Al hablar de sectas nos vienen diversos nombres a la cabeza, ya sea porque los vimos en la televisión como infomerciales, porque hay un templo por donde pasamos día a día, o suelen tocar la puerta de nuestras casas con insistencia.
Y es que hay enormes diferencias entre la diversidad religiosa y la operatividad de las sectas. México es uno de los países más católicos de América Latina y cuando la religión se vuelve parte fundamental en la vida de las personas necesitamos, más que nunca, una evaluación crítica sobre las creencias que conforman la teología de estas agrupaciones.
Tan solo en México, Gobernación tiene registradas más de 7000 asociaciones religiosas.
Una muestra muy inteligente de esta realidad se dibuja en la película González, ópera prima del director Christian Díaz Pardo y con las actuaciones de Harold Torres (quién realiza la producción junto a la Laura Pino), Carlos Bardem y Olga Segura.
González (Harold Torres) lleva meses aquejado por el desempleo. Debe la renta del pequeño piso en el que vive. Ha estado a cargo de la manutención de su madre, a quien esconde su estado actual para no preocuparla. Un mexicano de clase media como todos, un ciudadano de a pie que lleva con dignidad y estoicismo una vida de carencias. Antes de ser succionado a las profundidades de la desesperación, González se aferra de la última rama que le ofrecen las circunstancias: un cargo como operador en el call-center de un templo cristiano, el cual funciona como una feroz máquina de recaudación monetaria.
A la cabeza del templo está el pastor Elías (Carlos Bardem), personaje-guía en este descenso a las letrinas del sistema. González —ateo por naturaleza— es bueno para hablar y aprende rápido el arte de la farsa. La mayoría de víctimas son fieles igual o más pobres que él. No pasará mucho tiempo para que sus necesidades se mezclen con su ambición autoimpuesta con fe.
En exclusiva para Newsweek en Español, el director y los protagonistas nos hablan de su participación además de hacer una reflexión ante la expansión de estas agrupaciones.
Es la primera película del chileno Christian Díaz Pardo, quien llegó a México para estudiar y hacer un cine comprometido, sin embargo no desmerece ni un ápice de creatividad y exploración, cuestionamiento que tuvo desde niño “yo tuve una búsqueda religiosa, cuando crecí me llegó una especie de decepción empecé a cuestionarme situaciones. Por ejemplo cuando Juan Pablo II visita Chile, lo recuerdo vívidamente con Augusto Pinochet a su lado, en tiempos de dictadura. Este tipo de cosas te llevan a cuestionar instituciones de todo tipo, políticas y de todo”.
Esta película se vuelve una metáfora de la creencia ciega que tenemos en otras instituciones, explica Christian: “cuando el banco te cobra 28 por ciento de intereses tanta cantidad de intereses pues dices ‘así funciona y no cuestionamos más allá’. Sin embargo creo que hay un despertar, como lo vivido el año pasado, con hechos tan crudos (el caso Ayotzinapa) ya no creemos tan ciegamente en lo que nos dicen las autoridades”.
Harold Torres (Crónica de castas, Norteado) brilla en la mejor interpretación que le hemos visto; indiscutiblemente, construyó un personaje alejado de clichés, que lejos de victimizarse construye una psicología ensimismada orillada por su situación económica, sed de superación y fe en sí mismo.
“Todos conocemos un González, en nuestra familia o trabajo, o nosotros mismos, en el sentido de la presión social y económica en la cual nos desenvolvemos. Traté de buscar la oscuridad interna de cada persona es una persona que trabaja todos los días, respetando las reglas de la sociedad no consigue salir adelante, y en esa oscuridad le aparece una luz, aunque no precisamente como pensamos que sería”, explica Harold.
La mayoría de población religiosa en México, Brasil y diversos países de Latinoamérica es católica, “lo interesante tuvo que ser latino tal vez como una cuestión política del Vaticano, de decir hay que ir a donde nuestro mercado es más fuerte”, refiere el actor quien encarna a González.
Pero quiere dejar muy claro que el tema principal no es la religión “que las respetamos y tenemos la libertad de creer en lo que queramos, pero el problema está en el lucro”, señala.
Por su parte Carlos Bardem hizo una mancuerna magnífica con Harold (con quien ya había trabajado enDías de gracia), a quien refiere como uno de los mejores actores de México. Sin embargo no se queda atrás la propia interpretación del líder pastor que encarna Bardem, y nos atrevemos a decir que hay un duelo de actuación entre ambos protagonistas que se disfrutamos intensamente.
“Quise hacer este personaje, son de esos personajes que tineen que interpretar por lo menos una vez, no podía perdérmelo. Es interesante retratar a la gente que hace negocio con la desesperanza de los demás, es un buen thriller, va a tener a todos agarrados de la butaca”, asegura el hermano de Javier Bardem, quien brilla con luz propia en personajes cargados de personalidad fuerte como es el caso.
Y es que Carlos vivió algunos años en Brasil por lo que interpreta el acento del pastor a la perfección. Asegura que no es un hombre religioso y que “no hay que poner la esperanza en estas instituciones, que no son más que creaciones culturales, según mi punto de vista, todas las iglesias venden intangibles. Es curioso que todas las religiones llegan a un punto donde un grupo se radicaliza, no comparto que tanto ellos llamen idiotas a los que no creen y viceversa. Creo que al ser humano le iría mejor que en lugar de creer en seres imaginarios creyera en el ser humano que tuviera al lado y trabajara para construir para las personas que los rodean”.
Antes de ser actor, Carlos estudió historia y es un hombre que le gusta estar informado, por lo cual siempre tiene una opinión muy atinada, aunque sea polémica.
Y es que es de tomar en consideración el gran poder mediático que estas sectas puedan tener, y su capacidad de moldear creencias masiva y mundialmente “yo que soy licenciado en historia y actualmente no veo ni History Channel ni Discovery, estás viendo la televisión y de repente ¡la explicación de todo son los alienígenas!
“En el fondo estos fenómenos no son de incultura sino aculturación, aprovecharse del desarrollo cultural de muchas personas. Pero a final de cuentas todas estas iglesias que retrata la cinta, no tienen cabida en todas aquellas personas que tengan formación media y media-alta, y es que se aprovechan de la desesperanza, soledad y situación cultural de los sectores más pobres”, concluye el actor español.