Un hombre y una mujer gritan en árabe mientras ensayan una escena de Todos somos refugiados, radionovela en seis partes sobre la vida de refugiados sirios en Jordania, por transmitirse este mes por todo Oriente Medio. El proyecto retrata la vida en un país que, en los últimos tres años, ha sufrido el éxodo de más de medio millón de sirios y que ahora, según cálculos, tiene una población compuesta en tres cuartas partes de refugiados.
Los vociferantes actores que ensayan en Amman son Nawar Bulbul, ídolo de matiné sirio; Azmi al-Hassany, actor aficionado de 26 años; y Raneem Ibraheem Aga, refugiada siria de 23 años. Fadi, el personaje de Bulbul, intenta que Reem (Aga), su hermana de 15, se case contra su voluntad con un joven pretendiente jordano con el único propósito de sacarla del campamento y deshacerse de ella, pero Firas, el hermano menor de Fadi y héroe del drama (interpretado por al-Hassany), ha regresado de Amman –donde se ganaba la vida, ilegalmente, estacionando autos- para apoyar a su hermana en el campamento.
“Es la historia de casi todos los sirios, pues no tienen muchas opciones en Jordania”, comenta Aga durante un descanso en el ensayo. “Mas Reem es fuerte y encuentra la manera de ayudar a su familia. No soporto que una joven deba casarse por la fuerza. Yo tenía 17 cuando lo hice, pero amaba a mi esposo.”
Hace dos años, Aga huyó de los bombardeos de Damasco con su marido y dos hijos (de 3 y 5 años) para buscar una nueva vida en Siria. Chófer repartidor en su patria, el esposo trabaja ahora, ilegalmente, en el mercado metalúrgico y, al principio, se negó a que Aga participara en la radionovela. “Pero no dejé de atormentarlo hasta que cedió. Siempre me ha gustado la actuación, pero nunca había tenido la oportunidad. Y encima, me pagan”, dice, sonriente, antes de volver al ensayo.
Cautivado por la escena en desarrollo, Ossama, nuestro conductor jordano, comenta que la trama es muy interesante y apegada a la realidad. Agrega que la impresión general en su país es que las sirias son mujeres hermosas, inteligentes y estupendas cocineras. “Hay un dicho en Jordania: ‘Cásate con una siria; tendrás una buena vida’”, revela, un poco abochornado.
La idea de la radionovela, de la que soy coproductora, surgió hace un año, cuando Oxfam me llevó a Zaatari, ciudad ONU de carpas y viviendas prefabricadas donde se encuentran hacinados 100 000 del medio millón de refugiados sirios de Jordania. Por desgracia, la diminuta nación desértica de ocho millones de habitantes –sin petróleo, con poca agua y un desempleo de 12.6 por ciento- sufría ya las presiones de ser uno de los países más políticamente estables de Oriente Medio, y en consecuencia, un imán para los exiliados, de los cuales los sirios son apenas la más reciente oleada (los palestinos les precedieron en 1948 y de nuevo en 1967; los iraquíes, en 1991, 2003 y otra vez este verano, huyendo de la barbarie de ISIS; incluso los armenios, hoy bien establecidos, tuvieron que escapar del genocidio del Imperio Otomano en 1915).
Cuando visité los campamentos para refugiados, buscaba un lugar donde montar una producción de “Las troyanas”, tragedia de Eurípides contra la guerra, la cual había concebido como un proyecto de terapia artística para refugiadas. Observé entonces que las sirias solían reunirse a charlar en sus tiendas de campaña y los blancos cajones de plástico corrugado que hacían las veces de vivienda, y en una ocasión topé con una joven de escasos 15 años, a punto de casarse. Su madre, campesina de una aldea próxima a la población siria de Deraa, explicó que el matrimonio era la mejor opción para la muchacha. “Aquí corren los chismes”, dijo. “Nadie tiene en qué ocuparse en el campamento. Todas vigilan lo que hacen las otras y dicen cosas terribles de las solteras. Las llaman coquetas, rameras”.
“No hay seguridad en los campamentos”, interpuso otra mujer. “A veces atacan a las jóvenes cuando van al baño por la noche y luego, nadie las desposa.”
“Solo deseo que mi hija esté a salvo”, insistió la madre. Pero cuando se alejó, la muchacha rompió a llorar, diciendo: “No quiero casarme. No quiero separarme de mi familia”. Debía casarse con un jordano y abandonar el campamento. “Un marido jordano cuidará de ella; sus hijos serán ciudadanos jordanos”, aseguró después su progenitora, con tono angustiado.
Todos somos refugiadosfue financiado, en parte, con fondos del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), que sugirió los temas por tratar. Uno era el matrimonio forzado, pues hay una epidemia de ese tipo de enlaces entre las refugiadas sirias (con hombres sirios, jordanos, sauditas y hasta árabes del Golfo, quienes van a los campamentos en busca de esposas); otros incluían violencia doméstica, escasez de agua, desempleo, explotación de jóvenes sirios que no pueden trabajar legalmente en Jordania, y las tensiones entre dos comunidades forzadas a convivir.
El drama es producto de la colaboración del joven refugiado sirio, dramaturgo y director de teatro, Wael Qadour y dos jordanos: Majd Hijjawi, escritor y cineasta que participó en En tierra hostily Ahmed Ameen, autor del galardonado guión de Transit Cities.
El concepto original era una telenovela, pero como casi todos los fondos serían privados se optó por la producción de radio debido a su bajo costo. Una fuente de inspiración fue la serie británica The Archers. Creada en 1951 con finalidad educativa (enseñar nuevas técnicas agrícolas), es la radionovela más antigua del mundo, transmitida por Radio 4 con un público diario de 5 millones de escuchas.
Sin embargo, hubo otros modelos. En 1994, BBC World Service tuvo enorme éxito con su novela afgana Naway Kor, Naway Jan (Nuevo hogar, nueva vida), que abordaba las dificultades de los afganos que regresaban a casa procedentes de los campos para refugiados en Paquistán y comunicaba el mensaje: “No pisen minas de tierra ni cultiven opio, sin importar cuánto paguen los caciques de la droga”. A la fecha cuenta con un auditorio de más de 35 millones de escuchas y ha estado al aire durante más de 20 años. El talibán intentó cancelar la radionovela, pero la prohibición fue bloqueada gracias a un motín de sus propios soldados.
Todos somos refugiados, ambientada tanto en un campamento como en Amman, se transmitirá por Radio Souriali, la estación independiente siria mejor conocida en el exilio, transmitiendo en Oriente Medio (incluyendo Siria y Jordania), Estados Unidos y en línea, así como en el sitio web de ACNUR.
En la novela, Shereen Zoumot, actriz y productora jordana-iraquí, lleva el papel de Yara, cándida heroína jordana de clase media que trabaja para una ONG. La familia de Zoumot huyó de Mosul, Irak en busca de la relativa de seguridad de Bagdad donde, el mes pasado, su tío fue herido en un ataque con auto-bomba. “Yara es justo como solía ser yo”, revela la intérprete de 26 años, quien participara en “When I Saw You”, propuesta palestina para el Oscar 2013 a la mejor película en lengua extranjera. “En los tres primeros episodios es una cabeza hueca, pero luego pone los pies en la tierra. Al final formará pareja con Firas. Hoy día, montones de jordanas están saliendo con chicos sirios”.
A largo plazo, la expectativa es convertir el piloto de radio en una telenovela. “Aunque mi marido me pediría el divorcio si salgo en televisión”, dice Aga, con una carcajada.