Diferencias y similitudes entre el racismo de México y el de Estados Unidos.
“La libertad es una mala noticia para todos los opresores porque han definido su liberación en términos de esclavitud de los demás”: James H. Cone.
México y Estados Unidos nacieron con un defecto congénito: la esclavitud. Hasta la década de los años 60, Estados Unidos no prestó atención al principio sobre el que se había fundado. En México no fue sino hasta el 2020, casi 60 años después.
No se puede observar el racismo sin observar la esclavitud, están indisolublemente asociados, porque la esclavitud es la sombra que ha seguido al racismo por años.
¿Por qué el hombre negro, como el hombre indígena, necesitó una ley que le permitiera ser tratado como ser humano cuando el hombre blanco nunca la requirió? No lo vemos, pero vivimos bajo un modelo de sociedad y un sistema construido por la raza blanca.
En el pasado, bastaba con no levantarte del asiento y cederlo al blanco que lo solicitase para ir a prisión. Así era en la turbulenta época del reverendo King en los tiempos de la segregación racial de autobuses de Alabama.
La libertad no es gratis, cada día alguien muere por ella. George Floyd, como Rodney King en la década de 1990, el primer caso mediático de brutalidad policial en contra de un negro captado en video, son, además de mártires, la punta de la punta del iceberg.
El racismo en México y el racismo en Estados Unidos son dos tipos de racismo diferentes, cada uno con su propia memoria y su propia crueldad, ambos igualmente injustos; sin embargo, todavía más es el de México porque, a diferencia de Estados Unidos, la piel blanca aquí es minoría.
La población negra en Estados Unidos representa alrededor del 13 por ciento de la población, cuando los blancos son más del 70. En México prácticamente es al revés, la población morena es mayoría, entre 64 y 68 por ciento, dadas las diferentes tonalidades.
Los afroamericanos tienen tres veces más probabilidad de ser baleados por la policía que un blanco. Los policías están más predispuestos a dispararle a un negro que a un blanco, cuando la realidad es que la mitad de los crímenes violentos los realizan los blancos, aunque también es cierto que los delincuentes negros proporcionalmente matan más policías que los delincuentes blancos.
Cuando un policía y un negro se encuentran, para el policía el negro siempre va a ser sospechoso. La detención de afroamericanos es más que la de blancos, más detenidos por delitos menores, infracciones, posesión de droga (aunque la tasa de consumo sea casi la misma que la de los blancos). En delitos sexuales el desequilibrio es aún mayor, de entre todos los que se demuestra que fueron condenados injustamente, son casi cuatro veces más negros que los de otras razas.
Hoy vuelven a estar presentes memorias como la de Casius Clay, gran activista del movimiento negro quien cambiaría su nombre por el de Muhammad Ali, dejando así atrás su nombre de esclavo.
Pero, a diferencia de Estados Unidos, en México la piel blanca es un estándar de belleza. En México el racismo está atenuado por la belleza física del individuo o, dicho de otro modo, si la persona es morena y es bella físicamente deja de ser discriminado. Si el moreno tiene posición socioeconómica, también.
RECHAZO, IGNORANCIA Y MENOSPRECIO
Si seguimos con las diferencias, en Estados Unidos solamente un negro le puede decir negro a otro negro. Es una cuestión cultural. En México el término peyorativamente más cercano sería “prieto”, que dicho por quien sea es claramente ofensivo. Por otro lado, en Estados Unidos, entre la población afroamericana existe un sentido de comunidad dado por el color de la piel y un sentido de discriminación de una herencia que vienen arrastrando desde los tiempos de la esclavitud. Ellos no tenían derechos hasta mitad del siglo XX, eran considerados ciudadanos de segunda. Eso en México no ocurre entre la gente morena. En Estados Unidos el racismo es más cercano al sentimiento de odio, en México es más cercano a la sensación de rechazo, ignorancia y menosprecio que al odio como tal.
Estados Unidos tiene una lucha histórica contra el racismo, ya que su historia, aunque se inició igual que la de México, tomó otro camino. Partió desde la época de la esclavitud, las plantaciones sureñas, la guerra de secesión que buscaba abolir la esclavitud, la edificación de la Casa Blanca, llamada blanca y de color blanco, pero construida por negros (incluso si lo extrapolamos al África, es una correlación similar con los diamantes, puros y transparentes, pero extraídos con sangre negra), hasta llegar a la segregación racial que prohibía usar los mismos baños, bebederos, mesas y filas que los blancos. Ambos, racismo estadounidense y racismo mexicano, confluyeron en la religión, cosa que los negros en Estados Unidos preservaron, aunque modificaron acorde a sus raíces negras, ya que la religión indirectamente iba ligada al esclavista, a su esclavista, es el vínculo que los amarraba a su amo. Aquí se conservó intacta tal y como está.
Pero todo cambió con la Segunda Guerra Mundial y los buffalo soldiers, cuando la población negra se despertó al hecho de seguir siendo discriminada y tratada como animales a pesar de estar arriesgando sus vidas por una lucha blanca. Un simple acto que realizamos cotidianamente todas las personas todos los días, como sentarnos y levantarnos de un asiento, cambió la historia racial para siempre. Rosa Parks, una afroamericana de clase trabajadora que subía a un autobús, con el simple acto de negarse a levantarse para cederle el asiento a un blanco detonó el movimiento civil más importante del siglo XX en Estados Unidos: el de los derechos civiles. De ahí surgiría la figura más importante de la lucha racial, Martin Luther King, quien llevaría a la promulgación de la ley de los derechos civiles, la ley federal que prohíbe toda clase de discriminación racial en lugares públicos.
Martin Luther King y Malcolm X les devolverían el orgullo de haber nacido negros.
Martin Luther King y Malcolm X, dos sueños opuestos de una misma causa negra, dos caras de una misma moneda. Uno radical, otro pacifista. Uno representante de ese orgullo negro de levantarse contra el blanco, el otro, con el deseo de llevarse bien con él en paz y armonía. Cada afroamericano tiene un poco de Malcolm y un poco de King.
Malcolm X tuvo el rol de señalar los problemas del negro, de ponerlos en evidencia, tenía frases y discursos llamativos que entusiasmaban a la gente, pero su gran debilidad era su incapacidad de dar con una solución. La muerte de Malcolm X daría origen a las Panteras Negras, herederas naturales del gueto, que se agravaría con el asesinato de King.
‘WHITEXICAN’ Y OTRAS VOCES
La infame frase “I’m free, white and 21”, no estoy en deuda con nadie, soy dueño de mi propio destino, tan usada en el cine, todavía era dicha hasta hace un par de décadas. En México se ha popularizado el uso del término whitexican (hasta el nombre es anglicismo) como un equivalente cercano al ya extinto wasp, caído en desuso. Afortunadamente es un término de moda que no tiene mucho futuro.
Percepción no es lo mismo que realidad. Contrario a lo que se percibe, Donald Trump no es tan racista contra los negros, sí contra los latinos (allá hispanos, término también en desuso), pero ese es otro tema. En la opinión pública el presidente de los Estados Unidos personifica en la actualidad la imagen del racismo. El que sí lo era fue su padre, Fred Trump, quien no permitía inquilinos negros en sus complejos habitacionales. De hecho, Donald Trump siempre ha sido amigo de negros, desde mucho antes de entrar en la política entre sus famosas amistades estaban Don King, Quincy Jones, Dennis Rodman, Muhammad Ali, Michael Jackson, Mike Tyson, OJ Simpson, Floyd Mayweather, Tiger Woods, Kanye West, entre muchísimos otros miembros de la comunidad afroamericana. Que todos ellos sean millonarios es independiente al hecho, porque recordemos que, en Estados Unidos, a diferencia de México, el racista lo sigue siendo sin importar si el negro tiene dinero o tiene belleza. En México el racismo está condicionado, adaptado, atenuado, ignorado e incluso es hasta reversible dependiendo de la apariencia física y condición económica de la persona discriminada.
¿Por qué es más difícil combatir el racismo en México? Porque lo alimenta el mismo sistema, la publicidad, el entretenimiento, la moda, las revistas, las series de televisión y los bienes de consumo. Eso no ocurre en Estados Unidos, donde el racismo está nutrido principalmente de generación en generación por grupos sectarios, la huella que dejó el Ku Klux Klan, la supremacía blanca, la poderosa Hermandad Aria que controla el sistema carcelario estadounidense, algunas iglesias, en su tiempo la mormona que consideraba a la raza negra como una maldición, y principalmente la vida rural y ganadera. En otras palabras, en Estados Unidos el racismo es todavía más fuerte en el campo que en la ciudad. En México es lo contrario.
En México, la publicidad es una de las industrias que más ha contribuido al racismo moderno. En Estados Unidos, desde varias décadas, la publicidad, la moda, el cine, las series, han sido protagonizadas por negros, incluso en revistas y marcas de lujo. En México, por ejemplo, la publicidad en donde aparecían individuos de piel morena solía ser las de gobierno y principalmente las de apoyo social y fomento al campo; en cuanto a publicidad comercial a cuenta gotas aparecía una que otra celebridad famosa de piel morena, como Galilea Montijo, pero siempre para productos de muy bajo perfil y bajo costo dirigido al sector socioeconómico más bajo. Cosa que ha empezado a cambiar con la aparición de Yalitza Aparicio en portadas de Vogue, People, Marie Claire y Hola.
Esto responde un poco a que el mexicano no se acepta como es, y no solamente en el tema racial, esto es más profundo.
El hecho de que exista una ley que prohíba la segregación del hombre negro y el hombre indígena cuando nunca ha existido una para el hombre blanco, refleja que tan mal ha estado la sociedad humana desde tiempos inmemoriales.
Entonces, las razones del estallido social van mucho más allá del crimen contra George Floyd, el hombre cuya muerte puede cambiar no solo la historia del racismo en Estados Unidos, sino con suerte también la de México.
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Josemaría Gómez es escritor, publicista y periodista de autor. Ha trabajado principalmente el tema de migrantes y mercados negros en contextos internacionales de México, Colombia, Estados Unidos, Canadá, Hong Kong y Tailandia.