En Canadá muchos han reaccionado de manera condescendiente a la decisión de los estadounidenses de retroceder en el tiempo al elegir a Donald Trump y su culto MAGA (Make America Great Again, “Haz a Estados Unidos grande otra vez”) como presidente de Estados Unidos.
Se ríen a pesar de que nuestra propia realidad política indica un destino similar para Canadá en 2025. Les recordaría que el primer ministro, Justin Trudeau, ha decidido aferrarse al poder, pese a los numerosos escándalos de su gobierno, contando con el apoyo de su desastrosa bancada y su partido.
En lugar de retirarse anticipadamente y permitir que los liberales se preparen para las próximas elecciones, los canadienses se enfrentan ahora a un gobierno mayoritario del conservador Pierre Poilievre en los próximos meses.
Antes de seguir celebrando nuestra superioridad de manera precipitada, reflexionemos sobre nuestra propia y patética realidad que se avecina. La decisión del presidente Joe Biden de seguir siendo candidato hasta que fuese demasiado tarde pese a haber pasado su momento dejó a los estadounidenses sin ninguna opción. Están atascados con su decisión y tendrán que lidiar con las consecuencias.
UN TRUMP EN CANADÁ
Canadá se encuentra ahora en la misma situación, y la corrupción y la incompetencia de su clase política han quedado en evidencia. Los liberales no han tenido la valentía necesaria para exigir y ejercer a tiempo un cambio de liderazgo que podría haber cambiado el curso de la administración y haberles dado a los canadienses alternativas reales.
¿Pueden los canadienses estar a la altura del desafío e impedir que un Donald Trump del Norte asuma el poder total mediante el control mayoritario del parlamento? Dudo que esto sea una posibilidad en vista de la incapacidad o falta de voluntad del Partido Liberal de Canadá y sus aliados para poner el país por encima del partido y el interés nacional por encima del beneficio personal o político.
Así que, por favor, canadienses, no se rían de lo que ocurre al sur de nuestra frontera. Nos espera el mismo destino, y el resultado será culpa nuestra. N
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Eduardo del Buey es diplomático canadiense jubilado, autor, internacionalista, catedrático y experto en comunicaciones estratégicas. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.