Con la interrupción de los programas de acogida, la suspensión de los trámites de asilo y las puestas en cuarentena, los migrantes en Europa son más vulnerables que nunca frente a la pandemia del nuevo coronavirus.
Un ejemplo de ello lo vivió el sirio Mahmud Ajluni, cuando se presentó el jueves en una administración de Berlín para obtener su nuevo permiso de residencia, y se encontró con las oficinas cerradas.
“Tenía una convocatoria”, explica este joven refugiado en Alemania desde hace cinco años y que solo tiene como documento de identidad un certificado provisional.
Entrevistas suspendidas
¿Cuándo podrá recuperar el preciado documento? “Ni idea, no tengo ninguna información”, dice preocupado.
En Alemania, donde viven 1,3 millones de solicitantes de asilo y migrantes, los servicios públicos destinados a ellos están casi paralizados.
Algunas entrevistas, elementos clave en estos procesos de asilo, fueron suspendidas, según el ministerio del Interior.
Las autoridades también han delimitado las situaciones para presentar la solicitud de asilo. Sólo se pueden llevar a cabo si el solicitante dio negativo al test del COVID-19 o después de un periodo de 14 días de cuarentena.
Alemania también interrumpió sus programas de acogida humanitaria de refugiados, procedentes de Turquía y Líbano, aunque se había comprometido este año a acoger a 5,500 personas, la mayoría sirios.
A nivel general, la pandemia pone en jaque el sistema de asilo en toda Europa, ya que la Unión Europea cerró sus fronteras exteriores durante 30 días.
En este contexto, la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR) advirtió que no se podía dejar sin acogida a los demandantes de asilo o forzarlos a regresar.
En Alemania, varios casos de contagio en refugiados obligaron a las autoridades a imponer medidas de cuarentena en los centros de acogida para migrantes.
Enfrentamientos
En algunos de estos centros, como el de Suhl, en el este del país, donde hay 533 migrantes en cuarentena, esta situación derivó en altercados. Se tuvieron que enviar 200 policías como refuerzo y 22 personas fueron trasladadas a una antigua prisión para jóvenes.
Los voluntarios y las ONG advierten que estas poblaciones vulnerables están abandonadas a su propia suerte. ¿Cómo mantener la distancia en unas habitaciones minúsculas y compartiendo baños y cocina?
“Los niños siguen corriendo en los pasillos”, explica Sophia, una voluntaria que se encarga de varias familias afganas en un centro en el nordeste de Berlín.
“Hay desinfectante para las manos en la entrada, pero nada más”, prosigue esta mujer, que lamenta que ahora estén prohibidas las visitas a estos establecimientos.
“Desastre”
En Francia, a raíz de las medidas de confinamiento y el miedo a contagiarse, cada vez hay menos voluntarios en Calais (norte), donde se encuentran unos 2,000 migrantes, y ya no hay distribuciones de comida.
“Si el virus se propaga en un campo de refugiados, será un desastre”, alerta Antoine Nehr de la ONG Utopia 56.
En Grecia, donde decenas de miles de personas, hacinadas en campos, no disponen de instalaciones básicas de higiene, podría producirse una “catástrofe” humanitaria, según un eurodiputado alemán de los Verdes, Erik Marquardt.
“Si la gente no es evacuada de las islas, ocurrirá una catástrofe a medio plazo”, dijo por teléfono desde la isla de Lesbos.
La ONG alemana Pro Asyl hizo un llamado a la “solidaridad europea” para acoger a los migrantes atrapados en las islas griegas, entre ellos “más de 10,000 menores”.
En esta línea, Berlín reafirmó su compromiso a hacerse cargo de una parte de los 1,600 niños que la UE quiere evacuar de los campos.
Atenas, por su parte, impuso estrictas restricciones de movimiento a los migrantes en las islas del Egeo.
Médicos Sin Fronteras (MSF) lanzó además una campaña de información sobre el virus. Pero, según el eurodiputado, “no sirve de mucho distribuir folletos con consejos de higiene (…) si la gente no puede mantener distancias porque duermen los unos encima de los otros en las tiendas”.