La administración de Claudia Sheinbaum enfrenta su primer pulso comercial con Washington, y el protagonista no es el acero ni el maíz, sino el jitomate. Estados Unidos anunció que podría aplicar una tarifa del 20.91 % a las importaciones de jitomate mexicano, un movimiento que no solo amenaza con encarecer uno de los ingredientes más comunes en la dieta estadounidense, sino que también reaviva una vieja disputa agrícola entre ambos países.
Durante su conferencia matutina, la presidenta confió en que México logrará renegociar el acuerdo de suspensión de dumping, vigente desde 1996. No obstante, advirtió que si la tarifa se impone, el principal afectado será el consumidor estadounidense, pues simplemente no hay quién reemplace al tomate mexicano en volumen ni calidad.
“El jitomate mexicano se sigue exportando, con o sin tarifas. Lo que cambiaría es el precio: será más caro para los estadounidenses”, declaró Sheinbaum.
¿Por qué el jitomate?
El 90 % de los jitomates que importa Estados Unidos proviene de México, en su mayoría desde Sinaloa. Este producto viaja fresco y se consume de inmediato, en ensaladas, hamburguesas y productos procesados como la cátsup.
El Departamento de Comercio de EE. UU. sostiene que el acuerdo de 2019 no ha protegido a sus productores del llamado dumping —vender por debajo del precio de origen—, por lo que anunció su intención de retirarse del pacto, abriendo un plazo de 90 días para negociaciones.
El secretario de Agricultura, Julio Berdegué, fue claro: “No hay sustituto del jitomate mexicano. Si EE. UU. quiere aplicar una tarifa, sus ciudadanos simplemente pagarán más por cada bocado”.
Un déjà vu agrícola
Esta no es la primera vez que el jitomate se convierte en un campo de batalla comercial. El acuerdo ha sido renegociado cinco veces desde su origen en los años noventa. La última, en 2019, ocurrió bajo la presión de productores de Florida, y fue durante la presidencia de Donald Trump.
Berdegué recordó que México ha enfrentado con éxito procesos similares: “Nos hemos defendido y hemos ganado”. Además, precisó que esta tarifa no es un arancel tradicional, sino una medida compensatoria por dumping, independiente de otros gravámenes que EE. UU. ha amenazado imponer.
Una notificación que nunca llegó
Más allá del conflicto comercial, Sheinbaum expresó su inconformidad con la forma en que se comunicó esta decisión. “No se notificó al gobierno mexicano ni por vía diplomática ni institucional, sino a través de abogados de productores en Estados Unidos. Eso no es correcto”, señaló la mandataria.
Lo que está en juego
Para México, no se trata solo de jitomates: cientos de miles de empleos agrícolas están en juego, especialmente en zonas rurales que dependen de las exportaciones a EE. UU. Para los consumidores del norte, la decisión podría traducirse en ensaladas más caras, menos acceso a productos frescos, y un precedente preocupante en tiempos de tensiones económicas globales.
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Con un reloj de 90 días en marcha, la diplomacia económica mexicana enfrenta un reto clave en los primeros meses de la nueva administración. El tomate, al parecer, es mucho más político de lo que parece. N
Con información de Animal Político.