En el transcurso de un año, Adele hizo añicos cada una de las reglas del consumo de música en la era digital, Kendrick Lamar hizo que fuera posible e inevitable que los críticos y Barack Obama estuvieran de acuerdo con respecto a un álbum, y Taylor Swift llevó al escenario a cada una de las celebridades existentes y cambió el modelo de negocios de una compañía con un valor de mil millones de dólares con un toque de sus varitas mágicas. Ah, y Kanye West aún no publica SWISH.
Fue un año de regresos triunfales (Adele, Sleater-Kinney, Blur, Lamar) y de tristes adioses (Scott Weiland,Ornette Coleman, y muchos más), y fue el año en que las reglas delstreaming tomaron un mayor impulso.
A través de todo ello, se produjeron álbumes (algunos de ellos publicados de manera sorpresiva, otros lanzados en cassette y/o proclamados con sitios falsos de Netflix y otros trucos diseñados para tentar a los lectores de blogs), y se seguirán produciendo. Desde el atormentado opus de Lamar hasta los alaridos de Dilly Dally, estos son los discos que nos sorprendieron y nos deleitaron en 2015. Estos son los 20 mejores álbumes del año, listados en orden alfabético y presentados con amor.
Por cada comentario colérico, esperamos que 10 lectores más encuentren algo que les guste.
1. The Amazing, Picture You (Partisan)
No hay nada particularmente a la moda con respecto a Picture you, tan sólo 65 minutos de pop psicodélico endemoniadamente bien elaborado y que se desenvuelve muy lentamente. The Amazing, un quinteto constituido por suecos cuyos miembros (y elementos estilísticos) se traslapan con los de la banda Dungen, mejor conocida, toman prestados los mejores elementos de la grandilocuencia del rock progresivo de la década de 1970 y ninguna de sus lentas y pesadas pretensiones. En Picture You, las formidables duraciones de las piezas (con sus 9:27, la pieza que da título al álbum es la más larga), solos desgarradores y una camada de melodías psico-folk coexisten hombro con hombro en el gozoso caldero de alguna bruja suiza (ayuda el hecho de que el canto de Christoffer Gunrup resulte fantasmal y vulnerable pero indefectiblemente melódico de principio a fin, aún en las excursiones más progresivas del disco.) Prueba la compulsivamente tarareable “Tell Them You Can’t Leave” (Diles que no puedes irte) como muestra, y escucha “Safe Island” (Isla segura), de ocho minutos y medio, para lograr una inmersión plena y difusa.
2. Courtney Barnett, Sometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit (Mom + Pop)
Una de las sorpresas más agradables de las recientes nominaciones para el Grammy fue ver el nombre de Courtney Barnett en la categoría de mejor artista. La cantante, compositora y rockera australiana publicó tres EP antes de su exitoso larga duraciónSometimes I Sit and Think, and Sometimes I Just Sit, que fue publicado en marzo, logrando una aclamación mundial. El disco combina los ingeniosos juegos de palabras y las nómadas líneas vocales de sus primeros trabajos con un estilo grunge poderoso pero melódico. En un paisaje musical popular saturado actualmente de efectos electrónicos, la banda de Barnett es uno de los verdaderos tríos, al igual que una de las bandas con las que se le ha comparado: Nirvana.
3. Leon Bridges, Coming Home (Columbia)
Leon Bridges, el tejano de 26 años que recientemente tuvo un gran éxito en Saturday Night Live, nos dio uno de los más grandes debuts del año.Coming Home se compromete completamente con una tradición de soul que había estado estancada hasta el momento en queBridges la refrescó. Él está claramente obsesionado con el género, pero hace que la relativa sencillez de estas piezas suene reveladora. Después de todo, se requiere cierta maestría para hacer que un ritmo balanceante de Gospel como “Coming Home” se convierte en un éxito viral en Spotify. Es ahí donde entra muy bien su carisma: los espectáculos en vivo de Bridges son algunos de los más alabados de la memoria reciente, pues el hombre tiene suficiente energía paraarder. Seguramente, este es un secreto para lograr que lo viejo suene joven otra vez.
4. Car Seat Headrest, Teens of Style (Matador)
El cantante Will Toledo ha compuesto música por cinco años, pero no fue sino hasta que firmó con el sello Matador que el público y los críticos escucharon el reflexivo y crudo pop independiente de Car Seat Headrest. Car Seat Headrest suena como los Strokes si hubieran renunciado a los sucios clubes de Lower East Side de principios de la década de 2000 y hubieran subido a BandCamp grabaciones hechas en su dormitorio. En otras palabras, existe una similitud en cuanto al sonido, pero una clara brecha generacional. Teens of Style es angustia millennial transformada en música, pero es descarada e indiferente donde podía ser quejumbrosa y melodramática. Aunque es uno de los dos materiales que la banda lanzó este año, Teens of Style podría hacer que cualquier nuevo escucha se sienta incómodo por haber pasado por alto a CSH durante tanto tiempo.
5. Dead Ghosts, Love and Death and All the Rest (Burger Records)
Burger Records de Los Ángeles se ha constituido discretamente en uno de los mejores sellos independientes del país, o por lo menos, en el más prolífico. El conjunto de artistas de Burger es, al parecer, interminable, y todos ellos están al menos matizados con elementos de garaje o rock psicodélico. Ninguna banda representa mejor la estética de Burger que Dead Ghosts de Vancouver, cuyo más reciente álbum,Love Death and All the Rest, toma la estafeta exactamente donde la dejó su excelenteCan’t Get No de 2013.
6. Dilly Dally, Sore (Partisan)
El resurgimiento del grunge ha terminado, pero muy a menudo un recién llegado volverá a la era en la que el rugido fuerte-silencioso-fuerte de las guitarras reinaba y lo hará con tal garbo que será imposible no engancharse. EnSore,su álbum debut, Dilly Dally, de Toronto, ha destilado las mejores partes de, bueno, The Distillers por no mencionar las obvias influencias de Hole y de The Pixies, mientras combaten la furia púrpura, luchan por helado y enfrentan los aguijonazos del deseo. Es un inicio desordenado y hermoso para una banda con mucho futuro. “Sore es un álbum sobre el renacimiento”, como ha dicho la vocalista Katie Monks en una declaración. “De ahí sus repugnantes tonos de guitarra y su gemir constante. Qué puedo decir, la felicidad es una lucha, pero lo último que quisiera que tú o cualquier otra persona hiciera es darse por vencido en ella.” Apropiadamente,Sore se escucha mejor con un ánimo festivo.
7. Drenge, Undertow (Infectious Music)
El apellido de los dos hermanos que elaboran sonoras melodías punk bajo el apodo Drenge es Loveless (sin amor), pero no tienen nada que ver con el influyente álbum de shoegaze del mismo nombre. Ni su clamoroso segundo álbum,Undertow, es, de ninguna manera, descorazonado. Los tipos llevan cada parte de ellos mismos bajo el brazo y mucho más que en su álbum debut del mismo nombre. Y aunqueUndertowcontinúa sondeando las despreocupadas meditaciones de la juventud, es un disco más esbelto, más cruel y más urgente. Esta vez, Eoin y Rory Loveless están menos preocupados por los “qué carajos” y por el hecho de que “las personas enamoradas les dan asco”, y más con el hecho de aceptar los difíciles hechos de la adultez a principios de la segunda década de vida. Esto se hace evidente en las acertadas letras de canciones como “Never Awake,” (Nunca despierto), en la que los hermanos provocan a un antiguo amigo por no estar presente: “Es tan difícil llegar a ti/porque nunca estás despierto”, y el hecho de que las personas a las que alguna vez amamos pueden desvanecerse, inmortalizadas en “Have You Forgotten My Name?” (¿Has olvidado mi nombre?). Olvídate de “La guía para idiotas para tus 20 años”: Drenge habla acerca de esta edad tan confusa, analizando una basura a la vez. Es mejor que te pongas listo y que escuches atentamente.
8. Father John Misty, I Love You, Honeybear (Sub Pop)
Hubo más que unos cuantos admiradores deFear Fun, el álbum debut que Father John Misty publicó en 2012, quienes no sabían exactamente cómo reaccionar frente a su continuación de 2015, I Love You, Honeybear . La curiosidad comenzó cuando el antiguo J. Tillman presentó el más reciente sencillo del segundo, “Bored in the U.S.A.” (Aburrido en EE UU), mediante una poderosa pero extraña representación enLate Show With David Letterman en otoño pasado. (¿Eran risas grabadas o la risa del público en vivo?) El resto del álbum da mayor sustancia al tono melancólico de esa canción, marcando una gran distancia del sentido de aventurero despertar psicodélico que impregnóFerar Fun. Pero la buena música es la buena música, y FJM es tan inteligente y conmovedor como siempre en I Love You, Honeybear. Esta vez, las sensaciones afectuosas simplemente están administradas de dentro hacia fuera y no al revés.
9. Carly Rae Jepsen, E•MO•TION (School Boy/Interscope)
Con la sensación de 2012 “Call Me Maybe,” Carly Rae Jepsen rompió récords de descargas pero se arriesgó a convertirse en una nota al pie de página mitad humana/mitad meme de algún especial de Me encanta la década de 2010 de VH1. Con su fantástico E•MO•TION, pretende conquistar el formato de álbum y alejarse de la década de 2010, adoptando los radiantes sintetizadores y los indicadores emocionales de la pantalla grande del pop de la década de 1980. No importa que haya vendido sólo una fracción del número de copias de1989 de Taylor Swift y que haya sido inexplicablemente omitido de las nominaciones a los Premios Grammy: E•MO•TIONes una postal brillante, angustiada y con el corazón en la mano de los amoríos de Jepsen (“I really, really, really, really, really like you”, De verdad, de verdad, de verdad, de verdad, de verdad, de verdad me gustas), de sus deseos (“I want what I want / Do you think that I want too much?”, Quiero lo que quiero/¿Crees que quiero demasiado?) y la escandalosa comodidad con suaves intermedios de saxofón (“Let’s Get Lost”, Perdámonos). Eso es de lo que se trata cualquier gran álbum de música pop, concretamente, emociones, y con fructíferas colaboraciones entre las que se incluye a Devonté Hynes (la lenta balada funky de “All that”, Todo eso) y Rostam Batmanglij de Vampire Weekend (el extraño y tartamudeante electro-pop de “Warm Blood”, Sangre caliente),E•MO•TION encuentra el vocabulario pop más melodioso posible para expresarlo.
10. Lady Lamb, After (Mom + Pop)
Lady Lamb (alias Aly Spaltro) ha sido un favorito indie del noreste durante años, pero conAfter,finalmente consiguió un crédito más amplio. Al igual que enRipely Pine de 2013, Spaltro hace aquí un divertido truco, ya que mientras sus letras están llenas de nostalgia y pena, su instrumentación se mantiene estridente y exuberante, como en la sobresaliente “Billions of Eyes,” salpicada de imágenes oníricas que hacen poco por eliminar la ansiedad lírica de Spaltro (“Pienso en los miles de millones de ojos / todos ellos mirando algo diferente al mismo tiempo / y me siento mareada”).Afteres una impresionante muestra de la amplitud musical de una de las cantautoras más prometedoras (y, francamente, subestimadas) que trabajan en la actualidad.
11. Kendrick Lamar, To Pimp a Butterfly (Top Dawg/Aftermath/Interscope)
A partir de ahora, 2015 será conocido como el año de Kendrick Lamar. El rapero de Compton estableció concluyentemente que es un talento de los que solamente surgen cada generación con su opus tenso, polémico y profundamente funky To Pimp a Butterfly. Con contribuciones de George Clinton, Dr. Dre, Flying Lotus y Boi-1da (entre muchos otros), es un disco atemporal pero que sólo pudo haberse grabado en la actualidad. Está inmerso en la tradición del hip hop pero tiene un gran atractivo por su mezcla de estilos. Es angustioso y político, pero también ingenioso y vital. Hasta el presidente de Estados Unidos es admirador de este artista. Lamar ha hecho un gran servicio a los amantes de la música al probar, a pesar del pesimismo que existe en toda la industria, que todavía hay espacio para innovar en un enorme escala. Asimismo, ahora sabemos qué son los “yams”.
12. Lana Del Rey, Honeymoon (Interscope)
El cuarto álbum de Lana Rey, Honeymoon, supone que ya ha pasado mucho tiempo desde nuestra primera cita, nos enamoramos profundamente y nos enganchamos. Está situado en la parte astral del estado onírico de la relación en el que nada parece ir mal, y dados los crescendos de gasa fina y los hilos melodramáticos del álbum, más la demoniaca estética de diva y la melódica voz de Del Rey, ese es el único título que este disco pudo haber tenido. Para Del Rey, las lunas de miel no tienen que ver con Los Cabos y el champán. El amor de toda la vida se relaciona con los bellos detalles, no se limita a los jardines de rosas, a la vida fácil, a fumar mariguana en la playa, al art decó y el helado blando. O, como gime en “Freak”: “No podemos bailar rap lentamente / Besémonos mientras lo hacemos / Hablemos hasta ponernos azules.” No todo es dulce, sin embargo. En “Blackest Day,” Del Rey no se muestra tímida sobre sus “fibras sensibles” y sobre sólo escuchar a Billie Holiday después de que su nene se va. Y eso sin considerar las incontables alusiones a la muerte en Honeymoon. Pero que nos lleve el diablo si eso no es amor, tremendo y terrible, vida y muerte, caídas y placeres, todo él.
13. Miguel, Wildheart (RCA)
Está bien que Wildheart no sea un disco de R&B intelectual; su única preocupación verdadera es el sentimiento. Bueno, un solo sentimiento. Es un disco sobre sexo que suena a sexo (o “uso de armas”, como Miguel lo llamaría), pero a pesar de su tema tan abiertamente erótico, de algún modo se las arregla para no caer en las trampas fáciles de lo repugnante o de considerar a las personas como objetos. Quizás esto se deba a que no trata sobre conseguir sexo, sino sobre la belleza del acto mismo. La grandiosa habilidad de Miguel de navegar entre lo sugestivo y lo explícito, lo visual y lo emocional, es sólo otra razón por la que la efímera presencia de este disco en elzeitgeist (a pesar de su recepción rotundamente positiva) es uno de los grandes misterios del año.
14. Joanna Newsom, Divers (Drag City)
Ha pasado un mes y medio desde que Joanna Newsom publicó el encantador Divers (en vinil, CD y cassette y, ciertamente, no en Spotify), y pasarán muchos meses más antes de que nos cansemos de encontrar todos sus secretos. En el cuarto álbum de la venerada arpista, todo parece posible: un motivo náutico que se sumerge en el mar en un romance de cacería de perlas (“Divers “), una extraña salida que parece disolver la voz de Newsom en una nube de humo (“The Things I Say”) y un vívido sueño sobre la guerra en la era de los viajes en el tiempo (“Waltz of the 101st Lightborne “). ConYs (2007) y Have One On Me (2010), Newsom se colocó más allá de la esfera de la categorización convencional. Pero nunca ha escrito algo tan trascendente como “Time, As a Symptom.” (El tiempo como un síntoma). Diverses una inmensa zambullida en lo desconocido.
15. Jessica Pratt, On Your Own Love Again (Drag City)
Este álbum podía pudo haberse colocado fácilmente en nuestra lista de los mejores álbumes de invierno, lo que significa que este es probablemente un buen momento para desempolvarlo si te enamoraste de él cuando se publicó en enero, o para descubrirlo por primera vez. Como en el caso de su excelente disco homónimo de 2012, con On Your Own Love Again, la voz de Jessica Pratt es tan frágil, preciosa y totalmente embriagadora como su rasgueo acústico. Sus canciones parecen estar a merced de una gélida brisa de diciembre, abriéndose camino a través de los contornos de la estación. Desde “Greycedes” hasta “I’ve Got a Feeling,” es un disco tan obsesionante como delicado.
16. Shamir, Ratchet (XL Recordings)
El vibrante y temerario Shamir Bailey es un veinteañero con un gran talento para hacer que las personas piensen y bailen simultáneamente, y es quizás la mejor exportación de Las Vegas desde The Killers. En Ratchet, su debut en un sello importante, Shamir sashays, se pavonea y canta con una gran actitud y un falsete que recuerda a Michael Jackson, irradiando una androginia no muy diferente de la de Grace Jones. Pero quizás lo más impresionante del singular Shamir es la gran variedad de géneros cohesivamente mezclada en Ratchet, que incluye (pero sin limitarse a ello), un efervescente electro-pop (“Make a Scene”), rap (“On the Regular “) y disco (“Hot Mess”). Shamir, al igual que la música de Ratchet, no puede clasificarse en una sola categoría. “[Para] aquellos que siguen preguntando, no tengo sexo, no tengo sexualidad, y me importa un carajo”, tuiteó Shamir en marzo. Sin embargo, nos atrevemos a decir que a ti no te importará un carajo Ratchet. Muy pronto lo escucharás por todos lados.
17. Sleater-Kinney, No Cities to Love (Sub Pop)
Como lo dijo la profecía, el regreso de Sleater-Kinney en 2015 fue tan enfocado y enérgico, tan totalmente despojado de cualquier olorcillo a mediocridad o avaricia, que nos preguntábamos cómo diablos sobrevivimos todos estos años sin esta banda. ¿Dónde estábamos sin el gemido de hada anunciadora de la muerte de Corin Tucker en su hábitat natural? ¿Cómo seguimos adelante? No Cities to Love no inicia exactamente donde termino este trío del noroeste del pacífico; es más esbelto, recortado a una esencia 32 minutos que pone en primer plano los desgarrados riffs de Carrie Brownstein. Cambia los rimbombantes Zeppelinismos deThe Woods de 2005 por una precisión post-punk que hace referencias a la new wave en el título (“A New Wave”, Una nueva ola) y a la fuerza rítmica (“Bury Our Friends”, Enterrar a nuestros amigos). En otros lugares, el disco se abre paso con gallardía en la conciencia cultural “poptimista” (“No Anthems”, Sin himnos), staccato (“Gimme Love” Dame amor) y la creación de eslóganes (véase ” Surface Envy”: “¡Ganamos! / ¡Perdemos! / Solamente juntos violamos las reglas”). Sleater-Kinney pudo haberse conformado con ser el reencuentro del año en lugar de competir también por el álbum del año, pero la carrera de esta banda no es una historia de sentar cabeza.
18. Speedy Ortiz, Foil Deer (Carpark)
El segundo larga duración de Speedy Ortiz, Foil Deer, comienza con una canción titulada “Good Neck.” Su objetivo era dar una advertencia. “No te conozco desde hace mucho”, canta Sadie Dupuis. “Pero cuida tus espaldas, porque la nena es muy buena con la navaja.” Escucha bajo tu propio riesgo, pues las canciones que siguen en Foil Deer son doloridas, mordaces y cautivadoras a la vez. Dupuis, que concluyó su maestría en poesía entreMajor Arcana, el debut de 2013 de la banda y Foil Deer, tiene una manera de expresarse que es salvajemente honesta, aun para los estándares confesionales del rock indie. Mientras que Foil Deer se aparta del amable pop angular que inicialmente puso a Speedy Ortiz bajo los reflectores, las guitarras del grupo suspiran y resbalan más duro que nunca, las palabras cortan más agudo y, de manera más importante, la banda no teme echar un maleficio cualquiera que se le atraviese. “Ni se te ocurra tocar mi navaja, tonto”, canta Dupuis en “Dot X.” “Quedarás maldito de por vida.” Estás advertido.
19. Torres, Sprinter (Partisan)
En Sprinter, Mackenzie Scott canta sobre los traumas, la familia (“The Exchange”, El intercambio) y la renovación (“New Skin”, Nueva piel) con una intensidad que parece provenir de alguien de más de 24 años, que es la edad que ella tiene. Su chillido es áspero y perverso (escucha el último estribillo de “Strange Hellos”), pero está atenuado con una vulnerabilidad que convierte a Sprinter en una sesión de terapia y en un grito primordial; en “The Exchange “, puedes escuchar prácticamente la púa rozando las cuerdas mientras Scott inhala y exhala frente al micrófono. La cantante fue criada en una comunidad Bautista de Georgia y grabó el álbum en relativo aislamiento en una guardería infantil acondicionada en Inglaterra. Las canciones reflejan el alivio y el terror de la sensación de desarraigo. “Hay libertad para hacer, y libertad de ser”, canta en la pieza que da título al disco, “Y libertad para huir de todos.” Sprinter es el sonido que produce escupir sangre al otro lado de la meta y aun así, levantar el puño en señal de triunfo.
20. Twerps, Range Anxiety (Merge)
El cuarteto australiano Twerps continuó un excelente álbum homónimo grabado en 2011 (y el EPUnderlay del año pasado) conRange Anxiety, el debut de la banda en Merge Records. Aunque su esfuerzo de 2015 podría no tener tanta fuerza desenfrenada como el lanzamiento de 2011, es una colección de canciones más pulida, más madura y, en cierta forma, mucho más dulce. Es un álbum que muestra crudamente la soledad de la vida, pero lo hace con una sonrisa.
*POR RYAN BORT, CADY DRELL, PAULA MEJIA , Y ZACH SCHONFELD