No es secreto. La vida urbana suele ser más exigente: horarios estrictos, traslados largos, múltiples compromisos y presión por resultados. Esta inmediatez crea una expectativa social de hacer todo “ya”, lo que impulsa un ritmo acelerado. Ahora un nuevo estudio arrojó que la vida en la ciudad ahora va más rápido de lo que se pensaba.
El artículo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) revela que los peatones en tres importantes ciudades del noreste de Estados Unidos (Boston, Nueva York y Filadelfia) se mueven un 15 por ciento más rápido que en 1980.
Newsweek analizó los hallazgos con Ruth Conroy Dalton, profesora de Arquitectura de la Universidad de Northumbria (Reino Unido), quien argumentó que “un aumento en la velocidad al caminar acorta el recorrido promedio por la calle en aproximadamente un 13 por ciento, lo que significa menos segundos en los que se pueden interactuar con los transeúntes, hacer contacto visual o simplemente estar presentes”.
El mismo estudio encontró que menos personas permanecen en espacios públicos, y que el número se redujo en un 14 por ciento en las últimas tres décadas.
“Algo ha cambiado en los últimos 40 años. La velocidad con la que caminamos y cómo se reúne la gente en el espacio público. Lo que vemos aquí es que los espacios públicos funcionan de maneras ligeramente diferentes, más como vías de comunicación y menos como espacios de encuentro”, dijo.
Dalton, que no participó en la investigación dirigida por el MIT, señaló los hallazgos de su propio trabajo para ilustrar tendencias similares.
AUTONOMÍA COMUNITARIA
Una encuesta nacional que coescribió con 2,029 adultos de Reino Unido descubrió que más de la mitad de los encuestados (54 por ciento) estaban de acuerdo en que “caminar por zonas llenas de edificios aburridos afecta cómo me siento”.
“Cuando la calle en sí te da menos cosas en las que detenerte, tiendes a recorrerla aún más rápido, lo que crea un círculo vicioso de menor tiempo de permanencia y menor intercambio social”, explicó.
La misma investigación muestra una pérdida paralela de autonomía comunitaria. Un público que se siente presionado e impotente está, como era de esperar, más alejado de sus calles.
En el nuevo estudio los investigadores utilizaron el aprendizaje automático para analizar imágenes de video tomadas por el famoso urbanista William Whyte entre 1978 y 1980. Estas grabaciones, capturadas en espacios públicos ahora icónicos como Bryant Park y las escaleras del Museo Metropolitano de Arte, ofrecieron una instantánea del comportamiento social en la vida urbana de finales del siglo XX.
En 2010 un equipo de investigación dirigido por el sociólogo Keith Hampton recreó las condiciones de Whyte, filmando imágenes actualizadas desde los mismos lugares a la misma hora del día.
Utilizando inteligencia artificial y visión artificial, el equipo pudo cuantificar los cambios en el comportamiento de los peatones a lo largo del tiempo. Entre los hallazgos más sorprendentes se encontró una disminución en el número de personas que se unían a grupos tras acceder a espacios públicos. En 1980 el 5.5 por ciento de las personas que llegaban a lugares como el Downtown Crossing de Boston y la calle Chestnut de Filadelfia acababan socializando en grupo. Para 2010 esa cifra se había desplomado a tan solo 2 por ciento.
VIDA URBANA: REDISEÑAR LAS ÁREAS PÚBLICAS
Las razones de este cambio parecen ser multifacéticas. Los investigadores señalan el auge de los teléfonos inteligentes, que permiten coordinar planes digitalmente antes de salir. Las interacciones sociales que antes se desarrollaban espontáneamente en una esquina ahora se realizan a través de mensajes de texto o chats grupales.
La cultura del café también podría estar influyendo. La proliferación de cadenas de cafeterías y espacios de reunión en interiores podría estar alejando a la gente de las aceras y llevándola a lugares climatizados y con internet.
Los investigadores esperan que su trabajo sirva de base para que las ciudades diseñen y rediseñen las áreas públicas, especialmente en un momento en que la polarización digital está cambiando la forma en que las personas se conectan en la vida real. N