LOS MAGOS son los embaucadores más honestos que existen. Te prometen que te van a engañar y eso es, precisamente, lo que hacen. Los presidentes, en cambio, son los embaucadores más deshonestos, pues prometen verdad y transparencia y eso es precisamente lo que no hacen.
El asunto viene a cuento por la salud del presidente Donald Trump.
Hace unos días nos ocupamos, no sin cierta desconfianza, de la noticia de que el presidente tenía COVID-19.
En alguna parte del artículo comentamos que Trump era capaz de sacar un elefante de una chistera con un embuste, y tal parece que está en camino de intentarlo.
También lee: ‘Trumpi’, el Ángel de la Destrucción
He hablado con algunos amigos estadounidenses, quienes confían en las instituciones, y suponen que Trump de verdad está enfermo; pero el alta repentina que le dieron en el hospital Walter Reed despierta el “sospechosismo” que anida en mi mente.
En el anterior artículo examiné las causas por las que, en mi percepción, resultaba inconveniente la enfermedad de Trump; y supuse que esta era real. Lo percibido se cumplió, y ante esto el presidente reculó, ordenó que lo dieran de alta, y en un desplante populachero se quitó el cubrebocas delante de todos.
La lectura de todo esto nos lleva a suponer lo siguiente: los estrategas de Trump, ante los resultados de las encuestas, que se inclinaron por Biden después del debate, decidieron dar un golpe mediático a la campaña presidencial. Entonces surgió la idea: ¿Qué tal si decimos que tiene COVID-19? El supuesto de la empatía con un presidente enfermito se generalizó. La orden salió para armarlo todo y todo se armó en un santiamén. Un asunto a considerar es la posibilidad de que la prensa supiera que todo era una farsa, pero los militares saben guardar secretos y este estaba a cargo de ellos.
SEÑALES CRUZADAS
Las señales que luego manda el presidente revelan que todos sus actos están supeditados a la estrategia de campaña y es ahí donde puede ser muy peligroso.
Ayer anunció que las negociaciones sobre el paquete de ayuda por la pandemia a las empresas y familias estadounidenses se suspenderían hasta después de las elecciones. Al tiempo, su equipo de campaña se puso a sondear la respuesta; al llegar los resultados, el presidente reculó de nuevo diciendo que era imperioso resolver el paquete y que era responsabilidad del Congreso, donde el Partido Demócrata tiene mayoría. Así, dejó la responsabilidad a los demócratas con el deseo de que la necesaria demora para estudiar la propuesta les pegue en la intención de voto.
Una serie de medidas erráticas evidencian la desesperación del presidente y ponen en ascuas al pueblo de Estados Unidos.
Trump sabe que si pierde la presidencia estará en serios problemas, pues hay una serie de juicios pendientes contra él que van desde escándalos sexuales hasta evasión impositiva, tiene enormes créditos bancarios que habrán de vencerse en el mediano plazo, y ha perdido, además, la benevolencia de muchos actores políticos a los que ha vejado de todas las formas posibles. Si pierde la presidencia, el sistema habrá de cobrarle todos sus abusos, sus desprecios, sus insultos y su cabeza estará en la picota como escarmiento político.
Hoy como nunca es vital para el conductor de “The Apprentice” sacar el elefante de la chistera engatusando al pueblo. La pregunta es: ¿se tragarán el anzuelo los yanquis?
VAGÓN DE CABÚS
La tasa de pacientes positivos para coronavirus en México es de 50 por ciento, es decir, por cada diez pruebas que se realizan hay cinco positivos. No podemos extender esto a toda la población, pues el Estado solo hace pruebas a los pacientes con síntomas, y otro tanto sucede con los laboratorios, pero ya metidos en la temporada de influenza es importante aplicarnos la vacuna, y también, si es posible, hacernos una prueba rápida de COVID-19. Aunque no haya síntomas. Es por la seguridad de la familia.
—∞—
Salvador Casanova es historiador y físico. Su vida profesional abarca la docencia, los medios de comunicación y la televisión cultural. Es autor del libro La maravillosa historia del tiempo y sus circunstancias. Los puntos de vista expresados en este artículo son responsabilidad del autor.