DE TIEMPO Y CIRCUNSTANCIAS
Faltan pocos días para la consulta de revocación de mandato de AMLO y las dudas se multiplican. ¿Voy o no voy? Si voy ¿caeré en una trampa? Si no voy ¿faltaré a mi obligación ciudadana?
Vayamos por partes. Lo primero es entender lo que está sucediendo. Algunos lectores confunden la consulta con una elección, pero son dos cosas distintas. En una elección, ya sea federal o estatal, se elige de entre varios candidatos al preferido del elector. En una consulta, en cambio, no se elige, se opina sobre políticas o actos de gobierno.
En esta consulta debemos opinar sobre la permanencia o remoción del cargo de presidente de México que ostenta AMLO.
Las consultas están reguladas por la Constitución en su artículo 35 y La Ley Federal de Consultas Populares. Dicen que el presidente, el Congreso y hasta los ciudadanos pueden proponer temas para una consulta popular, y que hay un requisito para que la consulta pueda considerarse válida y es que sea vinculante.
Al ver el término vinculante, Lo primero que viene a la mente de los lectores es el vínculo matrimonial, y se hacen cruces tratando de encontrar la relación entre la palabra y la consulta. La palabra vínculo, de acuerdo con el diccionario de la Real Academia Española, significa “unión o relación”. La pregunta obligada es: ¿quién se va vincular con quién?
ESTABLECER UN VINCULO JURÍDICO
Vinculante, en este caso, significa que se establece un vinculo jurídico. Es decir, si se cumple la condición vinculante hay un vínculo jurídico que obliga a cumplir con la opinión ciudadana. Pero si no se cumple esta condición, la consulta no pasa de ser un mero ejercicio de opinión sin ninguna consecuencia. Esto en lenguaje coloquial significa que no pasa de ser una vacilada.
Ahora bien, sobre asistir o no asistir, lo primero a considerar es qué queremos. Si la intención es que López Obrador continúe en el poder, asistir es lo adecuado. Pero si por el contrario nuestra intención es que AMLO deje el poder, o en su defecto, llegue al final de su periodo y se vaya, lo razonable es no asistir a la consulta.
Esto se ve claro cuando analizamos el curso de los acontecimientos relativos a la consulta y sacamos números. Si bien ya establecimos que la consulta no es una elección, esta consulta en particular se está manejando como si lo fuera. Una elección en la que hay un solo candidato, candidato que no es candidato, es presidente. Y a este presidente el pueblo le debe dar un respaldo popular para continuar en el poder. La cantidad de dislates en este párrafo no surgen de mi imaginación, sino de la consulta.
Para comenzar, un presidente es presidente y no candidato, ¿entonces para qué manejarlo como si fuera candidato? Para seguir siendo presidente, en México no se necesita ningún respaldo popular. Él fue elegido por seis años para estar en la presidencia y apenas van tres.
SALIR FORTALECIDO DE LA CONSULTA
La idea de la consulta es que el presidente surja de ella fortalecido. Esto en función de que no tiene ningún éxito que avale el cumplimiento de sus promesas de campaña. No ha acabado con la corrupción, por el contrario, el fenómeno de la corrupción ha crecido. No ha aumentado la economía a un 6 por ciento anual, por el contrario, la economía se ha contraído. No tenemos un sistema de salud como el que tienen Canadá, Reino Unido, Dinamarca, por el contrario, el sistema de salud está desarticulado y los pacientes padecen desabasto en sus medicamentos. Y las muertes por políticas de salud o atención defectuosas han crecido exponencialmente, y esto por mencionar solo algunas de sus promesas.
Así, el presidente necesita algo que le permita decir que ha cumplido con su encomienda. La idea primigenia de esta consulta era otra, pero eso quedó en el pasado y no vale la pena dedicarle espacio. Lo importante es que el gasto extraordinario que se ejerció ha sensibilizado al sector clientelar del lopezobradorismo, y por supuesto a su voto cautivo. Mientras, la oposición, al no tener presupuesto para hacer una campaña orientada a revocarle el mandato, no ha sensibilizado a sus votantes. La oposición está confundida y no sabe si ir a manifestar su ira en las urnas o quedarse en casa.
Lo recomendable es no ir. La consulta es una trampa diseñada para que los votantes, descontentos con el desempeño del presidente, ayuden a validarlo. El mecanismo es el siguiente: al presidente no le alcanzan los votos para sacar una opinión favorable en la consulta, y que esta sea vinculante.
¿CUÁNTOS VOTOS NECESITA?
Su voto duro, sin contar clientelas, es de 15 millones de votantes, y contando clientelas puede llegar a los 18 millones. Y los partidos satélites de Morena podrán sumarle unos 6 millones más.
Así las cosas, cuenta con 24 millones de votos, lo cual está muy lejos de los 37 millones que se requieren para que la consulta sea vinculante. Pero si un 20 por ciento del sector opositor cándidamente decidiera ir a votar, con eso nada más López Obrador tendría un voto favorable y vinculante. Es decir, a partir de ahí podría decir borrón y cuenta nueva, porque el pueblo así lo quiere “yo” seguiré en el timón de este barco.
Ante esto, la oposición, consciente de que el abstencionismo arraigado en la población le dificulta los triunfos en las elecciones normales, se decantó por pedirle al electorado que no vaya a hacerle el caldo gordo a AMLO en la consulta.
Una cosa es segura. No hay manera de que la consulta le revoque el mandato a López Obrador. La maquinaria electoral de Morena está dispuesta para ir a las urnas, y sin una campaña en condiciones, la oposición ni de milagro podría reunir los más de 25 millones de votos que se requieren para revocarle el mandato.
Por eso es importante que quienes están convencidos de la ineficacia de López Obrador en el poder no vayan a votar en la consulta, pues esta vez lo sensato es invalidar un ejercicio amañado y estéril.
VAGÓN DE CABÚS
Estados Unidos ha comenzado a considerar como asunto de la mayor importancia las irregularidades que están pasando en nuestro país. John Kerry, quien fuera candidato a la presidencia estadounidense en 2004, y secretario de Estado en el mandato de Barack Obama, se entrevistó con el presidente López Obrador para discutir las violaciones que la reforma eléctrica podría infligir al T-MEC. Asimismo, hacerle cambios indispensables a la ley.
Aparentemente hubo receptividad a los comentarios del representante de Biden. Ojalá que finalmente AMLO comprenda la importancia que tiene respetar los acuerdos y brindar confianza a la inversión privada. N
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Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.