“¡Tú puedes, Nicolás! ¡Tú puedes!” es una de las frases que más resuenan en la película Un disfraz para Nicolás, en la que el director Eduardo Rivera narra la historia de un niño de diez años con síndrome de Down que, con la ayuda de los disfraces que su mamá le diseñó antes de morir, se arriesga a salvar a su primo de las terribles pesadillas que por las noches tiene.
Con el riesgo de estrenarla durante la pandemia de COVID-19, el director decidió no postergar la exhibición de la película y presentarla, desde el pasado 14 de agosto, en autocinemas para mantener a la audiencia segura sin acudir a una sala de cine.
Para Eduardo Rivera y su equipo de producción detrás de esta animación en 2D resultó difícil decidir el estreno de la película sin contar con el apoyo de un evento grande como lo tenían contemplado.
Sin embargo, el contexto actual por el COVID-19 no les quitó el entusiasmo y la necesidad de llevar esta historia a las pantallas de cine.
“No queríamos que [la película] estuviera en plataformas digitales. Sí queríamos que, por lo menos, ciertas ciudades tuvieran acceso a ella y la vieran en la pantalla. Tampoco sabemos cuándo volverán a operar como antes las salas de cine. El riesgo era no estrenar o estrenar hasta el siguiente año”, señala Rivera en entrevista con Newsweek México.
Un disfraz para Nicolás se estrena con la productora Fotosíntesis Media. La historia está basada en el libro infantil Pablo y el baúl (2012), de Jaime Mijares Contreras. En este, el autor narra la historia de un niño que, tras la muerte de su madre, encuentra los disfraces que ella guardó en el baúl.

Imagen: Fotosíntesis Media
En la película, Eduardo Rivera trata el tema de la discapacidad en el que visibiliza la valentía, amor y respeto que las personas con síndrome de Down demuestran a su familia y amigos con gestos que se convierten en acciones llenas de amor.
“La historia lleva un mensaje de amor, de inclusión y de respeto, pero aun nos faltaba darle autenticidad y creo que un acierto grande fue trabajar con fundaciones como Special Olympics México, donde conocimos a Fran Fernández, quien es la voz de nuestro protagonista”, menciona.
UNA ANIMACIÓN QUE ASEMEJA UN CUENTO INFANTIL
Un disfraz para Nicolás es una animación en 2D que, de acuerdo con el director, surgió de una iniciativa de producción en 2015. Dos años después comenzaron con la producción de la película que duró tres años de proceso creativo.
Un año y medio les tomó dar forma a la película y diez meses dedicados al trabajo de animación, para después destinar tres meses al trabajo del color y demás correcciones. Finalmente, vino el proceso de posproducción con la mezcla de sonido y la música, donde la cantante Paty Cantú dio voz a la mamá de Nicolás e interpretó el tema de la película.
El guion está a cargo de Miguel Ángel Uriegas y rompe el estereotipo de revictimizar al protagonista sin que este trastorno genético lo imposibilite o presente como una persona débil e incapaz de sociabilizar. Al contrario, los diálogos ponen a Nicolás como un héroe que salva a su primo David de las pesadillas que sufre todas las noches.
Finalmente, cabe mencionar que la película se realizó con el estímulo fiscal del artículo 189 de la LISR (EFICINE Producción).
“SÍ PUEDO”
Durante los meses de confinamiento por la pandemia de COVID-19 alrededor del mundo, Un disfraz para Nicolás no solo sensibiliza y habla del respeto y amor a las personas con alguna discapacidad, sino también motiva a creer en la humanidad y sus capacidades.
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Eduardo Rivera, director de este largometraje de animación, cuenta que la frase “sí puedo” nació durante las grabaciones con Fran Fernández, un niño con síndrome de Down que da voz a Nicolás.
“Necesitábamos un momento en que Nicolás creyera en sí mismo y la terapeuta de Fran nos comentó que mucho del trabajo que hacen con los niños es cuando tienen miedo o se enfrentan a algo desconocido para recordarse a sí mismos la frase ‘sí puedo’ con ayuda de su familia, amigos y de ellos mismos”.
Para Rivera, el tiempo que convivieron con niños y niñas con síndrome de Down les permitió construir el personaje de Nicolás, que refleja cada acción, sentimiento y gestos para dar mayor sensibilidad y cercanía a las audiencias; “tenerlo y que saliera en el proceso de la grabación de la voz sumó al final para hacer un mejor proyecto”, agrega.
Adentrarse en este largometraje de animación es sentirse en un cuento infantil donde el trabajo de arte y los fondos de los escenarios parecieran estar coloreados a lápiz. Al igual que la animación de Nicolás, con el objetivo de que el proyecto fuera atractivo tanto para chicos como para grandes.
Las referencias en el cine también forman parte del trabajo que los realizadores a cargo de la película dejan en algunas de las escenas, esto se debe a que la película es una oportunidad para dejar huella de sus gustos cinematográficos que adquirieron en la infancia.
“La pasión por los aviones es algo que a mí me gusta porque quería ser piloto y está ahí, puesta”, concluye el director.