Mucha tinta, mucho audio, mucha imagen, muchas pantallas…, movimiento de un ¡ya basta!, las mujeres tomaron una decisión para que el silencio aumente los decibeles de su voz, no estar para ser vistas, que la vida compartida muestre la falta de ellas en lo excepcional y en lo cotidiano. Las calles de los pueblos, el pasado día 8 de marzo fueron insuficientes, las palabras nos bastaron para mostrar esta parte del rostro dolido, ensangrentado, violado, subsumido… La voz cotidiana del alba seguramente dirá ocurrencias que desvíen el sentido de la causa, ¡gran lección le han dado! México transitó a la democracia procedimental, pero hasta hoy mostró un rostro de calidad democrática. Después del 9 de marzo nada será igual, los partidos políticos tendrán que renovar sus discursos, se les hará muy complejo, crear una nueva estrategia política ya que todo márquetin político será severamente criticado, auditado, se les exigirá calidad.
Como lo hemos visto en los post-estructuralistas la identidad y la diferencia han sido los factores de nuevos propósitos; las reivindicaciones han sido paulatinas y a cuenta gotas, el Estado no ha querido entender la nueva dinámica social, el poder más retrasado en su calidad es, sin duda, la Representación Popular que no articula calidad normativa para una vida compartida con valores, ni comportamientos con aromas de virtudes, para reconocer en la ley a sujetos a los que la historia y los paradigmas les han negado reconocimiento.
Vivimos nuevos movimientos sociales, una transformación de las masas en públicos cada día más comunicados, conectados en una “sociedad red”, le llama Manuel Castell. La identidad es una suerte de aporía, “camino sin salida”, el apuro se dio cuando se requirió la identidad personal, identidad sustancial, con olor a la antigua Grecia, hasta la identificación como una forma simbólica; el sujeto obtiene el icono reflejado de su exterior, una imagen imitada, re-significada, “yo soy eso, tú eres eso”. Identidad desde la diferencia, el reconocimiento de “la otredad”, posibilita la convivencia desde la pluralidad, escuchar y participar en el diálogo para encontrar las identidades. No podemos dejar en el olvido la individualidad que piensa desde la subjetividad, una ruta en la cartografía de códigos culturales de diferencias planteados y re-planteados desde los sujetos. La identidad desde “el ser ahí” heideggeriano, el sujeto desde la unidad del tiempo, por ello histórica, desde ese “ser en el mundo” realiza su arquitectura temporal de la diferencia. El reto de hoy, el movimiento de las Mujeres “8M, 9M” se detona desde estas avenidas por las que debemos transitar, las contradicciones, el tiempo, la diferencia, la historia.
De la misma manera la diferencia merece reflexiones, posibilitar el pensamiento al Otro y a lo otro, entender la multiplicidad de ir más allá de lo pensado, una disrupción radical, privilegiar la diferencia en contra de las metafísicas siempre mencionadas en los ambientes culturales de lo idéntico. Pensar y resistir la posmodernidad, el post-estructuralismo, como una teoría que se empodera conceptualmente. El reto es pensar lo que no se ha pensado, hacerlo desde una manera innovadora, creativa, hacerlo desde el pensamiento mismo, como lo enseñó Nietzsche.
Las Mujeres marcharon y se hicieron notar, además desde el silencio y la ausencia también se hicieron notar, y mucho, de ahí la importancia de la identidad y la diferencia. Es preciso superar gritos incoherentes en los debates feministas, ni parábolas represivas, que engendre esencialismos y generalidades, que empoderen estereotipos, pero tampoco identitarias formas de reconocimientos como estrategia política.
Basta ya de polemizar identidades de género. Se requiere una reflexión que muestra la arquitectura de la Mujer, por ejemplo, en diálogo con Hombres, ser pares, y talentosamente que cualquiera pueda ser primero entre los pares, en determinadas circunstancias “del mundo de la vida”. La realidad social, requiere una nueva realidad pensada desde nuevas cartografías con polígonos que superen viejos atavismos, producir conocimiento para crear valor público, revalorar el espacio público desde las nuevas realidades que nos otorga la velocidad de la luz, que ubica desde la virtualidad nuevas certezas ontológicas, desde un pensamiento crítico, desde una nueva administración de las emociones. Lo normal perdió la batalla frente a lo excepcional, pues lo normal negó los problemas, incluso algunas veces les cambió de nombre, la vida compartida de excepción tiene su gran e inteligente vivencia cuando reconoce y afronta los problemas.
El “9M” es una línea cultural que produjo cambio, la ausencia de Mujeres al trabajo, al estudio, al consumo, a la comunicación en cualquiera de sus nichos, fue una gran medida para dimensionar su figura en la sociedad de nuestro país, su ausencia ingresó a la historia. Fue un llamado social, una exigencia colectiva, una voz disruptiva que planteó un nuevo modelo social, sin violencia, sin relaciones destructivas, sin masculinidades dañinas, sin misoginia, sin machismo. ¡Uf, Uf, Uf, y recontra UF!