Los partidos políticos, todos, fallaron, se convirtieron en travas para la solución. Ni triunfadores ni vencidos están a la altura de la Patria que, “…Cuando nacemos, nos regalas notas, después, un paraíso de compotas, y luego te regalas toda entera suave Patria, alacena y pajarera…” En el crucero legislativo de la reforma al Poder Judicial atestiguamos una exacerbada oratoria indigna. Gritos, diatribas, falsedades, cinismos…, carentes de argumento, lógica, y lo peor, un pésimo uso del lenguaje. Una vergüenza política y jurídica. La opción ciudadana es hoy la solución.
Se perdió el cambio: las elecciones secuestradas dejaron de ser fuente de legitimación del poder público. Se le perdió respeto al voto en el ámbito de las autoridades. Lamentable con una ciudadanía que con empeño cívico fue autoridad y auditor de las casillas electorales, entregó resultados que pasaron prueba de fuego: conteo rápido, escrutinio y cómputo, cómputos distritales; una democrática comparecencia ciudadana forjada en más tres décadas de transición del procedimiento electoral.
La pluralidad fue la gran ruta; las ideas transformadoras, desde Reyes Heroles 1977, 1986, 1989, 1993, 1996, 2003, 2007, 2014. Con diálogo, por etapas, un debate que creó reglas de competencia obtuvo reconocimiento internacional. Una página que no merece un desdén, el diálogo entre partidos políticos obtuvo un sistema electoral y, el sistema electoral diseñó el sistema de partidos en otra dimensión con una ley General de partidos políticos. Empero, unos vivillos distrajeron la discusión y necrosaron el sistema de partidos para dejar nacer un monstruo depredador de presupuestos, instructor de narcisos, cínicos, desobligados, irresponsables, vividores de “franquicia”, timoratos… El financiamiento de alto calado cumplió con el dicho “dinero llama dinero”, el exceso llamó recursos “negros”, los “malandros” se apoderaron del quehacer de la política, como en el Jazz improvisan para darle estilo a cada grupo del crimen organizado…
Retornamos el anuario para plantarnos en la etapa de un solo partido y poder omnímodo de una persona. Una falla en el joven debate se orientó por el corazón de reglas para competir; olvidaron normas y criterios del ejercicio y control del poder, “¡pruebas!”, dice la perorata de alborada. “Un botón basta demuestra, los demás a la camisa”: retorno al poder metaconstitucional.
Es cierto, el mundo padece una crisis de partidos políticos, cada soberanía determinará cómo lo resuelven. En México se mancilla la Patria. Los partidos no transitaron a una vida compartida plural y diversa, tolerante y dialógica, no impulsaron escuelas, pensamiento, ciudadanía; abdicaron de ser entidades de interés público, paradójicamente también renunciaron a ser motores electorales, sus campañas ahora están a cargo de extranjeros con cargo al financiamiento público que son impuestos “del pueblo bueno”, solo se atienen al uso y usufructo de su patente. En una nuez: los partidos son hoy el problema, no la solución.
Veamos la realidad de la convivencia. Dice la “univoz” de palacio, que es una exageración de medios el tema de Culiacán; solo que además existe en decenas de ciudades, a los traviesos les disculpa asesinatos, indeterminados secuestros, carreteras tomadas, vehículos incendiados, robos de autos en decenas, suspensión de la vida compartida, lutos familiares… y, más aún, arenga con auto concedida autoridad moral, que… “… se porten bien, que cuiden a sus familias…”; y al “pueblo bueno”, ¿quién lo protege?
Los discursos políticos gubernamentales y de competencia electoral sobre cargan los discursos de conceptos nobles y protectores, los han llevado a perder su valor, como “monedas que solo les queda el metal”. “Democracia”, como la medicina de todos las enfermedades; “pueblo”, como otorgante del poder absoluto, como figura divina. La democracia usa toga y birrete de representatividad, el representante debe dar respuestas en actos de gobierno, éticos, coherentes, adecuados; la democracia se cimienta en valores y reglas, principios y virtudes, el voto es universal, intransferible, personal, secreto…, también defiende a las minorías en esencia democrática, un conjunto de minorías en diálogo para lograr consensos.
La democracia evita el despotismo de las mayorías, pues son solo la primera minoría. Una negligencia perjudicial, la democracia no es plebiscitaria. En las URNAS el pueblo no votó, votó la ciudadanía y le otorgó su voto a Morena y sus aliados de manera contundente, no se puede poner en duda. El cómo, es tema de otras reflexiones. Falso que el pueblo dio un “fíat” sin contrapesos, sin transparencia, sin legalidad… primero le otorgaron el adjetivo de “bueno” y luego en los hechos se lo quitaron.
El avanzado siglo XXI nos llama a diseñar, crear, disrupciones y disciplinas, pensamiento y filosofías, ética que acompañen al Estado a cumplir su misión, gobernar mediante políticas públicas consensadas, necesarias, resolutoras, no problemas, no ocurrencias… dejar que la democracia transite “las grandes avenidas” ciudadanas para tomar decisiones y que sea acompañada por gobernantes con toga de virtudes; que sea la ciudadanía, eje de la democracia, la beneficiada por sus capacidades políticas ejemplares e íntegras.
COMUNICADO En el marco del próximo 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,...
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