El vecindario Southridge, al este de Las Vegas, está a menos de diez minutos en auto de La Franja, pero no tiene nada de su ostentación. Manzanas de hogares modestos de estilo ranchero tienen al frente franjas descuidadas de arbustos y los céspedes con guijarros blancos que suplen al pasto por todo el árido sudeste de Estados Unidos. Los caucásicos son una multitud, pero no una mayoría, en este vecindario obrero con muchos latinos. Esto no es Las Vegas que atrae a cuarenta millones de turistas al año. Pero para Hillary Clinton, Southridge y vecindarios similares de Las Vegas son fundamentales para sus ambiciones presidenciales de 2016.
A pesar de su buena actuación en el primer debate demócrata, las encuestas más recientes muestran a Bernie Sanders, el cascarrabias liberal de Vermont, acercándose a Clinton en el primer caucus de la nación en Iowa y rebasándola en Nueva Hampshire, que celebra la primera elección primaria. Ello ha intensificado el enfoque en el siguiente estado en el calendario de las elecciones primarias de 2016, convirtiéndose en un cortafuegos que es obligatorio ganar si Clinton tropieza en uno o ambos de esos lugares. Gracias al apoyo obstinado del líder demócrata en el Senado (y nevadeño de nacimiento) Harry Reid, ese estado es Nevada. Como le vaya a ella aquí podría no sólo determinar la candidatura, sino también dar alguna noción de cómo podría irle en una elección general. Este es un estado que optó por Bill Clinton dos veces, George W. Bush dos veces y Barack Obama dos veces, siempre por márgenes estrechos. Nevada no es el único estado indeciso de la nación, pero es uno importante.
El asalto de Hillary a Nevada ya ha comenzado, desde lugares como la pensión de un solo piso en Bonita Street, al este de Las Vegas, usada por el personal de Clinton. Se ve como cualquier otro hogar en Southridge, aparte de las brillantes señales azules que cubren todo el exterior con el logo familiar “H”. El domingo previo al primer debate de los candidatos demócratas, la legión de voluntarios de Clinton se reunió aquí para sondear el vecindario.
La candidata no voló aquí sino hasta el día siguiente, pero un suplente capaz estuvo allí para entusiasmar a los voluntarios, en su mayoría jóvenes y latinos. “Aquí es donde oyes las verdaderas historias de Estados Unidos”, dijo Joaquin Castro, un congresista prometedor de Texas, al grupo (su gemelo, Julian, secretario de vivienda y desarrollo urbano de Obama, ha sido mencionado como un vicepresidente potencial de Clinton; él apoyó formalmente a Clinton el 15 de octubre). “Y aquí es donde ustedes van a marcar una diferencia hoy”. El material estándar de las porristas políticas. Pero en este caso, también resultó cierto.
Nevada tiene una de las proporciones más altas de residentes latinos en Estados Unidos, con 27 por ciento. Y esa es sólo una de las significativas poblaciones minoritarias allí: grandes cantidades de negros y asiático-estadounidenses también la llaman su hogar. En comparación con Iowa y Nueva Hampshire blancos como la nieve, el popurrí étnico de Nevada es notable. Y eso es una buena noticia para Clinton, quien tiene lazos desde hace mucho con las comunidades latina y negra, mientras que Sanders ha pasado el último medio siglo en Vermont, donde los latinos suman sólo 1 por ciento de la población, empatado en el último lugar en la nación.
El equipo en Nevada de Clinton sabe que estas minorías son esenciales para su meta. La directora estatal, Emmy Ruiz, y el director organizativo, Jorge Neri, ambos latinos, tuvieron los mismos puestos para Obama en 2012. Ellos están en la cima de una organización de más de una docena de empleados pagados y han estado en el lugar desde mayo. En contraste, Sanders acaba de contratar a su primer empleado pagado en Nevada a principios de octubre. “Ello le da a él una desventaja enorme”, dice Andres Ramirez, consultor político demócrata domiciliado en Las Vegas.
De los cuatro estados que votarán en febrero próximo, Nevada es indiscutiblemente el más duro donde hacer campaña, y no sólo a causa del calor y los escorpiones. Celebra caucus, no elecciones primarias regulares, lo cual requiere de mucho más tiempo y motivación por parte de los votantes. Y muchos de los votantes de quienes dependen los demócratas —trabajadores por turnos, minorías, mujeres solteras— son votantes poco participativos. Hacer que se presenten requiere de un esfuerzo enorme.
Luego está el hecho de que Nevada no tiene tradición de caucus.La primera vez que el Estado Plateado celebró un caucus políticamente relevante fue en 2008, y el proceso no estuvo libre de problemas. Se dieron disputas por celebrar los caucusen medio de las máquinas tragamonedas y bufetes de veinticuatro horas de los casinos de Las Vegas. El conteo de votos fue lento y se impugnó la asignación de delegados. Podría no ser más fácil en 2014, dado que “Nevada es una población tan transitoria”, dice David Damore, un politólogo de la Universidad de Nevada, campus Las Vegas. “Siempre tienes que reaprender [el proceso del caucus]. Siempre tienes que enseñar”.
Clinton está construyendo la organización para sobreponerse a estos retos. Los empleados y voluntarios no sólo están llevando a cabo proselitismo en el condado Clark, que engloba Las Vegas y es hogar de casi tres cuartas partes de la población del estado, sino que también están en los rincones más recónditos del estado. Esa es una lección que la campaña de Clinton aprendió en 2008, cuando Robby Mook, ahora el gerente de campaña de la secretaria, fue su director estatal en Nevada. Clinton ganó el voto popular entre los demócratas de Nevada ese año, pero la campaña de Obama mostró más destreza al jugar el juego del caucusy consiguió partidarios en los distritos menos poblados del norte y centro de Nevada y, según las reglas de asignación, obtuvo más delegados. El mismo problema la siguió en varios estados posteriores, y la falta de preparación de Clinton para una lucha de delegados al final condenó su campaña.
Esta vez, la campaña de Clinton está enfocada en ganar todo el estado, no sólo los centros poblacionales del sur. En julio, por ejemplo, altos empleados manejaron hasta Schurz, un diminuto pueblo en el desierto con menos de mil habitantes en los lindes de la Reservación del Río Walker, para atraer a los líderes indígenas estadounidenses. “Puedo garantizarle que hemos estado allí más en los últimos tres meses de lo que cualquier otra campaña, demócrata o republicana, ha estado allí en los últimos cinco años”, presume un asistente de Clinton.
El trabajo organizado es una fuerza más poderosa aquí que en otros estados occidentales. Sin embargo, los sindicatos de Nevada son diferentes a la mayoría. Con la gran cantidad de trabajadores hispanos del estado, la reforma inmigratoria es más importante para Nevada que los tratados de libre comercio como el Acuerdo Transpacífico. Eso es un golpe para Sanders, quien ha tendido a verse bien con la vieja guardia laboral.
El jugador laborista de más peso en Las Vegas es el Sindicato Local 226 de Trabajadores Culinarios, que tiene más de 55 000 miembros, principalmente en los casinos y más de la mitad son latinos. Clinton no pudo obtener su apoyo en 2008, lo que llevó a una feroz lucha interna. Los sindicatos de maestros aliados con Clinton demandaron contracelebrar los caucusen los casinos, pues argumentaron que ello daba una ventaja injusta a los trabajadores que apoyaban a Obama. Unite Here, el grupo sindicalista multitudinario que incluye al sindicato culinario, respondió con un anuncio por radio en español, afirmando, en parte, que “Hillary Clinton no respeta a nuestra gente”.
Clinton tiene más probabilidades de obtener la bendición del sindicato culinario esta vez. No afecta que ella recientemente salió en apoyo del principal problema del sindicato: derogar el llamado “impuesto Cadillac” a los planes pródigos de seguros médicos, una medida para contener costos incluida en la Ley de Atención Costeable que afectará muchos beneficios de salud del sindicato.
No obstante, Annette Wright-DeCampos, delegada sindical del sindicato culinario que trabaja en Harrah’s, dijo en una reciente mesa redonda en Las Vegas que ella oye una preocupación persistente entre sus compañeros por los correos electrónicos de Clinton y Bengasi. Y con su enfoque en la desigualdad y atacar a los multimillonarios, Sanders podría cobrar fuerza en un estado donde el contraste entre los casinos rutilantes y la pobreza cercana es extremo.
Eric Herzik, profesor de la Universidad de Nevada, campus Reno, sugiere que como le da un extra al entusiasmo, el sistema de caucus“en realidad compensa algunas de las deficiencias organizativas que [Sanders] pudiera tener”. Sanders atrajo a miles a un mitin en Reno en agosto, así como ha llenado arenas en otras partes. Quienes lo apoyan son intensos al respecto, y “ese es el tipo de persona que acude a los caucus”, señala Herzik.
Aun así, Sanders tendrá que invertir muchísimo tiempo y dinero en el estado para ser competitivo, y no está claro que esté haciendo de eso una prioridad. Es revelador que el senador por Vermont no celebrara ningún evento público cuando estuvo en Las Vegas para el primer debate —se reunió en privado con miembros del sindicato postal— para luego volar a Los Ángeles para recaudar votos al día siguiente. En contraste, Clinton hizo una aparición astuta el día previo al debate en la protesta del sindicato culinario enfrente del hotel Las Vegas de Donald Trump (permitiéndole apoyar a los trabajadores y amonestar al magnate). Ella cerró el viaje con un mitin vespertino en una reserva natural al oeste de Las Vegas.
Con el sol poniente pintando de rosa las montañas Spring detrás de ella, Clinton saltó al escenario en el anfiteatro al aire libre para pedir a la mezcla de asiáticos, latinos, blancos, jóvenes y viejos en el público que la apoyen en febrero. Nevada, enfatizó ella, fue crucial para las esperanzas demócratas de conservar la Casa Blanca. Previamente ese día, aceptó el apoyo del Sindicato Internacional de Pintores y Gremios Afines [IUPAT por sus siglas en inglés] local. Con los miembros del sindicato alineados detrás de ella y ondeando camisetas amarillas de “IUPAT con Hillary”, Clinton parecía estar en su elemento, con su confianza regresando después de un verano poco satisfactorio. “Me siento con mucha suerte en Las Vegas”, dijo, radiante.
Publicado en cooperación con Newsweek/ Published in cooperation with Newsweek