Los recientes actos vandálicos registrados en el corredor Condesa-Roma de la Ciudad de México durante una manifestación contra la gentrificación han encendido las alarmas entre residentes, comerciantes y visitantes extranjeros. El pasado viernes, manifestantes destruyeron mobiliario urbano, saquearon negocios y lanzaron petardos contra establecimientos sin que la policía interviniera para detener los hechos.
El epicentro de la violencia fue el Foro Lindbergh del Parque México, donde comenzó la marcha, y se extendió por calles como Nuevo León, Álvaro Obregón, Durango y Orizaba. Ahí, aún persisten pintas con mensajes agresivos, algunos de ellos de tono xenofóbico, como “mata a gringos”.
Para Dana Smyth, originaria de Australia y residente de la zona, la protesta fue desconcertante.
“Gentrificación hay en todo el mundo, también en mi país. No entiendo por qué la violencia, menos en contra de la gente que está trabajando o un visitante que toma un café; me atemorizan con esa forma de manifestarse”, declaró a medios locales.
Uno de los negocios saqueados sobre la calle Orizaba permanece cerrado y cubierto por mamparas. En tanto, una sucursal de una cadena de cafeterías estadounidense, vandalizada sobre la calle Ámsterdam, logró reabrir aunque aún protegida con tapiales. Dentro, los trabajadores han comenzado a reparar mesas y sillas que fueron destrozadas.
Pau Mier, dueña de un local en la Condesa, expresó su temor ante los efectos de la violencia:
“Atiendo extranjeros. Me da miedo que ellos piensen que somos un negocio extranjero. Somos 100 por ciento mexicanos: trabajadores, proveedores, empresa… lo que logran es afectar a mexicanos, dejar a mexicanos sin trabajo”.
DOBLE RASERO EN OPERATIVOS
La falta de reacción policiaca frente a los actos vandálicos contrasta con la actuación que tuvieron este lunes con trabajadores del IMSS-Bienestar, quienes protestaban por el retraso en sus pagos. En este caso, los manifestantes fueron encapsulados por elementos de seguridad y retirados a la fuerza de la vía pública.
Este contraste ha sido duramente criticado por activistas y observadores, quienes acusan al Gobierno capitalino de aplicar criterios selectivos en el uso de la fuerza pública.
CONTEXTO: GENTRIFICACIÓN Y TENSIONES
La Roma y la Condesa se han convertido en epicentro de la gentrificación en la capital mexicana, fenómeno marcado por la llegada masiva de nómadas digitales y residentes extranjeros, principalmente de Estados Unidos, que ha elevado los costos de vida y desplazado a pobladores locales.
No obstante, la creciente tensión social ha dado paso a expresiones de protesta que, en su versión más radical, apuntan a la confrontación directa con símbolos del capitalismo global, como cafeterías de cadena, tiendas gourmet y espacios vinculados a estilos de vida extranjeros.
Mientras algunos colectivos defienden su derecho a denunciar el desplazamiento urbano, comerciantes y residentes reclaman que estas formas de protesta terminan afectando a negocios locales y trabajadores mexicanos.
El gobierno capitalino aún no ha emitido una postura formal sobre los disturbios ni sobre las pintas con mensajes de odio, lo que ha generado incertidumbre entre vecinos y empresarios de la zona.
RESTAURACIÓN Y EXIGENCIAS
Desde el sábado, comenzaron las tareas de limpieza y restauración de espacios públicos, y algunos colectivos vecinales han pedido una intervención clara de las autoridades para garantizar la seguridad sin criminalizar la protesta social.
La pregunta que queda abierta en el corredor Roma-Condesa es si el malestar social por la gentrificación puede atenderse con diálogo antes de que la violencia escale aún más en una de las zonas más turísticas y cosmopolitas de la capital. N
(Con información de Reforma)