La tercera dosis de la vacuna multiplica por 10 los niveles de anticuerpos contra el covid-19, según un estudio llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Bristol, King´s College London, University College London y varias otras instituciones del Reino Unido, y que se publicó en la revista eLife.
Los investigadores también encontraron que una tercera dosis parecía eliminar una diferencia clave en los niveles de anticuerpos según el tipo de vacuna recibida.
Y es que, si bien las personas que recibieron la vacuna de AstraZeneca tenían más probabilidades de tener niveles de anticuerpos más bajos que las que recibieron Pfizer después de una o dos vacunas, esta diferencia ya no se presentó después de una tercera vacunación.
Para alcanzar esta conclusión, los investigadores analizaron muestras de sangre de 8,000 personas, de las cuales, 25 por ciento tenían entre 18 y 49 años y no estaban vacunadas.
Se analizaron muestras para medir los anticuerpos generados por la inoculación y examinar si ciertos grupos tenían más probabilidades de tener niveles más bajos de anticuerpos.
Al igual que en investigaciones anteriores, el estudio encontró tasas de infección más altas entre los participantes con niveles más bajos de anticuerpos después de una primera vacunación. Sin embargo, los investigadores también encontraron grandes aumentos en los anticuerpos con cada ronda de vacunación.
“Nuestros hallazgos respaldan una política de una tercera (y ahora cuarta) vacunación contra el covid-19 para aumentar los anticuerpos y proteger contra el coronavirus. Esto es especialmente importante para las personas que recibieron la primera y segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca“, recalcaron los expertos.
De acuerdo con la Organización Panamericana de la Salud (OPS), hasta el año pasado el 63 por ciento de las personas en América Latina y el Caribe ya habían sido vacunadas contra el covid-19, una cobertura calificada como desigual.
EL RETRASO EDUCATIVO POR COVID-19
Las medidas de confinamiento durante la pandemia del covid-19 que afectaron a niños escolarizados tuvo un impacto educativo del cual muchos aún no se han recuperado, según un estudio publicado el lunes 30 de enero.
Esas conclusiones “confirman el temor de que la pandemia haya provocado importantes déficits de aprendizaje”, resume el estudio, publicado por la revista Nature Human Behaviour.
Los investigadores se basaron en unos cuarenta estudios realizados en una quincena de países europeos, Estados Unidos y en Sudáfrica. Esos niños perdieron como media una tercera parte del curso escolar.
Esa cifra solo implica una idea muy simplificada de la situación, ya que existen importantes disparidades, en particular en función de la clase social de los estudiantes. Los más desfavorecidos son los que tienden a acumular más retraso. “Esta crisis de aprendizaje es una crisis de desigualdades” resumió en rueda de prensa el investigador Bastian Betthauser, principal autor del estudio.
Muchos países cerraron escuelas y algunos, como España, incluso confinaron a los menores en casa al inicio de la pandemia, en 2020. Un retraso de pocos meses puede tener grandes consecuencias a continuación, lo que convierte este fenómeno en “un verdadero problema generacional”.
“La educación es uno de los factores —quizás el principal— que determinará cómo será la entrada en la vida activa, el éxito en el mercado laboral, la capacidad de garantizarse un porvenir”, recordó.
El estudio es la mayor compilación realizada hasta la fecha, aunque faltan numerosos datos de los países más pobres. Algunos de esos resultados explican la manera como se crearon esos retrasos, por ejemplo en matemáticas, más que en lectura.
“Los padres quizá consiguen ayudar mejor a sus hijos a aprender a leer que a hacer ejercicios de matemáticas”, explica este experto. N