Gales anunció este lunes que instaurará un confinamiento de dos semanas a partir del viernes para frenar la epidemia de COVID-19, lo que lo convierte en el territorio británico con medidas más estrictas para hacer frente a la segunda ola.
A partir de las 18:00 del viernes, se pedirá a los tres millones de habitantes de la provincia británica que “se queden en casa”, explicó el primer ministro de Gales, Mark Drakeford, en una rueda de prensa, en la que insistió en que esta medida no puede ser más corta si quiere ser eficaz.
Los comercios considerados no esenciales tendrán que cerrar, lo cual generará una situación similar a la del confinamiento instaurado en el Reino Unido desde el 23 de marzo, durante la primera ola, que se levantó progresivamente antes del verano.
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La principal diferencia con este periodo es que las clases de primaria y algunas de secundaria se reanudarán la segunda semana del confinamiento, ya que la primera son vacaciones escolares.
Drakeford dijo que había sido una decisión “difícil” y anunció una partida presupuestaria de 300 millones de libras (330 millones de euros, 390 millones de dólares) para compensar las perdidas que se van a registrar.
Es “nuestra mejor manera de recuperar el control del virus y evitar un confinamiento más largo, que produciría más daño”, añadió.
Desde el pasado viernes, Gales ya prohíbe la entrada de personas procedentes de zonas de riesgo en el país.
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El primer ministro británico Boris Johnson está presionado por la oposición laborista y científicos para poner en marcha una medida similar en Inglaterra. En este momento, más de la mitad de la población de Inglaterra, es decir 28 millones de personas, ya vive entre importantes restricciones.
Las reuniones entre familia y amigos que no residan bajo el mismo techo están prohibidas en espacios cerrados en Londres y en otras zonas de Inglaterra consideradas de riesgo “elevado”.
En todo el Reino Unido, el nuevo coronavirus dejó más de 43,000 muertos, la cifra más elevada de Europa.