Durante las actividades del jueves en la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa estuvo alegre y entusiasta contagiado por el ánimo de los cientos de miles de jóvenes con quienes se encontró el día de hoy. Mientras que ayer, primer día de su visita, le dedicó el tiempo a las actividades formales como las visitas al presidente de la república, al primer ministro, a su encuentro con las autoridades civiles y el cuerpo diplomático, así como la reunión con el clero del país, el día de hoy fue dedicado enteramente a diversas actividades con los asistentes al evento.
Después de celebrar misa en la nunciatura apostólica, se reunió con un grupo de 15 jóvenes ucranianos de quienes escuchó sus experiencias en la guerra. Después de 30 minutos el encuentro terminó con la oración del Padre nuestro. En la Universidad Católica de Portugal el Santo Padre escuchó diversos testimonios de estudiantes y el discurso de la rectora. Después de ofrecer el suyo el pontífice bendijo la primera piedra de un nuevo campus de la institución.
Por la tarde se llevó a cabo la ceremonia de acogida presidida por Francisco y ante cientos de miles de jóvenes hizo un llamado para que la Iglesia abra sus puertas a todos, justos y pecadores, para que nadie se quede afuera. En un momento de su discurso hizo corear a los jóvenes al grito de “todos, todos, todos”, para enviar un mensaje claro y fuerte de que la Iglesia es madre y como madre recibe a todos sus hijos. El día anterior, en su reunión con el clero y los religiosos les pidió que no convirtieran a la Iglesia en una aduana donde solo unos cuantos pueden pasar. Estos mensajes siguen la línea trazada desde el inicio de su pontificado de impulsar la cultura del encuentro con un Iglesia de puertas abiertas.
El día de mañana el Santo Padre confesará a unos jóvenes por la mañana y almorzará con un grupo de ellos. Por la tarde encabezará el rezo del vía crucis en lo que constituye uno de los momentos religiosos más intensos de toda la jornada. N