Estados Unidos superó este jueves los cuatro millones de casos de coronavirus, con estados como California batiendo récords de contagios, aunque en otras regiones del país la epidemia parece haber ingresado en una meseta.
El número de nuevos casos muestra que un freno al aumento exponencial observado en junio en estados como Arkansas, Iowa, Carolina del Norte y del Sur, así como Arizona, cuya capital Phoenix fue hace unas semanas uno de los centros de circulación del coronavirus más activos del país.
Las repetidas alertas de los funcionarios de salud, los cierres de bares y la obligación de usar tapabocas en varios lugares desde junio parecen estar dando frutos.
En ese contexto de incertidumbre, el presidente Donald Trump anuló la “gran” convención republicana prevista en Jacksonville, en Florida, para nombrarlo oficialmente candidato del partido para las presidenciales del 3 de noviembre.
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“Este momento no era el apropiado, no estaba bien por lo que está ocurriendo recientemente, el alza (de casos) en Florida. No es el momento de albergar una gran convención de este tipo”, afirmó el mandatario.
Dos días antes de que Estados Unidos superara este jueves los cuatro millones de casos y las 143,800 muertes, Trump había reconocido que la situación “empeorará antes de mejorar”.
Pero en Arizona hay esperanzas: la cantidad de casos nuevos en este estado vecino a California alcanzó los 20,000 la semana pasada, 11% menos que la semana previa, según las estadísticas oficiales.
“Las cosas están mejorando”, dijo el jueves Matthew Heinz, médico en un hospital de Tucson, quien defiende el uso de tapabocas.
“Muchas más personas usan máscaras en comparación con hace un mes”, dijo a la AFP. Las hospitalizaciones allí han disminuido desde junio.
Aunque la epidemia está lejos de ser contenida en Estados Unidos, el número de contagios aumentó un 7% en una semana, contra el 20% registrado en las semanas anteriores.
Y los modelos epidémicos predicen, en promedio, un pico en las próximas cuatro semanas, según Nicholas Reich, de la Universidad de Massachusetts, quien trabaja con proyecciones de unos 20 centros de investigación.
“Los modelos responden a la desaceleración observada en el aumento en el número de casos la semana pasada”, dijo el bioestadístico a la AFP.
Reich dice que no puede asegurar que se haya alcanzado un punto de inflexión, porque en lugares como Texas y Florida la gente tiene que hacer cola durante horas para someterse a una prueba de diagnóstico, y el informe de los resultados tarda tres, cuatro o siete días, lo que entorpece el monitoreo en tiempo real.
La estabilización “se debe sin duda en parte a los cuellos de botella de las pruebas”, señala el experto.
Más muertes por venir
El consenso científico es que la ola de muertes sigue a la de las infecciones en tres o cuatro semanas. La curva de casos comenzó a aumentar nuevamente a mediados de junio, y la de muertes subió moderadamente desde principios de julio sin signos de desaceleración, alcanzando en los últimos dos días los 1,000 decesos diarios.
Texas, California, Alabama y Idaho anunciaron el miércoles registros récord de fallecimientos en 24 horas (California, también tuvo récord de contagios). Florida lo hizo el jueves, al reportar 173 muertes.
Es difícil predecir hasta qué punto llegarán los decesos, ya que la mortalidad no es tan alta como al comienzo de la pandemia. Actualmente, dos medicamentos han demostrado efectividad mientras los hospitales se valen menos de los ventiladores y los pacientes son más jóvenes.
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“Pero, al igual que en abril, la estabilización no será suficiente: el objetivo es eliminarlo, no solo atenuarlo”, dijo a la AFP Thomas Tsai, médico e investigador de Harvard.
Tsai está preocupado por ver qué otras regiones mostrarán aumentos, como Missouri. Mississippi y Puerto Rico también están en auge.
El error de Estados Unidos fue saltarse etapas de desconfinamiento en mayo y haber reanudado las actividades demasiado rápido, antes de que la curva de contagios hubiera caído por completo, como en Europa.
Si realmente se alcanza un punto de inflexión este verano, Tsai insiste en que el país tendrá que continuar con el distanciamiento físico, el uso de mascarillas y una política proactiva de pruebas, localización de contactos y aislamiento, que fueron descuidadas a fines de la primavera boreal.