Consumir té de bolsitas podría exponernos a miles de nano y microplásticos con cada sorbo. Aunque se trata de una de las bebidas más antiguas y consumidas del mundo, este hábito podría representar un riesgo para nuestra salud.
Muchas bolsitas de té contienen pequeñas cantidades de partículas de plástico diminutas llamadas microplásticos. Cuando estas interactúan con el agua caliente, pueden liberarse en el té y terminar en nuestro sistema.
Los alimentos, envases y utensilios de cocina son fuentes importantes de contaminación plástica, pero los científicos aún no saben exactamente cómo afectan a nuestra salud. Sin embargo, sí saben que liberan sustancias químicas llamadas disruptores endocrinos, que se cree alteran las hormonas humanas y aumentan el riesgo de ciertos tipos de cáncer.
Los microplásticos también pueden aumentar el riesgo de cáncer al interactuar con el material genético de nuestras células. Microbiólogos de la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), España, estudiaron recientemente el plástico liberado por tres bolsas de té diferentes y su efecto sobre las células humanas.
Ricardo Marcos Dauder, uno de los autores del estudio de la UAB, explicó a Newsweek que, cuando los científicos hablan de microplásticos, no se refieren solo al plástico que se degrada y produce pequeños trozos de plástico, sino a pedacitos que se pueden medir fácilmente en micrómetros; entre 1 y 1000 micrómetros, equivalentes a una milésima parte de un milímetro.
CÓMO LAS BOLSITAS DE TÉ LIBERAN PLÁSTICO DURANTE SU PREPARACIÓN
Este estudio se centró específicamente en los nanoplásticos, medidos entre 1 y 1000 nanómetros, que es un tamaño incluso más pequeño.
“Todos los datos muestran que cuanto menor es el tamaño, mayor es la absorción [de plástico] en las células. cuanto menor es el tamaño, mayor es el riesgo”, afirmó Dauder.
Los microbiólogos descubrieron que las bolsitas de té disponibles comercialmente liberaban enormes cantidades de partículas de plástico en el agua caliente durante la preparación. El hallazgo se obtuvo al experimentar con bolsitas hechas de tres plásticos: polímeros llamados polipropileno, nailon-6 y celulosa.
En ese sentido, revelaron que las bolsitas de té que contenían polipropileno liberaban aproximadamente 1,200 millones de partículas de plástico por gota (o mililitro) de té. Las que contenían celulosa liberaban 135 millones de partículas por gota y las de nailon-6, 8.18 millones de partículas por gota.
Después de la revelación, los científicos tiñeron las partículas y las expusieron a varias células del intestino humano, para rastrear cómo podrían interactuar dentro del cuerpo una vez ingeridas.
Al cabo de 24 horas, un tipo específico de célula digestiva que produce moco en los intestinos había absorbido cantidades considerables de micro y nanoplásticos. Los plásticos habían llegado incluso al núcleo de algunas de estas células, que es donde se guarda el material genético.
Esto sugiere que el moco digestivo podría desempeñar un papel clave en la absorción de micro y nanoplásticos en el cuerpo antes de que sean transportados al torrente sanguíneo y a otras partes del cuerpo.
“NO NECESITAMOS ESTAR EN CONDICIONES ESPECIALES”
Dauder apuntó que los nanoplásticos podrían “atravesar fácilmente las barreras biológicas” para llegar a la sangre y luego afectar a diferentes órganos. Dentro de las células, podrían alterar las mitocondrias, la “fábrica de energía” de cada célula, y nuestro ADN, aumentando el riesgo de cáncer.
“La carcinogénesis está realmente relacionada con la genotoxicidad, o con el daño al ADN”, dijo Dauder.
La científica de la UAB Alba García-Rodríguez calificó la investigación sobre contaminantes plásticos como “una herramienta muy importante para avanzar en la investigación sobre sus posibles impactos en la salud humana”.
“Estamos expuestos a los microplásticos nanométricos en todas partes”, señaló Dauder.
Y agregó al tema: “No necesitamos estar en condiciones especiales, en lugares especiales, para estar expuestos. Algo tan sencillo como preparar una taza de té es suficiente para ingerir, cada vez que bebemos una taza de té, millones o más de nanopartículas o nanoplásticos”.
El equipo utilizó una larga lista de técnicas de vanguardia para rastrear los microplásticos, incluidos microscopios electrónicos, tecnología infrarroja, láseres y análisis de seguimiento de nanopartículas. N
(Publicado en cooperación con Newsweek. Published in cooperation with Newsweek)