En lugar de enfrentar con transparencia la revocación de su visa estadounidense, la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda optó por minimizar el hecho con una retórica populista y victimista. “Un gobernador no necesita tener visa para gobernar”, declaró con arrogancia, como si la relación estratégica con Estados Unidos no fuera vital para un estado fronterizo como Baja California.
Una gobernadora sin visa en la frontera: el vacío que Ávila no quiere explicar
Durante un encuentro con medios, Ávila desvió la atención de la gravedad diplomática del tema con frases emocionales, asegurando que millones de mexicanos viven sin visa. Lo que omitió decir es que ningún otro gobernador de frontera ha enfrentado una medida similar por parte de Washington, ni tampoco se ha visto excluido del diálogo binacional que sostiene sectores críticos como comercio, seguridad y medio ambiente.
“Seguimos entregando apoyos, invirtiendo en bienestar… aquí estamos de frente”, afirmó, mientras evitaba cualquier explicación sobre el porqué del retiro del documento. En lugar de rendir cuentas, insistió en destacar sus programas sociales y en resaltar su “coordinación” con las Fuerzas Armadas y la Guardia Nacional, sin presentar evidencia de resultados sostenibles en seguridad pública.
Sin visa y sin acceso: Ávila presume liderazgo binacional con las puertas cerradas en EE.UU.
En lo que pareció un intento por reconstruir su imagen internacional, Ávila defendió su papel en temas transfronterizos como el manejo del agua. “Soy la única gobernadora que ha impulsado proyectos para ambos lados de la frontera”, afirmó, obviando la importancia del acceso físico a Estados Unidos para gestionar esos mismos proyectos. Sin visa, su interlocución directa está, en los hechos, neutralizada.
Arropada por Morena, pero sin respuestas: Marina del Pilar evita explicar por qué solo a ella le retiraron la visa
También agradeció el respaldo político de Claudia Sheinbaum y del grupo de gobernadores de Morena, pero no aclaró si alguno de ellos ha sido sancionado de manera similar por el Departamento de Estado. “Esto nos va a servir de mucho crecimiento”, remató, sin asumir responsabilidad ni ofrecer soluciones.
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La gobernadora de Baja California continúa encapsulando su gestión en una burbuja de lealtades partidistas y discursos motivacionales, mientras la diplomacia y la credibilidad del estado enfrentan una crisis sin precedentes. N