Cada proceso electoral es diferente, humores sociales, pulsiones de las personas, circunstancias emotivas del momento. La organización de las elecciones tendrá un escenario eminentemente ciudadano, ¡los que hacen las elecciones! La ciudadanía actuará con devoción política para que la Nación apruebe esta asignatura, con perversidad desde tribunas impedidas al proceso electoral le han colgado, a manera de exvotos, miedos imaginativos, olvidan que pendemos de un poema “…Patria, te doy de tu dicha la clave: sé siempre igual, fiel a tu espejo diario” …
Los órganos electorales administrarán el procedimiento de la mejor manera, es sello del SERVICIO PROFESIONAL ELECTORAL Y DE LA RAMA ADMINISTRATIVA. Impondrán la marca. Juntos, órganos electorales y ciudadanía serán la solución de la experiencia democrática como lo han realizado en 34 años, en 340 elecciones, en las que los partidos políticos ni pierden todo ni ganan todo para siempre, el 76% de los resultados han tenido alternancias de partidos políticos. Ramón López Velarde: “Yo que sólo canté de la exquisita / partitura del íntimo decoro, / alzo hoy la voz a la mitad del foro / a la manera del tenor que imita / la gutural modulación del bajo / para cortar a la epopeya un gajo…”
Han querido algunos “vivillos” hacer de la democracia y las encuestas sinónimos, según criterio del “Alcázar de Tenochtitlan”. La democracia no es patrimonio de una persona, es de todos, no pertenece a nadie. Democracia y encuestas se relacionan en términos de campañas, nunca de elección, de predestinación, menos como “mágica del futuro”; la razón es simple, la voluntad del “pueblo bueno” se manifiesta en las urnas y se revela en la juridicidad de las “actas de escrutinio y cómputo” de cada una de las casillas. Es una ofensa ominosa que las encuestas rompan con el secreto del voto con despotismo ideológico.
En nuestro país el poder se ejerce por el pueblo, pero a través de representantes electos democráticamente; el cuerpo electoral, léase ciudadanía, participa en las decisiones. Por ello en 2018 más de 30 millones de votos fueron respetados y puestos a aprueba durante seis años. Ahora la auditoría ciudadana decidirá a quienes les da su confianza para que la República recupere su vitalidad en la pluralidad. La democracia es un conjunto de minorías que dialogan, que no se ofenden y, en que la división de poderes pone límites al ejercicio del poder público.
El abecedario cardinal de la democracia nos obliga a la igualdad de derechos, libertad de expresión, rendición de cuentas, libertad de tránsito… de ello nadie queda exento. La autoridad en el cumplimiento del principio de legalidad, “solo pueden hacer lo que la ley les manda”; en tanto que la ciudadanía “puede hacer todo lo que la ley no le prohíba”. Su síntesis es: ¡sí, siempre y cuando no! Pero el discurso del poder complejiza todo, lo interpreta a modo y en beneficio de primeras personas del singular.
Las encuestas son herramientas fácticas que, mediante la recopilación de datos y opiniones de grupos sobre temas, enunciados con anticipación, recordemos la filosofía popular “el que avisa no traiciona”. En efecto, pueden utilizarse para medir comportamientos de eventos reiterados, incluido opinión pública, evalúan esos comportamientos y perfeccionan la retroalimentación. No solo dependen de su centrado científico sino también en el uso correcto del lenguaje para solo así acercarse a certificar preferencias y actitudes. NO adivinan el futuro. No son precognición. Son herramientas para evaluar y mejorar procesos. Es un despropósito querer que las encuestas releven a la democracia. No es digno ni honrado, es loquera de narcicismo.
Las encuestas no garantizan la representatividad del “pueblo bueno”. La administración pública, las políticas públicas, la gobernanza, la gobernabilidad no son tema de “Nintendo, de Xbox, de juego de fantasías”. Son materias sociales y políticas complejas que demandan MUCHO más que una encuesta. La historia nos ha revelado que muchas encuestas son manipuladas, sesgadas, improvisadas con mal uso del lenguaje, inconsistentes en el ser de las preguntas. La famosa “muestra representativa” debe reflejar las características de una población, tener criterios científicos como probabilidad de inclusión, probabilidad que no es igual para el total de la población. La selección deberá ser aleatoria y sin sesgos. Pero el futuro aún no existe.
La polarización política dificulta el diálogo, en consecuencia, provoca inmovilización gubernamental. Recordemos datos verídicos y jurídicos, NO ECUESTAS, en 2021 “la 4T” logró un 17 % de los votos. Para la revocación de mandato participaron 16.5 millones, igual a un 17%. Son una minoría con más votos, saludable para el sístole y diástole democrático, pero sin megalomanía.
La elección del 2 de junio ¡lo decidirá la ciudadanía, nadie más!, su participación garantizará el respeto por el estado de derecho, la igualdad de derechos y la dignidad política.
COMUNICADO En el marco del próximo 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer,...
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