LAS DINÁMICAS migratorias son un proceso “natural” de la condición humana. Gracias a la migración se alcanzó el poblamiento de todos los continentes del planeta e, incluso, debido a la movilidad de las personas se logró su establecimiento hasta en los lugares más inhóspitos.
Durante algunos siglos la migración fue incentivada para disminuir la presión demográfica en muchas de las ciudades del llamado viejo continente, no obstante, esta ha adquirido características particulares en la segunda mitad del siglo XX y, de manera exponencial, se ha multiplicado en las décadas transcurridas del siglo XXI.
La migración hoy ya no es solo un tema de movilidad humana y de poblamiento en zonas deshabitadas, sino que se ha convertido en un asunto político, electoral, económico y social con profundas implicaciones culturales. En palabras de Samuel Huntington, en su libro ¿Quiénes somos? Desafíos de la identidad estadounidense, publicado en 2004, la migración mexicana en Estados Unidos es un asunto que amenaza la seguridad de la sociedad. Siguiendo esta línea, para algunos Estados, sobre todo los más desarrollados, es un asunto que atenta la seguridad nacional, tal es el caso de la migración procedente de Centroamérica y de México hacia la potencia del norte.
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Dada la complejidad del fenómeno migratorio, en Estados Unidos se ha establecido todo un sistema institucional que atiende y de seguimiento a esta dinámica. El Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés) es la agencia que integra elementos de investigación y control migratorio interior. El ICE no solo tiene bajo sus responsabilidades todos los temas del control migratorio, sino también el combate al crimen trasnacional. Esta particular condición de tener bajo una misma agencia asuntos como detenciones, deportaciones, controles fronterizos al lado de cuestiones de investigación de seguridad nacional ha hecho que el tema migratorio se aborde desde perspectivas claramente enfocadas a la seguridad nacional y, con ello, las dimensiones sociales, de derechos humanos y de protección se ven relevadas por una orientación más hacia la criminalización y enfoque de combate a actividades delictivas. Migración y actividades criminales trasnacionales como el combate al terrorismo son responsabilidad de esta agencia.
Mientras que para Estados Unidos la migración es un asunto de seguridad nacional que se aborda desde las dimensiones del control, detención y deportación bajo un esquema de investigación de seguridad nacional y con apego estricto a la defensa y promoción de los intereses norteamericanos, en el terreno internacional la migración adquiere una dimensión diferente.
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En el marco de las Naciones Unidas y de los acuerdos internacionales, la migración se aborda como un asunto humanitario y de desarrollo sostenible. La ONU reconoce que las personas se desplazan por múltiples motivaciones que incluyen: nuevas oportunidades económicas, reunificación familiar, estudio, o bien aquellos que escapan de conflictos, persecuciones, terrorismo, violaciones, abusos de derechos humanos en sus lugares de origen; asimismo, hay migraciones por cambio climático, desastres naturales u otros factores ambientales.
Para dar atención al tema de la migración, el sistema de Naciones Unidas creó el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) y la Organización Internacional para la Migración (OIM) además, la Agenda 2030 ha reconocido por primera vez los aportes de la migración al desarrollo sostenible e, incluso, 11 de los 17 objetivos que la integran contienen metas e indicadores pertinentes o asociados para la migración o el desplazamiento de las personas, y esta misma agenda asume como principio básico “el no dejar a nadie atrás” incluidos los migrantes.
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Específicamente en el ODS 10, la meta 7 establece: “Facilitar la migración y la movilidad ordenadas, seguras, regulares y responsables de las personas, incluso mediante la aplicación de políticas migratorias planificadas y bien gestionadas”. Por su parte, la OIM contempla entre sus acciones la promoción de la diversidad e inclusión de los migrantes en la sociedad y desarrollo de plataformas con el objetivo de ir eliminando los estereotipos contra los migrantes y las expresiones de odio en la política y en la sociedad en todos los países miembros de la ONU.
México, dada su membresía a la ONU y con apego a los tratados internacionales que ha suscrito, enfrenta una situación muy compleja. Por un lado, debe atender los requerimientos en materia migratoria presentes en su agenda bilateral con Estados Unidos, y por otro, apegarse a los lineamientos y principios propios del enfoque de derechos humanos de los migrantes contenidos en los instrumentos y organismos internacionales, así como sus preceptos constitucionales. La migración es una prioridad que debe atender múltiples dimensiones nacionales, bilaterales y globales sin perder de vista que, en el centro de la cuestión, deben prevalecer los derechos humanos de cada uno de los migrantes. N
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Luz Araceli González Uresti es profesora investigadora de la Escuela de Ciencias Sociales del Tec de Monterrey. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad de la autora.