Así lo dije el domingo 18 en la plaza de la Patria. “El hogar es el nido de la intimidad cuyos muros protegen al individuo y a la familia del mundo externo; ahí se resguarda el núcleo humano, es el escenario mínimo para la formación y la transmisión de los valores culturales y, donde florecen entre ellos los más nobles sentimientos.
En contraste, la plaza es el espacio abierto de la libertad. Nos pertenece a todos. Su vocación es reunir lo colectivo en el que la multitud es mucho más que la suma de sus partes. El sonido de los pasos sobre nuestras calles son señal de un nuevo orden ciudadano.
El individuo cuenta cuando vota, pero si se reúne con los que coincide, se convierte en una exigencia, reclamo para influir en la marcha de los asuntos colectivos.
La ciudadanía decide, manda, marca los límites de los poderes públicos, hace realidad el Estado de derecho. Esta concentración muestra un diálogo plural, civilizado, pleno de valores y virtudes. La educación con que nos manifestamos es voz colectiva que se enaltece con la honestidad del águila de Jesús Contreras que vigila desde esa columna, síntesis del orden cívico.
Durante los últimos años la población ha crecido y se ha diversificado. Somos más plurales, un mosaico infinito de opiniones y de visiones del mundo, pero unidos en lo esencial. Prosperamos en un marco de instituciones democráticas que poco a poco hemos ido perfeccionando. Hemos creado organismos que complementan el sistema de división y equilibrio de poderes, entidades que vigilan, regulan y limitan al poder gubernamental.
LA CIUDADANÍA DEMOCRÁTICA APOYA A LAS INSTITUCIONES
La Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es mapa político de la Nación. La ciudadanía democrática apoya a las instituciones electorales del procedimiento, la justicia, los delitos. La ciudadanía es quien hace las elecciones, permite el voto y lo cuenta bien; participamos con exigencia de verdades para que los gobiernos cumplan con la Constitución. La ética y el derecho nos impulsan a poner en el centro de la vida social los Derechos Humanos.
Los gobiernos tienen muy acotado su quehacer en las elecciones. Su obligación es colaborar con las autoridades electorales. Impulsar una atmosfera de fraternidad, buen clima de convivencia. Dar seguridad al proceso electoral, evitar que el crimen organizado se acerque al mundo electoral. Hay delincuencia electoral si se apoya en favor o en contra de las candidaturas.
La participación ciudadana libera los miedos que se han sembrado; la deliberación ciudadana fomenta la unidad y los acuerdos; recuperar la confianza en las instituciones es un reto republicano. La ciudadanía hacemos posible los partidos políticos, elegimos y definimos quién gobierna, aportamos los recursos financieros para las políticas públicas, planes y programas, exigimos decidir su modo y destino, optimizamos la economía, damos calidad a las instituciones, impedimos la corrupción cuando decidimos unidad, exigencia y verdad, para vigorizan al Estado mexicano.
Las instituciones electorales de la democracia, las que administran, imparten justicia, las que persiguen delitos, son garantía de los derechos fundamentales. Permiten el tránsito del poder público de manera civilizada. El INE administra el procedimiento electoral, la ciudadanía organiza las votaciones, atestigua el tránsito de boleta en voto, lo ha hecho en 339 elecciones en 33 años, este 2 de junio lo hará en más de 170 mil casillas, en un padrón aproximado de 98 millones. 20 367 cargos de elección popular están en disputa, sin la ciudadanía sería imposible se prepare y se atienda jornada electoral y cómputos.
LA DEMOCRACIA NO SE EXPLICA SIN JUECES
El Tribunal Electoral deberá honrar la impartición de la justicia electoral, la democracia no se explica sin jueces, les demandamos sentencias adecuadas, justas. Las fiscalías que persiguen el delito deberán garantizar los castigos a los verdaderos culpables.
El jefe del Ejecutivo federal propuso al Legislativo 20 reformas que proponen modificar la Constitución, leyes ordinarias y reglamentarias. Suprimen la autonomía del poder Judicial y restringen las atribuciones del poder Legislativo, para privilegiar el control de uno sobre los otros dos.
¡México está en peligro! Se debate entre el despotismo y la libertad. Protestar cumplir la Constitución y pretender degradarla, es un despropósito. Pretende que ministros y magistrados de la Suprema Corte de Justicia sean nombrados en votación popular, una votación que quedaría bajo el control del ejecutivo.
Propone, también, la grave desaparición de legisladores de representación proporcional, un sistema que, pese a sus fallas, permite la expresión plural en las Cámaras del Congreso de la Unión y da lugar a todas las voces políticas representativas. Ambiciona que prevalezca la mayoría simple. Esto quiere decir que, si un partido político obtiene el 20 por ciento de los votos y con ello consigue la totalidad de los asientos congresionales, el otro 80 por ciento logrado por las minorías, no ganan nada.
Todavía más grave, el 80 por ciento de los ciudadanos que votaron se quedan sin representación. Intenta que una minoría usurpe el poder de la totalidad del pueblo ciudadano, las minorías mayoritarias se verían impedidas de participar en la política legislativa. Llegó la hora de ejercer la libertad y autonomía ciudadana…” N