornada representa el peor registrado contra fuerzas policiales desde los ataques del 11 de septiembre de 2001.
La gravedad de la situación motivó a los aspirantes presidenciales Hillary Clinton y Donald Trump a cancelar todos sus actos públicos de campaña previstos para este viernes. Clinton tenía previsto un acto junto al vicepresidente Joe Biden en Pensilvania, y Trump un mitín en Miami.
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Caos absoluto
“Había negros, blancos, latinos, de todo. Era la protesta de una comunidad multicultural. Y de pronto (los disparos) salieron de la nada. Teníamos la impresión de que nos disparaban a nosotros. Era el caos total, una cosa de locos”, contó un testigo a la prensa.
Una mujer identificada como Shetamia Taylor resultó herida en una pierna cuando participaba de la manifestación junto a sus cuatro hijos.
Hacia el final de la manifestación en Dallas, dos hombres “empezaron a disparar contra los policías desde una posición elevada”, declaró el jefe de la policía, David Brown.
Una mujer que estaba en la misma zona del garaje fue detenida, además de otros dos sospechosos que tenían bolsas de camuflaje en su coche. Aunque según Brown, “por desgracia no estamos seguros de haber detenido a todos los sospechosos”.
Varios testigos subieron a internet videos y audios sobre la situación, en los que se ven y escuchan las ráfagas de tiros y las sirenas policiales.
Ismael DeJesus fue uno de los testigos que filmó un video, mientras se escondió en el Crown Plaza Hotel durante el tiroteo. En ese video registró como un desconocido mató a un agente de policía.
“Pareció una ejecución, honestamente. Se paró sobre él después de que (el policía) ya estaba caído. Le disparó tal vez tres o cuatro veces en la espalda”, añadió.
Otros videos divulgados por la televisión local muestran un desconocido apostado en las escaleras de un edificio y armado con un arma larga, efectuando disparos contra los agentes.
A un costado del hospital Parkland, agentes improvisaron un homenaje a los policías que murieron o resultaron heridos en los tiroteos.
Se trata del mismo hospital donde el entonces presidente John Kennedy fue llevado luego de recibir los disparos que le provocaron la muerte en Dallas en 1963.
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Momento de unión
El alcalde de Dallas, Mike Rawlings, formuló este viernes un llamado a la unión después de una jornada de desastre.
“Nosotros, como ciudad, como país, debemos ahora unirnos, cerrar filas y curar las heridas que sufrimos de tiempo en tiempo. Las palabras quedarán para más tarde”, dijo a la prensa.
Se trata de una “mañana dolorosa” para la ciudad de Dallas, dijo Rawlings.
Un hombre, identificado como Mark Hughes, se presentó voluntariamente a la policía después que redes de TV divulgaron una fotografía de él circulando en las proximidades de la manifestación portando visiblemente un fusil de asalto.
El porte de armas de forma visible es legal en el estado de Texas para personas que posean una licencia. Un abogado dijo que Hughes se presentó a la policía pero que fue liberado.
Las muestras de indignación habían ido en aumento a lo largo de la semana, primero tras el asesinato el martes de Alton Sterling, de 37 años, ultimado por policías en un estacionamiento de un comercio en la ciudad de Baton Rouge, Luisiana.
El jueves la indignación se trasladó a las calles de las principales ciudades estadounidenses tras la muerte de otro ciudadano negro, Philando Castile, a quien un policía le disparó dentro de su auto que había sido detenido para un control de tránsito, en el que viajaba junto a su novia y la hija de ésta, de cuatro años.
Las muertes de Sterling y Castile fueron filmadas por testigos con teléfonos celulares y los videos muestran que ellos no representaban ningún riesgo evidente para los agentes que les dispararon.