No sé usted, pero los spots de los partidos
en la actual contienda electoral solo reiteran mi desencanto hacia la clase
política. Son superficiales, reiterativos, contradictorios, poco efectivos y,
por si fuera poco, están mal hechos.
Un claro ejemplo es el que el Partido del
Trabajo (PT) comenzó a transmitir desde el 3 de marzo, titulado “Los niños
saben”. Con la bandera nacional ondeando a sus espaldas, un adolescente
sostiene una copia bastante chafa de una estatuilla del Oscar, en un intento
por imitar a Alejandro González Iñárritu, mientras afirma: “Mamá, papá: te
(sic, debiera ser “les”) pedimos que nos des el gobierno que nos merecemos en
México. ¿O quieres que lo hagamos nosotros?”
Más allá de que estén pésimamente producidos
como este, lo que realmente causa rabia es su desfachatez y que nos consideren
tontos. El Partido de la Revolución Democrática (PRD) acusó al INE de
censurarle el spot “Queremos ser tu voz”, en el que afirma que “con Peña Nieto
la economía va mal”, pero debemos recordarle que sus senadores y diputados
aprobaron la reforma fiscal propuesta por la actual administración.
En ese mismo mensaje critican la inseguridad
que prima en el país y se preguntan: “¿Por qué nos faltan 22 000?” Olvidan que
ellos postularon a José Luis Abarca, exalcalde de Iguala y presunto responsable
de la desaparición de cuarenta y tres jóvenes de Ayotzinapa.
¡Pero el Partido Acción Nacional (PAN) no se
queda atrás! A principios de año, cuando todavía era líder nacional de ese
partido, vimos a Ricardo Anaya denunciar que “México está manchado por la
violencia, herido por la corrupción y detenido en la economía”.
Pero no hay un mínimo de autocrítica al
reconocer que ellos gobernaron al país durante los últimos doce años y que esa
violencia fue en buena medida generada por la guerra contra el crimen
organizado que emprendió Felipe Calderón.
“En el PRI ¡te aplaudimos!”, dice un spot
del Partido Revolucionario Institucional que lanzó al aire luego de que el
presidente Enrique Peña Nieto anunció el nombramiento de Virgilio Andrade como
secretario de la Función Pública y presentó varias medidas contra la
corrupción.
Al término del evento el mandatario
pronunció una frase que se volvió viral: “Ya sé que no aplauden”. Ante las
críticas, su partido lanzó un spot televisivo, donde se asegura que “los
priistas aplauden a los mexicanos que trabajan para disfrutar de lo que más
quieren”. El chiste se cuenta solo.
En su desesperado intento por “conquistar”
al electorado, han recurrido a figuras del medio artístico como Galilea Montijo
y Raúl Araiza en el caso del Partido Verde Ecologista de México (PVEM),
mientras que Encuentro Social optó por Alejandro Camacho y Héctor Suárez. A su
vez, el Partido Nueva Alianza (Panal) pretende “llegar” a los jóvenes con
copias de “hipsters” y “emos” para cerrar con la frase: “A huevo”.
Ni hablar de los promocionales de Movimiento
Ciudadano que consideran que al ciudadano, ávido de propuestas, se le puede
ofrecer una opción política con bailables con saltimbanquis vestidos de naranja
que se retuercen al ritmo de una pegajosa melodía.
El Movimiento Regeneración Nacional (Morena),
en lo suyo, se mantiene en la promoción personalísima de la imagen de Andrés
Manuel López Obrador, en abierto acto anticipado de campaña, ¡pero de 2018!
En fin, todos ellos tienen un denominador
común: son lamentables. Un spot tiene el propósito de generar empatías, mover
emociones y convencer. Y estos ejemplos solo provocan animadversión y
desencanto. Pero agárrese porque esto apenas empieza.
La ‘spotización’ que viene
Producto de las reformas electorales de 2007
y 2014, los partidos disponen de treinta minutos diarios en cada una de las dos
2556 estaciones de radio y TV del país, durante el periodo de precampañas; de veinticuatro
minutos en las intercampañas, así como de cuarenta y un minutos durante el
periodo de campañas.
Eso significa que, este año, los partidos
dispondrán de tiempo para transmitir 24.2 millones de spots de treinta segundos,
a fin de difundir su propaganda electoral.
La consultoría Integralia, del expresidente
consejero del IFE, Luis Carlos Ugalde, hizo un cálculo del costo comercial de
ese tiempo aire que se otorga de forma “gratuita” y que, en los hechos,
constituye un financiamiento en especie a los partidos.
Con base en las tarifas comerciales
publicadas por los medios de comunicación, elaboró un promedio tomando en cuenta
los horarios de transmisión y determinó que, solo para el Distrito Federal y el
Estado de México, el costo de esos mensajes es de 15 800 millones de pesos.
Sí, como lo leyó. Casi 16 000 millones que
podrían utilizarse para otro tipo de campañas de salud, educación, seguridad y
otros temas prioritarios de la agenda pública.
El financiamiento público que entregó el INE
a los diez partidos políticos con registro es de 5000 millones de pesos. Esto
significa que el “tiempo aire” que se les está dando en los medios electrónicos
triplica esa cantidad.
Lo curioso es que con la reforma electoral
nos prometieron todo lo contrario: el abaratamiento de la democracia. Por
desgracia, los números no mienten: en 2009, las pasadas elecciones intermedias,
el IFE ejerció un presupuesto de 12 801 millones de pesos.
En 2012, con elección presidencial, el
presupuesto subió a 15 953 millones de pesos. Y para este año ejerce 18 572
millones de pesos.
¿Qué significa esto? Que el presupuesto
IFE-INE pasó de 2009 a 2012 de 12 000 a casi 16 000 millones de pesos, un 30
por ciento más; y de 2012 a 2015 tendrá un incremento de 16 por ciento. Ahora,
si la comparación se hace entre las elecciones intermedias de 2009 a 2015, el
costo de los comicios es 55 por ciento más. Y si se toma el monto del
presupuesto de la elección de 2009 entre el número de votantes, el costo promedio
por elector es de 346 pesos.
Así que prepárese porque a partir de este 5
de abril, cuando inicien oficialmente las campañas, nos veremos invadidos por
mensajes vacíos, demagógicos, poco convincentes y excesivamente caros que,
seguramente, irán acompañados de insultos y acusaciones como parte de la
“guerra sucia”.
Y eso que no estoy contando los argumentos
que aún nos ofenden más, como el tratar de suspender un partido donde juega la
selección de México el día de las elecciones, no vaya a ser que el pobre
ciudadano idiota vote por el partido Verde porque es el mismo color de la
camiseta de los futbolistas, si es así entonces que suspendan el 12 de
diciembre porque es importante para los católicos y los panistas lo son, o qué
tal si hacemos una marcha para abogar por los peluditos, ya ven que algunos
creen que mataron a un perrito en los cuadriláteros. Eso es lo mismo que los
partidos proponen, tratarnos como estúpidos.
¿Será que es esta la democracia que nos
merecemos? Algo debemos hacer y, para bien o para mal, el mejor método para
expresar nuestra inconformidad es el voto.