En el centro de Teherán, el gigante alemán de la electrónica Siemens AG abre y cierra todos los días.
Pero desde 2010, no se han hecho nuevos negocios allí. “Entras por la puerta y el personal te dice: ‘Mantenemos la oficina abierta hasta que se levanten las sanciones iraníes’”, dice Michael Tockuss, miembro de la junta administrativa de la Asociación de la Cámara de Comercio Alemán-Iraní en Hamburgo. “La gente olvida que muchas compañías, como Siemens, tienen una historia con Irán que se remonta a más de cien años. Ellas se apegan a las reglas, pero conservan la relación.”
Para las grandes petroleras, la recompensa por conservar la relación podría ser enorme, razón por la cual petroleras multinacionales están cortejando discretamente al ministro del petróleo de Irán. La República Islámica posee casi 10 por ciento de las reservas de petróleo crudo del mundo y casi un quinto de las reservas de gas. En 2012, Estados Unidos empezó a tomar medidas enérgicas con las compañías que hacían negocios con Irán. Desde entonces, el sector petrolero iraní ha perdido un aproximado de 1000 millones de dólares al día.
Ahora, después de estar congelado del sistema bancario internacional, privado del comercio con Occidente y de habérsele negado la inversión en sus campos de petróleo y gas, Irán está listo para convertirse en el país más grande que se reúna con la economía global desde el colapso de la Unión Soviética. Pero ello sólo sucederá si sus negociaciones nucleares con Occidente son exitosas.
Esto no significa sólo que los iraníes se beneficiarán. También significa un importante reequilibrio del poder en Oriente Medio, con el potencial de abrirle la puerta a una era de prosperidad que podría acercar a Irán más hacia Occidente, o crear un enemigo mucho mejor capitalizado y más agresivo que use sus fortunas nuevas para fines destructivos. Para los aliados de Estados Unidos como Israel y Arabia Saudita, la posibilidad de que Irán se convierta en una superpotencia regional no sólo es una amenaza a su seguridad: es una pesadilla.
Para las grandes petroleras, presenta la posibilidad de desbloquear los recursos energéticos iraníes desde hace mucho descuidados.
Incluso con las potencias mundiales apurándose para concretar un acuerdo antes de la fecha límite del 30 de junio, se ha vuelto cada vez más evidente que, para los aliados de Estados Unidos, incluidos los que participan en las negociaciones nucleares —Francia, Alemania, Reino Unido, Rusia, China y la Unión Europea—, la espera es demasiado larga. “Ha habido muchos preparativos por parte de las compañías que buscan regresar a Irán, y se han hecho por meses”, dice Mark Dubowitz, director ejecutivo de la Fundación por la Defensa de las Democracias, un instituto de política no partidista en Washington. “Las compañías occidentales están reacias a poner cualquier cosa en papel, pero están posicionándose, sólo esperando y anticipando. Están muy ansiosas por regresar.”
La situación pone a las petroleras en un momento delicado: ¿cómo pueden lograr ser la primera en el abrevadero cuando se firme un acuerdo sin violar las sanciones internacionales?
Funcionarios iraníes han indicado que Royal Dutch Shell, la italiana Eni SpA y la francesa Total SA se han reunido con el ministro del petróleo de Irán. Este país ha invitado a la británica BP PLC, junto con las estadounidenses ConocoPhillips y Chevron Corp —compañías con las que tuvo relaciones previas— para discutir proyectos de energía. Al mismo tiempo, China ha estado importando cientos de miles de barriles de petróleo iraní al día, mientras que Rusia acaba de retirar su prohibición a un acuerdo de armas con Irán que entregaría un sistema avanzado de misiles.
Las aperturas, dice Dubowitz, le dan peso a las preocupaciones de que las sanciones multilaterales ya están siendo puestas a prueba. Eso debilita la mano de Occidente cuando todavía está en la mesa. Si no se alcanza un acuerdo, ello incluso podría significar que algunas sanciones se diluyan o se retiren. “Rusia, en particular, está violando un compromiso que hizo”, señala Dubowitz, llamando al retiro de su prohibición de armas en conjunto con un programa de petróleo por alimentos como una manera “muy sofisticada” de hallarle la vuelta a las sanciones.
En meses recientes, el tráfico a Irán desde Europa y Estados Unidos se ha duplicado, dice Sina Makki, de la oficina en Teherán de HRG Worldwide, una británica compañía mundial de viajes que atiende a ejecutivos comerciales. “Hemos visto muchas delegaciones de Europa —Alemania, Italia, Francia, y también Inglaterra—, en especial de Frankfurt, que tiene vuelos directos a Irán. También me ha sorprendido la cantidad de personas que han venido desde Estados Unidos en los últimos dos meses”, dice. Las delegaciones incluyen petroleras, dijo Makki aNewsweek,aunque se negó a nombrar compañías.
Royal Dutch Shell ha sido una de las pocas petroleras importantes que ha aceptado su interés en Irán, aunque se negó a referir directamente si se reunió con el ministerio del petróleo iraní. Total y Eni también se negaron a confirmar si habían hablado con el ministerio del petróleo iraní, aunque ambas compañías tienen una historia de hacer negocios con Irán.
En Estados Unidos, ConocoPhillips dijo que “no está involucrada en discusiones comerciales con Irán”, mientras que Chevron se negó a comentar. ExxonMobil mencionó que está “prohibido por la ley de EE. UU. el participar en cualquier negocio que involucre a Irán”. BP, cuyas raíces se remontan al descubrimiento de un pozo petrolero iraní en 1908, dijo que “no [tiene] planes inmediatos al momento de involucrarse en o invertir con Irán”, y no confirmó que hubiera recibido una invitación para hacerlo.
En fecha tan reciente como la década de 1970, Teherán mantuvo una alianza fuerte con Occidente. El sah de Irán recibía apoyo financiero y militar de Washington; a cambio, a Estados Unidos se le permitía rehacer a Irán como un estado pro occidental cuyo fin era bloquear el flagelo del comunismo para que no se extendiese por Oriente Medio. Las cosas no salieron como se planearon. El sah fue derrocado en la revolución de 1979, los intereses petroleros occidentales fueron invalidados e Irán fue declarado una república islámica que desde entonces ha desconfiado profundamente de Occidente.
En febrero, las cámaras de comercio iraníes del Reino Unido, Alemania y Francia, incluida la Asociación de la Cámara de Comercio Alemán-Iraní de Tockuss, formaron la Alianza Comercial Europeo-Iraní, cuyo propósito es allanar el camino para restablecer “la relación comercial preeminente” con Irán. El grupo, domiciliado en Londres, está en conversaciones con el Parlamento Europeo y pronto podrían unírsele Italia, Suiza y Suecia, dice Tockuss, quien vivió en Irán por siete años dirigiendo la Cámara de Comercio e Industria Alemán-Iraní.
Los pasos preliminares señalan dos incisos: la economía de Irán está lista para cambiar notablemente tan pronto como se llegue a un acuerdo, e incluso si no se llega a un acuerdo, el estatus cambiante de Oriente Medio posiblemente nunca sea el mismo. “Este es un acuerdo de alto riesgo, y si las negociaciones no dan frutos, ello llevará a más conflicto en Oriente Medio, no menos”, dice Michael Singh, un alto miembro del Instituto Washington para la Política de Oriente Próximo y exalto director de asuntos de Oriente Medio en el Consejo de Seguridad Nacional. “Estamos apostando a que Irán cambie sus modos.”
Esa es una gran incógnita, pero el incentivo para que Irán lo haga es enorme. Como señala BCA Research: “Su población es joven, bien educada y preparada para beneficiarse con la apertura del país al resto del mundo”.
Las semanas por venir tendrán consecuencias enormes para Irán, y también serán una prueba de la política exterior de Estados Unidos. “Queda por ver cómo resultará, porque todavía es demasiado, demasiado pronto”, dijo Ben van Beurden, director ejecutivo de Shell, durante una teleconferencia el 8 de abril. “En realidad no hemos visto cómo y cuándo se levantarán las sanciones, y luego en realidad no hemos visto todavía cuáles serán los términos y condiciones para invertir en Irán.”
Si Irán acepta refrenar su programa nuclear a cambio de que se retiren las sanciones, los analistas predicen que los mercados petroleros podrían ver un verdadero precio de libre mercado por primera vez desde 1930. Esto está sucediendo al mismo tiempo que un auge energético en Estados Unidos que ha llevado a que las importaciones de petróleo de Oriente Medio caigan significativamente. Las importaciones de EE. UU. a Arabia Saudita han caído a 66 por ciento de los niveles mensuales promedio de 1973 a 2014, según BCA Research. “Estados Unidos ya no está dispuesto a gastar recursos cada vez más escasos para microadministar Oriente Medio, siempre y cuando sus intereses mínimos puedan asegurarse”, dijo en una nota en abril.
Esto ha puesto a potencias establecidas, como Arabia Saudita e Israel, muy nerviosas. BCA añadió: “Sin un extranjero que imponga un equilibrio desde arriba, la región experimenta un desequilibrio desde abajo”.
En una acción para preservar su proporción del mercado, Arabia Saudí en abril inundó el mercado con más de 10 millones de barriles de petróleo al día. Con Irán posiblemente vertiendo todavía más petróleo al mercado, los precios mundiales del petróleo podrían caer de 5 a 10 dólares por barril en 2016, dice Francisco Blanch, director de investigación mundial de materias primas y sus derivados para el Banco de América Merrill Lynch en Nueva York.
Previamente este año, la producción iraní de petróleo crudo se acercó a casi tres millones de barriles al día, pero las exportaciones se han rezagado a poco más de un millón. “Pensamos que Irán podría aumentar a dos millones o más de barriles al día este año si se firma un acuerdo nuclear en junio”, dice Blanch. En su mejor momento, antes de la caída del sah, Irán producía más de seis millones de barriles al día. Con el nivel correcto de inversión, podría regresar a esos niveles, predice Blanch.
“No se puede culpar a las petroleras de querer regresar”, dice. “Es más que obvio. Incluso si los pozos petroleros de Irán no recibieran la atención apropiada, esta es una fruta al alcance de la mano. Pero siempre ha sido una fruta al alcance de la mano. Ese es el punto. Irán tendrá que cooperar con los inversionistas y los intereses extranjeros o será simplemente como Venezuela, donde se tiene la fruta al alcance de la mano, pero al auto se le están cayendo las ruedas.”